Capítulo 16: Una bonita tarde

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Amber's POV:

Era fin de semana. Con los chiquillos planeamos almorzar en mi casa, pero mi mamá y yo nos atrasamos un poco ordenando la casa. Así que cuando llegaron, Luca y Mafer se ofrecieron a ayudar con el almuerzo. Para esperar, se me ocurrió ponerme a ver un álbum de fotos; en compañía de Missa, y de su pololo, que lleva años siendo mi mejor amigo.

Estoy hablando de Felipe, por si no quedó claro. Felipe, Phillip, ese weón, ese mismo, sipi. Aparece en varias de las fotos del álbum.

Mientras Mafer ponía las cosas en la mesa, escuchó un poco de nuestra conversación, y exclamó:

— ¡¡NO MAMES, PILI, NUNCA ME CONTASTE ESO!!

— ¡ES QUE NO SABÍA CÓMO DECÍRTELO! —se rió el Pili, mientras su prima se acercaba a nosotros— Fue un pololeo súper corto, fue como de una semana.

— Te lo juro weón, no duramos nada —agregué, viendo una foto donde me estoy cayendo de un columpio—, no éramos ni adolescentes, y sólo empezamos a salir porque pensamos que era lo correcto. Pero fue tan incómodo...

El chico asintió, y su actual pololo no paraba de reírse de nosotros. Claro, ser novia de mi mejor amigo sonaba a una estupenda idea a los 12 años; cuando ninguno sabía nada sobre el amor, y ninguno había "salido del clóset". Al menos quedamos en buenos términos después de ese desastre.

En ese entonces:

— Oye, mi amor...

— ¿Qué pasa, cariño?

Nos quedamos en silencio. No sabía bien cómo decírselo. Estábamos tomados de la mano, sentados en un parque, con un peluche que me regaló. Miré nuestras manos, y sólo pude pensar en la poza de sudor que se formaba. Lo solté.

— No, esto no se siente correcto —decidí ser sincera—. Pili, me caes muy bien, y somos amigos desde el año de la pera, pero de verdad... no sé, es raro.

El chico suspiró.

— Menos mal... creí que era el único que lo sentía raro —lo miré con confusión.

— Pero si tú me lo pediste po, pensé que de verdad te gustaba, y no quería hacerte sentir mal.

Pucha po Amber, es que pensé que era buena idea porque la paso bien contigo. Pero tienes razón, esto no da. Estábamos bien como amigos.

— Volvamos a eso entonces. A ser amigos, nomás.

Porfa.

De vuelta al presente:

— Me imagino —asintió Missa, sin dejar de sonreír. Miró otra foto, y la señaló— ¿Quién es ella?

— Oh! —miré la foto— Es mi mamá, tenía unos 25 años en esa foto. El álbum está en desorden.

— ¿Eso es un moai? —Mafer se sentó en la orilla del sillón, y preguntó, echando un vistazo al álbum.

— Sí, hija —respondió mi madre, saliendo de la cocina con algunos platos— Fui a Rapa Nui hace mucho tiempo. Me gustaría volver, es un lugar muy bonito —dejó los platos en la mesa, y Phillip se levantó para ordenarlos—. Había una playa soñada, con arenas blancas y el agua transparente casi. Y estaba tibia, tibia tibiecita, no como el agua congelada de las que hay por aquí.


Mientras mi mami nos contaba las maravillas de la playa Anakena, una de las ollas comenzó a hervir. No nos dimos cuenta, hasta que empezó a sonar extraño. Miré desde el sillón cómo Luca corrió a apagar la custión.

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