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A todos mis pacientes lectores que me apoyan y esperan el tiempo necesario. Valen oro y los quiero .♥ 
Y especialmente a JDC_25, gracias por ayudarme a encontrar un significado a los girasoles para Yelena. ♥✨
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La luz afuera era algo escasa pues recién estaba amaneciendo, y el clima era algo frío debido a la neblina matutina que cubría el entorno.

La sala de espera del área médica del complejo de los vengadores estaba en silencio, iluminada por las luces blancas y resplandecientes. En una silla yacía el Capitán América, durmiendo sobre esta con tan solo una manta sobre él; todos se habían ido a sus respectivas habitaciones pero él se había ofrecido amablemente a quedarse esa noche a hacerle compañía a su cuñada.

Pietro también se había quedado, pero muy temprano había salido sin decir nada y no había vuelto en lo que parecieron ser un par de horas. Para cuando lo hizo, Steve seguía durmiendo y todo seguía en calma total.

—Buen día, joven Maximoff —saludó Helen, saliendo de la habitación de Yelena.

—Solo Pietro —aclaró nuevamente puesto que ella aún no entendía que podía llamarlo por su nombre. —y buen día ¿Cómo está? —señaló hacia la puerta.

La mujer siguió con su mirada el camino de la mano del chico y sonrió enternecida pues en esta se encontraba un bonito girasol. Pietro se dio cuenta que había usado su mano ocupada para señalar y la bajó rápidamente ocultándola detrás de su espalda. Sin poder evitarlo el rubor tiño sus mejillas

—Está bien, mejorando al parecer. Su cuerpo está recibiendo bien el antídoto contra el veneno ¿Quieres pasar?

Pietro sabía que era hora de hacerlo, asi que asintió de forma suave y con los nervios a flor de piel. Su pulso ligeramente acelerado y sus manos sudorosas eran prueba de esto.

—Si, porfavor —apretó un poco el tallo de la bonita flor en su mano y tomó aire.

—Vale, sígueme.

Asi hizo. Sin despertar a Steve y sin esperar que nadie más llegara a la sala de espera, él se encaminó junto con Helen a prepararse para finalmente ver a su hermosa rubia.

Estando listo, ella lo guió hasta la habitación y dándole privacidad se dio la vuelta alejándose.
Pietro posó su mano temblorosa sobre la manija de la puerta y exhalo el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta.

La puerta hizo un suave sonido casi inaudible al ser abierta y él entró, con pasos lentos y titubeantes, sin levantar la mirada y jugando con el girasol entre sus dedos. Cerró la puerta tomándose todo el tiempo que le fuera posible y sus sentidos se pusieron alertas al oír el pitido del monitor que controlaba los signos vitales de Yelena.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al haberse girado. La imagen frente a él era menos catastrófica que aquella que tenía cuando la vio llegar herida, pero eso no la hacía menos dolorosa.
Detuvo las lágrimas con esfuerzo y sin moverse se dedicó a contemplar a la rubia frente a él. Recostada en la cama, conectada a maquinas, tubos y lo que parecían ser sueros yacía ella; su rostro estaba algo pálido, lo que hacía que los moretones y heridas resaltarán más en ella; tenía vendas aquí y allá, vestía sólo una bata y podía ver aún unos cuantos rastros de sangre seca sobre distintas partes de su cuerpo; su cabello rubio y bonito se miraba un tanto opaco y sin brillo, además de estar un poco enredado.

—Hola florecita —habló, acercándose por fín a la camilla con lágrimas contenidas, diciéndole aquel apodo que a ella no le gustaba del todo.

HOLD ON •𝑀𝑎𝑥𝑖𝑙𝑜𝑣𝑎•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora