𝑫𝒊𝒆𝒛

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"Hemos sobrevivido a tantos incendios que ya no podemos saber si estamos vivos o simplemente ardiendo"

Ron Israel.


Morgan despertó con pesadez, era bastante temprano al ver el despertador. Casi no había podido dormir, habían salido bastante tarde de la fiesta y hoy tenían que levantarse temprano.

— Morgan, tenemos que levantarnos. — le susurro Miguel, moviendo a Morgan. — Hay que ir a la escuela.

La castaña se frotó los ojos para poder despertar mejor. Sus ojos se encontraron con los de Miguel, que la miraban con atención y de manera extraña, sintió una gran punzada en su corazón, como si ya no lo volvería a ver jamás. Era estúpido, porque Morgan jamás tuvo ese instinto maternal de saber lo que pasaría, pero esa vez, sintió algo extraño dentro de ella. Deseaba mantener a Miguel a salvo.

— Migue, hay que faltar. — dijo Morgan. — No quiero ir a la escuela.

— Tenemos que ir. — insistió Miguel. — Nunca es bueno faltar el primer día de clases. Insisto.

— Mmm de acuerdo. — murmuró Morgan. — Ve a tu casa a arreglarte.

— Si. — dijo Miguel, solamente poniéndose sus sandalias. Incluso ya tenía una pijama en la habitación de Morgan. —  ¿Morgan?

– ¿Mmm? — cuestionó la castaña, levantándose de la cama. — ¿Sucede algo?

Miguel la miró a los ojos, con atención, parecía que quería decir algo bastante delicado, pero al final solo sonrió levemente y deposito un beso en los labios de Black.

— Nada, algo tonto. — respondió el moreno, aunque sabía perfectamente que lo que quería decir no era nada tonto, era algo preocupante. — Solo estaba pensando en nosotros.

— ¿Nosotros? ¿Qué sucede con nosotros? — preguntó Black.

— Bueno ¿haremos planes para el futuro? Digo, es que ya comienzo a pensar en él. — respondió Miguel.

Morgan quedó perpleja.

— ¿De verdad? Yo jamás pensé en eso. — dijo la castaña, con las cejas levemente alzadas y sus labios formados en una pequeña "O"

Su expresión era un poema.

— Sí... Es inútil, yo... — murmuró Miguel, completamente nervioso.
— Oye ¿podríamos hablar después de clases? Es algo importante.

— Seguro. — Morgan respondió así de simple, pero su mente lo proceso algo mejor y supo que sería la oportunidad perfecta para hablarle a Miguel con sinceridad. Sobre su pasado, sus cicatrices y su lucha.

Que mentira.

Que mentira.

Que mentira.

En cambio, a Miguel  le preocupaba Morgan, por lo que vio mientras dormían, pero en realidad, se debería de preocupar más por él mismo.

(...)

Ya habían llegado a la escuela y Tory lo respondía ningún mensaje. Era como si hubiera desaparecido.

Morgan miraba su teléfono con preocupación, Miguel le había dicho que en la fiesta se enfado mucho y que nadie la volvió a ver. La castaña estaba demasiado preocupada por Tory, sabía que sí no se fue de ahí, probablemente la policía la arresto.

— ¿Todavía nada de Tory? — cuestionó Aisha.

— No ¿y tú? — respondió Morgan.

— No me responde. — dijo Aisha.
— Ya me estoy preocupando.

𝐀𝐫𝐜𝐚𝐧𝐞/𝐌𝐢𝐠𝐮𝐞𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora