Capítulo 9: ¡UNA CITA GAMER!

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Hoy es sábado, mi día libre. Missa y yo vamos a tener una cita por mi cumpleaños. Aunque mi cumpleaños es mañana, pero mañana es la entrevista con mis padres.

Hablando de ellos, durante el desayuno, no me dirigieron palabra. Ni siquiera trataron de golpearme o moverme bruscamente, como otras veces. Me miraban con odio, sabiendo que mañana perderán su fuente de dinero. Me observaban como si crecer fuera mi culpa. ¿Por qué no me parieron otro día?

Traté de no pensar en nada de eso mientras cepillaba mis dientes, cuando escuché el auto de Missa llegar. Terminé rápidamente, tomé mis cosas y salí corriendo hacia la puerta. Me subí al auto y lo saludé con un pequeño beso.

— ¿Vas a contarme a dónde vamos? ¿O lo dejarás como sorpresa? —pregunté luego de ponerme el cinturón.

— Te voy a contar de todas formas —sonrió—. Hay un lugar con videojuegos cerca de aquí, se llama Gamer Zone o algo así ¿haz ido alguna vez?

¿Gamer Zone? ¿¡VAMOS A TENER UNA CITA GAMER?!

No he ido a ese lugar, así que negué con la cabeza, y le dije que jamás he ido por toda mi situación. Pero me emocionaba mucho la idea, en especial ir con él.

Cuando llegamos, Ángel me guió hacia la entrada para comprar fichas.

— Sólo compraré 10, así que elige bien lo que quieras jugar.

Asentí. Mientras él compraba, me puse a mirar los juegos, y por supuesto, dirigí mi mirada a un Mortal Kombat.

Cuando pequeño, mis días libres los pasaba en casa de mi tía. Ella tenía una hija, Mafer. También, cuando conocí a Amber, me dejaba invitarla a jugar con nosotros. Nos gustaba jugar en la GameCube de Mafer, en especial al Mortal Kombat. No era muy bueno, siempre me ganaban, pero sí la pasaba bien con ellas.

Si se dan cuenta no todo ha sido desgracia en mi vida. De alguna forma u otra logré reconocer eso.

Le indiqué a Missa el juego, y nos dirigimos a jugarlo. Era una versión distinta a la que solía jugar, por supuesto.

— Sabes jugar, ¿cierto? —me preguntó.

— O sea, sí, pero no cacho los controles aquí.

Cuando empezó el round 1, nos dimos unos segundos para entender los controles del juego. Cuando ya los entendimos, fui directamente a sacarle la chucha. A pesar de que estuvimos muy iguales, me pateó las nalgas.

Nos gastamos 4 fichas en este juego, y luego fuimos a uno de unas carreras en motocicletas que estaba de pana. Ahí se nos fueron otras 4 fichas, porque Missa se picó de que le gané, porque al principio no podía acelerar la moto.

— ¡No mames, Phillip! ¡Estuve como media hora intentando que avanzara la pinche moto, y tú ni me esperaste! —se quejó, mientras yo no podía dejar de reír por esa wea.

— ¡Sabí que igual te hubiera ganado wn, a pesar de eso!

Mientras veíamos en qué gastarnos las dos fichas que nos quedaban, mi guata me hizo notar que tenía hambre. Así que fuimos a comer. En el mismo lugar, había un pequeño patio de comidas en el que sirven pizza, así que fuimos ahí a comer algo.

Mientras comíamos, recordé las otras dos citas. Recordé lo extraño que se sentía todo en la primera, lo nerviosos que estábamos. Y lo cómodo que estaba en la segunda, esa salida que tuvimos y tomamos desayuno, donde Missa y yo tuvimos un rato relajante antes de ir a trabajar.

La salida de hoy es diferente, y eso no la hace mala. Al contrario, creo que hasta ahora es la mejor que hemos tenido.

Me puse a mirar su rostro mientras él se comía el último trozo de pizza. Verlo engullir ese trozo como un animal salvaje, me hizo darme cuenta de que, durante estos meses, me he enamorado de él.

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