Enséñame a amar
—Contesta (Tn) —exigió Nanami. Sonaba tan calmado y aburrido como siempre, pero en realidad estaba molesto con ella, y vaya que era cosa que ésta sabía, muy a pesar de cómo él lucía.
—Yo tan sólo... quise dejar de ser una carga. Ya no quería causar más problemas —manifestó algo triste, mientras miraba la hoja de trébol encapsulada, la cual tenía en la palma de su mano derecha.
(Tn) se preguntaba, por qué Nanami había decidido preservar una simple hoja, dentro de aquel material transparente, si tan sólo era eso: una insignificante hoja. Él dijo que no creía en esas cosas.
—¿Carga? —replicó Nanami. No podía creer que le dijera eso.
Si bien era cierto, le parecía a Nanami, que (Tn) era una inquieta de lo peor. Alguien que no lo dejaba gozar de la tranquilidad que antes tenía en sus rutinas diarias. Era una irrespetuosa que le gastaba bromas pesadas y casi siempre manchaba sus trajes con alguna sustancia asquerosa después de acabar con una maldición. Era una impuntual que siempre lo hacía esperar de más, y le daba las excusas más locas que se le pudieran ocurrir, aunque llegó a comprobar que no le mentía. Ella, tan sólo una imprudente que lo preocupaba a causa de sus acciones impredecibles... Una bulliciosa que nunca lo dejaba disfrutar de su silencio en horas de oficina, o cuando viajaban en el auto, o cuando caminaban yendo a algún lugar dónde tendrían alguna misión que llevar a cabo...
Esa niña, era la loca que invadía sus pensamientos cuando cada noche, se quedaba mirando al techo sonriendo como tonto, recordando cada ocurrencia que lo "obligó a soportar" durante el día. Era la protagonista de sus fantasías sexuales en cada sueño, desde que fue lo suficientemente desconsiderada como para decirle: «Quiero ser suya...»
Ella: la chica que lo quiso en silencio, quien estuvo dispuesta a dar su vida por él en aquella ocasión..., quien al momento de entregarle su inocencia, lo hizo sentir como nunca antes se sintió con nadie más...
Era (Tn), la que con sus afectos transmitidos en cada beso, en cada abrazo, en cada caricia, y en cada segundo de entrega... lo hizo pensar en la posibilidad de aprender a ser lo que nunca fue, para ganarse la oportunidad de estar a su lado, porque no deseaba perderla por nada del mundo.
Consideraba que aquello que sentía era algo inusual, bueno, hasta la manera en la que se conocieron era inusual, sin embargo; no quería dejarla ir, porque entonces... ¿quién haría que sus días fuesen tan coloridos, alegres, y llenos de emociones? ¿Quién lo haría perder la paciencia con ocurrencias que no desearía tolerar de nadie más que no fuese ella?
La llamaba: "niña imprudente", ¿pero qué era él entonces, al haberse permitido despertar sentimientos por ella? ¡Bah! Tampoco habría podido evitarlo.
—Sí —dijo (Tn)—. Una carga.
Nanami se quitó las gafas y suspiró cansado, presionándose el entrecejo. Meditaba en cómo comenzar a expresarle todo aquello que lo sofocaba, y la manera en la que se sintió cuando se halló sólo en la cama, y así también, reclamarle por esa desesperación que lo hizo experimentar al no poder encontrarla en los alrededores de la casa.
Quería reprenderle hasta por la maldita voz de la operadora, enviándolo al buzón en cada intento por localizarla.
Deseaba gritarle por haberlo obligado a escribirle mensajes, en los cuales se podía denotar su estado, al pedirle que por favor lo llamara, que necesitaban hablar.
Había tanto que tenía que decirle, pero no conseguía que las palabras salieran de su boca... ¿por qué le era tan difícil? Por eso nunca se involucró sentimentalmente con nadie, porque no quería complicaciones en su vida. Ojalá pudiera ser un poco más suelto, menos serio, y menos reservado.