Capítulo 5

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Verónica despertó al sentir un montón de disparos cerca. Su corazón se sentía a punto de explotar y su cuerpo en estado de alerta. Se levantó sintiendo el familiar dolor de espalda que tenía desde que dormía sobre heno y mirando en todas las direcciones que pudo desde su lugar, no notó a ninguno de sus hombres alertas, todos estaban desperdigados por el gran establo.

Con cuidado y sin despertar a su mano derecha, quien se encontraba a un lado de ella, bajó y colocó el calzado cómodo que tenía gracias a Anna, tomó la manta y empezó a maniobrar para no despertar a ninguno de los hombres que, si bien le decían que no estaban cansados, al ella ordenarles que descansaran, caían rendidos.

Al salir del establo, una hermosa luna gigantescas la recibió brillante como el sol. Intentó buscar en sus memorias un momento en el que la luna estuviese tan gigante y brillante, pero no lo encontró.

Escape... elegidos... huir... a salvo...

Esta vez no solo fueron las voces, imágenes de un tiroteo en donde Sean Zerpa y Angélico Petrova escapaban, pasaron rápidamente por sus ojos como una película.

—¿Qué... —La pregunta murió en su boca cuando en el horizonte, pudo ver un enorme jet de la CEUF bajando un paquete.

Sentía un revoltijo en el estómago y quería saber que habían dejado sin tanto protocolo o protección, entonces antes de poder meditarlo ya estaba hablando: —¿Qué es eso?

Cazadora... poderosa... peligro... sangre asesina... servidora...

Verónica arrugó la cara, aquellas voces le habían respondido. Quiso preguntar más, pero si normalmente no las entendía, intentar descifrar los mensajes consumían la poca cordura que poseía en esos días.

Se sentía cansada y no sabía si volver a su casa, con sus comodidades, le devolvería eso que tanto se esforzó por tener. Mi paz, pensó bufando. Esa paz era tan frágil como su presente cordura y su actual situación le presentaba un panorama que nunca había visto.

Sí, le dolía la espalda, pero en todos esos días nunca necesitó de pastillas o visitar a Ferbucksón, su terapeuta, para dormir. Sí, sentía ese montón de cosas que la gente llamaba "emociones" y la estaban volviendo loca, pero esa paz frágil y de cristal no era la único sobre lo cual giraba su mundo.

Entonces, allí, parada en medio de un corral de caballos, bajo la fuerte luz de la luna, decidió que quería comenzar de nuevo; con las voces, con Anna, con los hombres que quisieran seguirla. Quería iniciar y hacer algo diferente, para ver si y solo si, podía obtener una paz más duradera y genuina. Todo a su alrededor era nuevo, quizá un poco aterrador, pero se sentía real y quería darle una oportunidad.

—¿Señorita Verónica? —La voz de Mathias la sacó de sus cavilaciones.

Se giró para verlo entre serio y dormido.

—¿Te desperté? —Preguntó de regreso.

—No —dijo sacudiendo la cabeza y acercándose con una manta encima. Mathias le llevaba casi media cabeza de altura y mucha masa muscular de diferencia, sus ojos grises siempre estaban alerta. Cuando escogió a su escuadrón, no dudó en acogerlo a él, desde que su trabajo de cazadora había comenzado, él la cuido en todo momento.

En la CEUF, los cazadores son personas que conocen los secretos de la organización, ellos se encargan de evitar desastres y perseguir a las personas que representan una amenaza para su gobierno. Muchos de los cazadores tienen su propio equipo militar predilecto, a quienes buscan cuando tienen que salir de la comodidad de sus muros; otros preferían hacer la caza solos, como eran los casos de Halcón, Meredith, Hansel o Donatella.

Colonizadores: RetrospecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora