Capítulo 18.

13 5 0
                                    

Capítulo 18.

En ocasiones era enemigo de mi propia mente, era difícil no atormentarse con los mismos pensamientos que te invaden, recuerdos del pasado, momentos que tú hubieras más apreciado, etc.
Me pasa ahora en mi habitación recordando la primera vez que besé o abracé a Ana, fue especial, en mí causó mucho estragos.
No he hablado con ella, y les confieso, me hacía mucha falta.
Con la lluvia que caía de forma ruidosa como si el cielo fuera a partirse en dos, las gotas de agua golpeando mi ventana, no había nada que hacer.

Estela|✌
¡Buah! Cuanta lluvia hay, hasta puedo escuchar los gritos de ayuda de aquellos que habitan el cielo.

Jackson|👻
Mejor anda a dormir, te escucho bostezar desde aquí, estúpida.

Estela|✌
¡Así que vamos con esas eh! Pedazo de mierda, tú te escuchas más que... ¡Que los elefantes!

Jackson|👻
¿Qué? ¿no sabes decir un buen insulto, lenta?

Me empiezo a reír por lo bajo con sus mensajes, descubrí que al final eran solos ellos dos para todo, nos encontrabamos en los pasillos y hablabamos como si nos conociéramos de toda la vida, era bastante relajante. Y no lo sé, aún no lo tengo bastante claro pero creo que me uní a ese pequeño grupo cambiando de ser un dúo, a un trío.

Jhonny|🐾
¿y si mejor van a dormir los dos? Si mal no recuerdo tienen examen mañana de geometría.

Estela| ✌
¡Mierda! No estudíe.

Jackson| 👻
Buenas noches<3 me voy a estudiar.

Cuando empiezo a escribir se escucha el timbre de mi casa, extrañado porque sabía que mamá no se quedaría esta noche en casa y porque eran casi media noche voy abrir la puerta, para mi sorpresa me encuentro a la chica que me roba el pensamiento.

Ella se encuentra ahí, con su cabello rosa todo empapado, su cara sin alguna pizca de maquillaje y en pijama, estaba temblando del frío abrazándose en si misma para conseguir calor, su nariz roja junto sus mejillas, sus ojos tan brillosos.

Pasa sin mi permiso, soltando un pequeño sonido de satisfacción al conseguir calor al lado de la chimenea que ha estado prendida, no me ha dirigido la palabra.

—¿Qué haces aquí? —es lo primero qur suelto de forma imprudente, era muy tarde y su madre la pudiera castigar por salir a escondidas.

—¿Acaso ya no disfrutas de mi compañía chico estrella? —sonríe con ego, frotando sus manos frente a la chimenea, no me ha mirado en ningún momento pero sé que me presta atención.

—Lo hago, pero es tarde, Ana.

—¿Ya no soy Luz? 

Quedo estático, me observa por primera vez en toda la noche y sale una media sonrisa en su rostro, no menciono nada y miro mis manos limpias, esas que me esforce en quitar la pintura haciendo un retrato para ella... ¿pensaba que ella ya no me importaba acaso?

—¿En qué piensas?

—Dejemos de responder nuestras preguntas con otras, es frustrante —exclama, ella agarraría un resfriado si no se cambiaba su ropa.

Tomo su mano y sin rechistar ella me sigue a mi habitación, en mis gabetas busco ropa que le quede pero todos sabemos que se le verá gigante, le pido que se desvista y hace caso como si fuera una sirvienta, mis ojos no evitan pasear por su cuerpo y en definitiva era pequeña, poco senos y una pequeña cintura, no era exactamente con piezas grandes exceptuando sus piernas, para mí era la tentación y si seguía mirando no podría aguantar para tirarme sobre sus labios, no podía, no debía.

¿Yo? ¿Roja? ¡Para nada!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora