El diario de mi vida

A base de golpes, te acabas haciendo fuerte.

Cuando me quise dar cuenta tenía las manos de Alex agarrándome por la cintura y yo gritándole que me soltara, no entendía quien se creía que era para agarrarme después de todo.

-Lo siento, Eneritz.-Dijo mientras le brillaban los ojos

+¿qué lo sientes, sabes a caso la de noches que me he pasado llorando como una estúpida pensando que el problema había sido mío, que yo tenía la culpa de todo, que había sido por mi por lo que esto se había ido a la mierda...? No, no tienes ni idea de la de noches, de la de días sin salir, ni idea de nada, así que lo siento, pero nosotros no tenemos nada más que hablar.

Intenté de todas las maneras posibles no llorar mientras me iba, intenté que los recuerdos no inundarán mi mente, 'esta va a ser mi noche' me repetía sin sentido alguno en mi cabeza todo el tiempo y es que por más que lo repitiera, me daban ganas de ir donde él y llamarle gilipollas y darle de hostias hasta que ya no pueda más, pero sabía que eso no serviría de nada, que empeoraría las cosas y además, en cuanto vuelva de Tenerife me iré para California y empezaré de cero.

Después de pasear sola por la playa, escuchando de fondo la música e intentando pensar en todo, en si quizás que Alex me dejará era lo mejor que me podía haber pasado, en qué será de mi a partir de ahora y sobre todo, qué tal me irá por California, me junté de nuevo con Astrid y con Martina, las cuales me preguntaron ansiosas que las contara todo y las mismas que me dijeron y repitieron que lo mejor había sido separarme de él, que disfrutara de esta noche y que siguiera mi vida, que lo mejor siempre estará por llegar.

Me dirigí a la barra y me pedí mi típico Gin tónic, no había ni una sola noche en la que saliera que no me bebiera uno o unos cuantos.

Esa noche sólo quería olvidar todo, sólo quería disfrutar después de tanto tiempo en casa.