𝑵𝒖𝒆𝒗𝒆

1.4K 139 135
                                    


No hubo trucos, simplemente nuestros ojos coincidieron en el momento perfecto.

— No puedo creer que entraremos a clases mañana. — dijo Miguel, acostado en la cama de Morgan, mientras la castaña tocaba la guitarra. — ¡El tiempo se pasa volando!

— Sinceramente no quiero entrar a clases. — respondió Black, dejando la guitarra de un lado para recostarse en el pecho de Miguel.

— Yo tampoco, quiero que nos quedemos así toda la vida. — respondió Miguel, besando la frente de Morgan. — Lo lamento si soy extremadamente cursi, pero es inevitable.

— Está bien, me gusta que seas así. — respondió la castaña, sonriendo a Miguel. — Bueno, pero tenemos que prepararnos para la fiesta de Moon.

Morgan intentó levantarse, pero Miguel la detuvo del brazo y volvió a tirarla con él.

— Esperemos un poco más aquí. — susurro Miguel, acariciando el cabello de Black.

— Eres un pegajoso, Miguel. — gruñó Morgan, pero en realidad estaba sonriendo.

Miguel solamente se quedó en silencio, con los ojos cerrados, una mano en la cintura de Morgan y la otra en su cabello.

— ¿Morgan? — cuestionó el chico.

— Mande. — respondió Black.

— Te amo. — dijo Miguel, sonando demasiado sincero. Morgan sonrió enormemente cuando escucho esas palabras salir de los labios de Miguel.

— Yo también te amo. — respondió Black, justo como lo dijeron la primera noche que se confesaron sus sentimientos. — ¿Por qué estas tan cursi el día de hoy? Sí se puede saber.

— No lo sé, tal vez es la última vez que este cursi contigo. — respondió Miguel. — No sabemos sí el día de mañana este entre la vida y la muerte.

— ¡Callate, Miguel! Es prácticamente imposible que algo te suceda dentro de la escuela. — dijo Morgan. — Aún así, no estés diciendo tonterías.

— Solo bromeó, tonta. — respondió él.

— Pues no hagas bromas sobre eso. — dijo Morgan, rodando los ojos.

— Cómo si tu no tuvieras humor negro. — dijo Miguel. — Bueno, ven, vamos a dormir cinco minutos.

Miguel recostó en su pecho a Morgan, que otra vez ya se había levantado. Se quedaron dormidos como por una hora, hasta que Morgan se dio cuenta de que tenían que arreglarse rápido para ir a la fiesta. Miguel fue a arreglarse a su casa, todavía seguía medio dormido.

Finalmente los dos pasaron por Hawk, que los estaba esperando con los brazos cruzados.

— ¿Por qué tardaron tanto? — preguntó el pelirrojo, subiendo a la parte trasera del auto.

— Nos quedamos dormidos. — respondió Miguel, frotando sus ojos. Aún seguía teniendo sueño.

— Ajá, dormidos. — murmuró Hawk.

Morgan y Miguel se miraron con el entrecejo fruncido, sin saber a qué sé refería Hawk con exactitud.

(...)

La fiesta estaba bien, era un ambiente sano en donde todos podían convivir de manera sana. Miguel y Morgan estaban juntos todo el tiempo, pero como a Tory le entraron celos se unió a ellos para evitar que se besaran o algo así. Los tres entraron riendo a la casa por un chiste gracioso que había dicho Miguel, pero sus sonrisas de inmediato se borraron cuando vieron a Robby y a Sam.

𝐀𝐫𝐜𝐚𝐧𝐞/𝐌𝐢𝐠𝐮𝐞𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora