Me miré al espejo una vez más, revisando si me veía lo suficientemente bien. No estba seguro si avisarle a mis padres que saldría, estoy 85% seguro de que me dirán que no. A pesar de ello, no quería rendirme con esta pequeña "cita", si se le puede llamar así. Abrí la ventana, e hice lo que cualquier adolescente sin permiso de sus padres haría: Escapar.
Ya que mi cuarto estaba en un segundo piso, tuve que hacer una cuerda con algunas de mis prendas. Bajé de manera cautelosa. Sentí cómo mi corazón latía rápidamente, tanto por la cita, como por los nervios de bajar una vez más.
No es la primera vez que lo hago: a los 12 años quise salir a tomar aire, a ver si podía ir a una placita y socializar con Amber. Habíamos quedado de vernos. Sin embargo, mis padres me negaron verme con ella. No recuerdo por qué. Así que opté por escapar, aún sabiendo que podrían golpearme. Desde entonces, he estado escapando cada vez que no puedo soportarlo más (cabe destacar que tengo un autocontrol muy fuerte).
Pero bueno. A penas logré bajar, pasé discretamente la cerca de mi casa, y salí, sin dejar de pensar en Missa. Tenía bastantes ganas de verlo, pues esta semana no fue su turno en el trabajo. Y las veces que él iba, lo hacía por sapo solamente, por lo que duraba poco.
En fin, me dirigí hacia el punto de encuentro: Una plaza, cerca del gran edificio de Fresh Fragance. A penas logré verlo entre la gente, hice una seña con la mano de que estaba ahí, y me acerqué hacia él. Mi corazón estaba latiendo muy fuerte. Cuando estuvimos cara a cara, mi mente se quedó en blanco.
¿Cómo lo saludo?
Ambos soltamos un "hola" súper incómodo. Quedamos observándonos unos segundos, hasta que decidí preguntarle.
ㅡ ¿Dónde vamos a ir?
Movió la cabeza, com si su mente se estuviera conectando en la situación, y asintió. En eso, sentí cómo tomaba mi mano con la suya, y me guiaba hacia otro lado.
No sabía qué hacer. ¿Debía decirle algo para romper el hielo? ¿O esperar llegar al lugar?
Caminábamos a paso lento, su mano aún tomando la mía, y decidí fijarme en la forma de sus dedos. Eran largos, pero no tanto como los míos, y se me pasó el pensamiento de que su mano se entrelazaría bien con la mía. Así que de a poco decidí pasar mis dedos entre los suyos, pero justo se detuvo.
ㅡ Llegamos ㅡseñaló el restaurante con su cabeza. Noté que sus mejillas estaban algo rojas, se veía tierno. Apuesto a que yo me veía rojísimo como un puto tomate.
Soltamos nuestras manos, aunque quería tomar la suya por más tiempo. Decidimos entrar en el lugar, y me impresioné por el lujoso restaurante al que me habían invitado. Dios santo, ¿cuánto costará un vaso de agua aquí?
Nos llevaron hasta una mesa redonda para dos, y nos entregaron un menú a cada uno.
HABÍA UNA GRAN VARIEDAD DE SALSAS PARA LOS FIDEOS, QUE NO TE LA CREES WEÓN. OBVIO, PENSABA PEDIR LA CLÁSICA SALSA DE TOMATE; PERO DE TODAS FORMAS ME SORPRENDE LA CREATIVIDAD DE PLATOS AQUÍ.
ㅡ ¡Missa, mira! ¡Hay montones de opciones de salsas! ¿¡Qué wea?! ¿¡Este es el paraíso?! ㅡel chico soltó una risa por lo que le acababa de decir.
ㅡ ¿Ya pensaste qué vas a pedir, Phillip?
Iba a mencionarlo con toda seguridad, pero dudé, luego de notar los precios.
ㅡ En realidad, no estoy seguro... ㅡme acerqué un poco para murmurarleㅡ. Está un poco caro, no creo que pueda comer algo...
ㅡ No te preocupes, yo pago todo.
¿QUÉ?
ㅡ Uh, no, jej, no es necesario, yo traje plata, aunque igual no sé si alcance...
ㅡ Tranquilo, yo te estoy haciendo gastar tiempo de tu único día de descanso. Es lo menos que puedo hacer por ti ㅡsonrió cálidamente, y mi mente quedó en blanco, mientras volví a sentir mi cara ardiendo. Asentí de forma sumisa, y le sonreí.
Luego de dar nuestras respectivas órdenes, comenzamos a conversar un poco. Seguía un poco nervioso, así que me costaba mirarlo a los ojos, pero logramos compartir palabra. Llegó nuestra comida, nos alimentamos, luego Missa pagó la cuenta (seguía avergonzado por eso. No me gusta que paguen las cosas por mi, me hace sentir algo mal)
Tenía unas mentitas en el bolsillo, así que me eché una a mi boca, para no tener la boca pasada a fideos. Lo que menos quería era molestar al chico, el cual ha sido súper amable hasta ahora.
ㅡ Wey, ¿me das una, por favor?
ㅡ Oh? Sí, claro... ㅡasentí, aún con la vergüenza del momento. Se las extendí, y luego de sacar una, me las devolvió.
Nos sentamos en una banca en la plaza. Mis nervios no disminuían para nada, y me preocupaba que ésto provocara que Missa se aburriera de mi, y que no volviéramos a tener otra cita. Pero por otro lado, me sentía más vulnerable de lo normal y a penas podía mover la boca. ¿Qué me está pasando? Tengo que calmarme, tengo que calmarme, tengo que calmar...
ㅡ Phillip, ¿pasa algo?
Levanté la mirada, y casi caigo al suelo por cómo me miraba el chico. Estaba agachado frente a mi, observándome con preocupación. Sus cejas levemente fruncidas le daban un aspecto sensual, y por un momento me sentí afortunado de estar en esta especie de cita, junto con un ángel así.
Se sentó a mi lado. Sentí cómo mi corazón bailaba alguna especie de danza satánica muy extraña. Tomé un poco de aire, y asentí.
ㅡ Es que... No lo sé, me siento muy nervioso... ㅡvi cómo asintió, y susurró un "yo también"ㅡ. Ah? ¿En serio? No se te nota tanto...
ㅡ No sé, intento ocultarlo...
Miré su mano, y noté que tiritaba un poco. Lentamente acerqué la mía, y cuando menos nos dimos cuenta ya las teníamos juntas. Con su pulgar acariciaba suavemente algunos de mis dedos. En ese momento, ya no me sentía en una simple plaza. La calidez en mi pecho me hacía sentir en un mundo distinto, un lugar donde sólo estábamos él y yo. Comencé a sonreír, apoyando mi cabeza en su hombro.
Se sintió tan cercano, que fue maravilloso.
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1051 palabras.
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Entre Telas
FanficFelipe "Phillip" Flores, es modelo en Fresh Fragance desde que tiene memoria. Sus abusivos padres lo usan como fuente de dinero, y sólo quiere alejarse de ellos. Ángel "Missa" Castañeda es hijo del jefe de la empresa, y como futuro jefe decide ayuda...