Capítulo 64 - El hogar

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YoonGi se dio cuenta de que sus manos temblaban cuando fue a presionar el telefonillo de la que había sido su casa. ¿Cómo iba a convencer a su madre de que las cosas habían cambiado, de que era otra persona, de que no la robaría más, ni bebería más, ni se comportaría como un desgraciado? Había llevado varias pruebas para que le creyera: sus notas, que habían mejorado considerablemente, y su inscripción a la terapia. Le había pedido a su terapeuta que le escribiera una carta para su madre explicándole sus progresos, pero él había dicho que debía explicárselos y convencerla por sí mismo, que si seguía dependiendo de otros para enfrentarse a su realidad nunca conseguiría solucionar su problema de dependencia. Cuando después le pidió a HoSeok que le acompañara a hablar con su madre, tras de decirle lo que le había dicho su terapeuta, sintiéndolo mucho, porque él le habría acompañado encantado, tuvo que explicarle que no podría, y que lo hacía por su bien.

Así que, por esa razón, había acabado solo y tembloroso frente a la puerta de su casa. Y su corazón latió con fuerza cuando finalmente se atrevió a pulsar el timbre. Esperó. Y esperó. Y aunque se había asegurado de no ir durante la hora del trabajo de su madre, supo que tendría que haber llamado antes, porque no había nadie en casa. ¿En qué momento se le había ocurrido presentarse sin decir nada? Aunque había habido un motivo, sencillamente no se habia atrevido a llamar para decirle algo así. Sintió que debía decírselo en persona. Chasqueó la lengua molesto. Ahora que por fin se había atrevido a recoger sus cosas de casa de HoSeok, mientras su amable amor le miraba fingiendo una sonrisa, a ir a esa casa, que él mismo había convertido en un infierno una vez, y a llamar al timbre, no había nadie que le abriera. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Debía volver a casa de HoSeok con el rabo entre las piernas? ¿Debía esperar allí en la puerta, maleta en mano? Incluso por su cabeza estuvo la idea de volver a su antiguo y mugriento piso, pero sentía que eso sería volver a empezar de cero, y no podía perder. YoonGi no había olvidado que aquella era su última oportunidad para ser feliz.

- ¿Yoo...YoonGi? - La temblorosa voz de su madre a su espalda le sobresaltó. Se giró despacio, casi paralizado por la sorpresa y la observó. Estaba guapa y parecía joven. Parecía una mujer completamente distinta a la mujer que había dejado atrás. Se parecía a la mujer que había en sus recuerdos lejanos. En el tiempo en el que ella era feliz, mientras él guardaba silencio. Luego, todo se había ido al traste y él, al final, no había hecho más que empeorarlo todo. Su querida madre, delgada y menuda, pero fuerte y hermosa. Todo lo poderosa y dura, que antaño era en sus negocios, lo había sido de dulce con su pequeña estrella del baloncesto.

- Ho... hola. - Tragó saliva con fuerza y rezó porque no se le notara que le temblaba el labio.

- Te veo bien. - Encogido y miedoso, así es como se debía ver. Aunque si él podía ver como había mejorado ella, seguro que ella podía ver, incluso mejor, lo mucho que él había cambiado también. Quizá eso le ayudaría para convencerla pero, por otro lado, también era consciente de que, presentarse en su casa con maleta y todo, daba una imagen de perro abandonado. No quería que ella le tuviera lástima. Ni quería que pensara que estaba allí sólo para pedirle dinero o aprevecharse de ella. Sólo quería recuperarla y, con ella, recuperar tal vez una pequeña parte de su infancia arrebatada. Al fin y al cabo, jamás nadie deja de ser un niño pequeño para su madre. - ¿Subes? - Dijo ella al verle con la maleta y tras esperar un largo momento a que él dijera algo.

- Si no es molestia. - Dijo bajando la mirada. - Quisiera hablar contigo. - La mujer abrió la puerta y le hizo un gesto con la cabeza. Eso era un avance, ¿no? Estaba dispuesta a escucharle. Como un cachorro alegre, cogió su maleta y entró tras ella.

- Parece pesar. - Comentó ella mientras subían en el ascensor. - No recuerdo que te llevaras tantas cosas cuando te fuiste de aquí. - Era cierto. Y mucho menos llevaba cuando se había mudado con HoSeok, pero en ese último mes HoSeok le había comprado cosas como para llenar de sobra la maleta que también él le había comprado.

Sumisión ocultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora