Capítulo 15: Amistades y dibujos

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Phillip's POV:

— No, por la chucha, no tienes que ir a trabajar —le dije por décimo sexta vez a la testaruda chica.

— ¡Pero soy la líder del proyecto! Además, puedo trabajar igual, no trabajo con las patas.

— ¿Y la maquinita? ¿No tiene un pedal o una wea así?

Chucha, verdad... ¡Pero pa eso tengo otra pata, po!

— Amber, no. ¿No se te ocurre algo más que hacer por mientras?

Había pasado dos semanas desde el accidente, y los doctores dejaron que la chica saliera del hospital con un yeso en la pierna. Yo estaba en mi hora de almorzar, pero pedí permiso para venir a la casa de Amber, y su mamá me fue a buscar.

La chica estuvo todo el rato quejándose de que quería volver a Fresh Fragance, porque no quería que nadie más tocara el proyecto en el que estaban trabajando. Entiendo, pero eso lo deben entregar mañana. Y los yesos no se usan de un día para otro.

Suspiré, y me dirigí a la mamá de Amber, que estaba mirándonos desde la cocina, con una sonrisa.

— Tía, ¿cuándo le sacan el yeso a la Amber?

— Me dijeron que en dos meses, hijo.

Miré a Amber, la que soltó un quejido de aburrimiento. Lata. Molestia. Una mezcla de todas esas cosas. Me miró en silencio por unos segundos, hasta que miró la TV.

— ¿Puedes poner el Mario Kart, porfa? —me preguntó, señalando la consola— Está muy leeeeeeejos.

Rodé los ojos, y metí la wea cuadraa con el archivo. No sé qué nombre tiene, pero la custión con el juego. La conecté a la TV, agarré los controles y le pasé un control (o la mitad de uno. La Switch es demasiado rara).

— Un Grand Prix o qué —le dije, en tono de desafío.

— ¿No tienes que trabajar?

— Tengo que volver en unos 20 minutos, alcanzo a jugar una partida.

— ¡ENTONCES DALE CTM PORQUE TE VOY A SACAR LA-

— ¿¡QUÉ ES ESE LENGUAJE, ÁMBAR?! —se escuchó un grito de su mamá desde la cocina, agregando— ¿Quién chucha te enseñó a ser tan grosera?

Amber soltó un "perdón mamita, te amo", enviándole unos besitos a distancia, antes de poner toda su atención en el juego frente a ella.

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—...y ese gato negro, lo hizo Luca —la chica señaló el dibujo en su yeso—. No es muy bueno dibujando como puedes ver —el susodicho sonrió—, pero es más bonito que tu intento de ballena, María Fernanda.

— ¡Es un narval, insolente! —se rio Mafer, tratando de corregir los errores de su dibujo—. Cuesta mucho dibujar en tu pinche yeso, en especial con el auto moviéndose. Hasta a Phillip le quedó mal el suyo.

— ¡Oye! —exclamé—. Es el mejor Toad que he hecho en mi vida.

— Creí que era una catarina —murmuró Missa mirándonos desde el espejo, y sólo pude golpear mi rostro con mi propia mano.

— ¿Cómo va a ser una-? Da lo mismo, no estamos pa esto.

Estábamos todos en el auto. Al parecer nadie más tenía algo qué hacer, que no fuera acompañar a Amber y a Luca, a lo que parecía ser un juicio por lo de su accidente. Nosotros vinimos para dar apoyo moral, y porque estábamos libres. Ángel manejaba el auto, y aunque nos regañó una o dos veces por estar dibujando en el auto, se estaba riendo de nuestra discusión.

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