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— ¿Cómo te ha ido, mí pequeño rayito de sol de la mañanero? — preguntó Mark, Haechan ya había pasado por el trasplante que necesitaba sin mayores complicaciones, y estaba en la camilla del hospital escribiendo en su cuaderno para pasar el rato.

Mark se había pasado la tarde buscando un regalo para Haechan así que había llegado bastante tarde luego del trasplante y de que el chico despertara, pero por fin había conseguido un peluche decente, un perrito del husky siberiano que era sumamente adorable.

Haechan rió por su apodo tonto y recibió el peluche con brazos abiertos, abrazandolo.

— Excelente, mí cachorro nocturno de lince ibérico.

— Oh, ibérico, como el jamón— dijo Mark y Haechan rió muy divertido —. Qué por cierto, tengo hambre, ¿Vamos a comer algo?

— Aún no me dan el alta, Mark— dijo Haechan, el pelinegro hizo un puchero —. Pero cuando salga de aquí, sí, nene.

>> Oh, y mira, he escrito más poemas.

— Hacía mucho que no escribías poemas, Haechannie— comentó el mayor, se sentó así lado en el borde de la camilla—. ¿Puedo escuchar uno?

— N-No está terminado— murmuró Haechan, negando.

— A ver~~— Mark le hizo ojitos.

Haechan tenía las mejillas ya rosadas y comenzó a leer con su tierna voz.

— << He caído de un acantilado, he aterrizado en tus brazos, tus manos han limpiado mis lágrimas, tus besos mi alma... En tus ojos hay una guía, grande mi suerte porque es mía, en tus manos acunas mi vida, en las mías conservo tus días>>

Mark estaba ruborizado y sonreía como un tonto, Haechan lo miró con el ceño fruncido y apretando sus labios.

— No me convence...

— Es hermoso.

— Te dije que no está terminado.

— Te está quedando hermoso.

Haechan se quedó sin palabras y rió totalmente avergonzado.

Quería que ese poema sea el mejor de toda su vida, que sea lo más acertado y bonito, porque era para su Mark, para quien estaba con él en el momento más feo de su vida y aún así no huía, aún así lo amaba, aún así lo trataba de forma excelente.

— Es para ti— dijo el menor, mirándolo a los ojos con una sonrisa.

Mark llevó una mano al pecho y abrió su boca fingiendo gran sorpresa.

— ¿Mí? ¿Yo? ¿Myself?

— Sí, tú, el idiota— contestó Haechan.

— Eso me ofende.

— Todo te ofende— Haechan se encogió de hombros.

— ¿Sabes qué también me ofende? Que no te haga ni un puto poema porque soy un asco para esas cosas.

Haechan negó.

— Yo no necesito que me escribas poemas, nene, ya me tratas muy bien y me encantas, no necesito rimas, y tú tampoco, para demostrarme que me amas, eres así de maravilloso.

Mark asintió ligeramente, e hizo un puchero.

— Iba a continuar diciendo que como no sabía hacer poemas pero sabía tejer... ¡Nos tejí gorros de pareja! — dijo, sacando una bolsa que traía escondida en su buzo y haciendo a Haechan reír.

— ¿Otro gorro de pareja más?

— Pudrete Dong Hyuck, tú me convertiste en esto— Mark sacó los gorros, uno era negro y otro era rosa, y tenían un detalle estúpido que hacía al mayor muy feliz—. Tienen orejas de oso.

Haechan sonrió con ternura y tomó el gorro rosa, viendo las orejas deoso que había tejido y cosido al gorro, y asintió encantado.

— Sí que somos unos tontos cursis— dijo Haechan, colocándose el gorro y acomodando sus orejas al frente.

— Ser tonto es la clave de la felicidad.

— Entonces soy muy tonto contigo.

— Soy el más tonto del mundo, Lee.

Chemo - MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora