Cuando menos te lo esperas, todo cambia.

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*Eneritz*

Había intentado mantener todo el día la cabeza en otra cosa, pensar en qué haremos esta noche, en dónde iremos, quiénes y sobre todo, ir a un lugar en el que no me pueda encontrar con Alex.

Habíamos quedado en el bar de siempre, a las diez y quedaban menos de cinco minutos para que lo fueran, Astrid y yo, aún estábamos en casa, acabando de arreglarnos cuando sonó mi teléfono...Escuché como sonaba unos tres tonos y poco después dejo de hacerlo, acabe de maquillarme, cogí el teléfono y vi que tenía una llamada perdida, de Alex...
A saber que es lo que se le ha pasado por la cabeza para que me llame, quizás quería decirme algo importante y al ver que no se le cogía decidió colgar, quizás se arrepentía de haberlo hecho... Bloquee el móvil, cogí las llaves, llame a Astrid y salimos, como siempre, llegando tarde, pero ya nos conocían, ya me conocían...

Mientras iba conduciendo salió mi canción favorita y en vez conseguir que sonriera y me pusiera a cantarla como una loca, consiguió que me pasará un buen rato sin casi pestañear, sabia que todos los recuerdos que me traían esa maldita canción no eran buenos y que al final acabaría consiguiendo hacerme llorar. Faltaba poco para que llegara y no me apetecía tener que aguantar a todos diciendo que era hora de superarlo, que yo me merecía algo mejor...Porque a fin de cuentas es lo que todos me acababan diciendo siempre, lo que me recordaban cada día sin darse cuenta de que por mucho que pareciera que no, yo sola me había dado cuenta de que no formaba nada en su vida ya, que no era nada y que debería superarlo cuanto antes.

-Como siempre tarde, Eneritz -Me dijo Pedro entre risas.

-Creo que ya me conoces de sobra, Pedrito- Le dije mientras le abrazaba. Se encontraba al lado de un chico alto, rubio, de ojos azules, el cual no conocía de nada, pero me llamaba la atención.

-Eneritz, tengo que presentarte a alguien - Me dijo todo serio.

-¿Pues a que esperas?

-Bien, se llama Diego y acaba de volver de California y pensé que quizás le querías conocer, ya que iréis a la misma universidad el año que viene.

-oh, encantada diego- Le digo con una sonrisa mientras le doy dos besos.

-Encantado, Eneritz, ¿Verdad?

-Si - Conteste con una sonrisa y sin nada de vergüenza para lo que soy yo.

Me di la vuelta y mientras me dirigía a donde se encontraba Astrid y los demás conseguí escuchar como diego le decía a Pedro que qué razón tenía cuando le dijo lo bonita sonrisa que tenía y que corto se había quedado diciendo lo preciosa que era. Continué mi camino sin pausarme un segundo, pero sin conseguir quitar esta sonrisa tonta de la cara...

El diario de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora