Capítulo 12

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—Key... —la voz se oía lejana, como si un susurro se desvaneciera en el aire. —Key... —se giró sobre donde estaba y no veía nada.

Un inmenso bosque lo rodeaba. Se perdió en el tiempo que llevaba allí, en ese lugar no existía el hambre, tampoco el sueño o la noche, todo era luz y vitalidad. No entendía cómo sus padres lo ponían allí cada vez que estaba al borde de la muerte, era irónico el asunto.

—Key —la voz de Julio lo obligó a girarse. Allí estaba el hombre, mirándolo con impaciencia.

—¿Qué sucede? —Preguntó serio y preocupado.

—Nos encontraron... —dijo cayendo sobre sus rodillas. Cuando quiso socorrerlo, notó como de su abdomen salía mucha sangre.

El hombre se desvaneció en sus manos.

—¡No, Julio! —gritó girándose para buscarlo.

—Key —cuando se giró nuevamente, encontró a Gabriel encadenado, desangrándose por una herida en la garganta.

También se desvaneció en el aire.

—Hijo —miró a la abuela Bennet siendo ahorcada en uno de los árboles.

—Vaya vaya —esa voz no la conocía. Cuando se giró, un hombre que no pudo identificar, de traje, piel tostada y cabello blanco; se le acercaba con parsimonia. —Increíble que nuestra madre te oculte con tanto recelo.

Se tensó.

—Pero no te equivoques. No creas que tú y la bruja Bishop podrán ocultarse por más tiempo. Eliminé a sus aquelarres en el pasado, haré lo mismo con ustedes —siguió.

Intentó verle bien el rostro, pero la visión se distorsionaba, entonces entendió que su madre lo estaba protegiendo, pero al mismo tiempo distorsionaba la imagen.

Quiso hablar, pero por primera vez en siglos, no encontró su propia voz.

—Los sacrificaré a Baphomet y se regocijará con su sangre, dándome poder sobre la tierra marchita que tanto quieren proteger —siguió.

—Key... debes despertar... tienes que seguir... —de nuevo esa voz lejana.

Sintió dentro de sí un extraño tirón. Miró a lo lejos como Sean y Angélico jugaban entre ellos, siendo apreciados por un montón de personalidades de las cuales pudo identificar a la mujer que los espíritus le dijeron era la antigua y más poderosa Sacerdotisa de Nazareth, Katherina. Max y Juan y la doctora que había ayudado a Ignacio.

Arriba de los dos chicos danzaban energías poderosas, luz y oscuridad, contrastes de antiguos reyes creados, un equilibrio. Se sentía poderoso, majestuoso, lleno de vida. Ambas energías tomaron forma de personas o por lo menos eran siluetas, echas de energías y universos enteros, estrellas y luces.

—¿Qué es eso? —Preguntó atónito.

Elegidos... poderosos... telanes... iluminación... gracia divina... conciencia superior —esos eran sus hermanos y hermanas, susurrándole cosas. Su madre quería darle un claro mensaje.

—Key... —de nuevo ese llamado. Esa voz si la conocía...

—Sebástian... —susurró tocándose el corazón.

Colonizadores: RetrospecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora