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Cuando le dieron fecha a Mark para su operación, el pelinegro estaba terriblemente nervioso, se asustaba por algo tan leve como un movimiento rápido y estaba muy callado, mirando hacia abajo todo el tiempo y jugando con sus dedos nerviosos.

Así que Haechan tenía que tratarlo como un niño pequeño y él ser su mamá o la maestra cariñosa y comprensible de la escuela, así que siempre le hacía mimos sobre su cabeza, le decía todo con palabras bonitas, le había traído uno que otro poema cursi que lo había vuelto un lindo tomate.

Lo acompaño cada día y cuando llegó el momento en que lo llevaban hasta la sala de operaciones en la camilla, tomó su mano le sonrío ampliamente y acarició su rostro con cariño.

— Todo saldrá bien, Mark, verás que después te voy a molestar por lo miedoso que estás siendo en este momento, mí tonto.

— Haechanie, te amo, ¿Te lo he dicho antes?

— Sí, Mark, cinco veces en los últimos diez minutos, y yo también te amo, nene.

— Porque en serio te amo, ¿Si? Te amo a ti y a tus gorros y a ti sonrisa y a tu positividad y a tu encanto y-

— Si, Mark, si, lo dijiste — dijo Haechan con una risa, asintiendo.

— Haechanie... — Mark lloriqueo cuando vio la puerta de la sala de operaciones a menos de cinco metros.

— Mark, tranquilo, en este momento es donde no debes hacer nada, nene, todo queda a manos de los que estudiaron años y años y tienen años de experiencia para hacer algo que ya han hecho antes y que no es de las cosas más complicadas que saben hacer y que han hecho, ¿Si? Mira, antes de que te des cuenta estarás conmigo en mi departamento, y dormiremos juntos, ¿Te parece?

— ¿Me estás invitado a follar antes de mí muerte?

Haechan golpeó su pecho, las enfermeras que lo acompañaban rieron con el comentario.

— No, te estoy invitando a una pijamada, no podemos follar ni tú ni yo, estúpido.

Mark hizo un puchero.

— Haechanie, tengo miedo...

— Venga, beso de valor— dijo Haechan, inclinándose sobre él para besarlo, Mark correspondió de inmediato, y se dejó consolar unos segundos en los belfos de su chico bonito, quien al separarse de él le sonrío—. Te veré pronto, vas a ver que van a ser dos minutos sin mí.

— Y después de eso muero.

— No, idiota— Haechan apretó sus mejillas—. Te amo, Mark, eres mi niño valiente, ¿Si?

Mark asintió, y no tuvo más tiempo que apretar su mano una vez más antes de que los doctores estuvieran listos dentro de la sala, y sólo empujaron la camilla hacia el interior del lugar.

Cuando todo terminó, sin mayores complicaciones, fue trasladado a una habitación, y Haechan se quedó a su lado, tomando su mano, escribiendo en su cuaderno hasta que la anestesia pasó, y Mark abrió sus ojos con torpeza.

— Hola, mi amor— dijo Haechan, con una sonrisa, dejó un beso en su nariz.

— Fue...muy rápido— habló, algo torpe porque su lengua aún estaba media dormida, y el menor rió con ternura.

— Te lo dije— Haechan asintió.

— ¿Estoy siquiera vivo? No siento nada...

— Estás en el paraíso y soy tu ángel de la guarda.

Mark lo miró unos cuantos segundos y parpadeó un par de veces.

— Oh, es verdad... Si es cierto.

Haechan se comenzó a reír muy fuerte, porque Mark lo decía muy en serio además de que lucía adorable así de confundido.

— Te amo tanto, tonto— dijo Haechan.

— Yo también te amo, ángel.

— ¡No soy un ángel!

— Pareces uno— Mark lo miró con fascinación en sus ojitos.

— Soy un hada— dijo Haechan, totalmente seguro.

Mark frunció el ceño.

— ¿Eres estúpido? Esas cosas no existen.

— ¿Y los ángeles si?

— Estoy viendo uno, dame más pruebas de tus hadas, perra.

— La anestesia te pone más estúpido de lo normal.

— ¿Tu mano está... Pegada a mí mano? Porque se siente raro...— preguntó, frunciendo el ceño mirando sus manos unidas, alzandolas frente a su rostro.

— No, están separadas, mira— Haechan separó su mano para abofetearlo, sin fuerzas pero la suficiente para hacer que suene al golpear, dejando a Mark confundido y mirando su manito con sorpresa, volvió a reír y se dijo a sí mismo que no se arrepentiría de molestarlo cuando esté más consciente.





Maratón 1/5

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Maratón 1/5

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