Capítulo 14

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Donatella no había podido averiguar nada desde que su tren la había dejado en tierra de nadie. Dos días prácticamente perdidos sin ningún rastro. Pero ya cogería algo, podía oler la sangre fresca y eso era algo que nadie le sacaba de su mente.

Se llevó la cerveza a la boca mientras descansaba de su caminata en aquel bar de mala muerte, mientras escuchaba todas las conversaciones que podía.

—Hola belleza, ¿te invito algo? —Preguntó un asqueroso hombre mientras tomaba asiento a su lado.

—Si quieres invitarme una muerte, puedes quedarte —le respondió de inmediato.

—¿Y eso que... —no lo dejó terminar, le agarró los testículos y se los apretó con fuerza. —AHW.

—Significa que no me molestes a menos que quieras morir —le susurró y lo soltó.

Todo el bar, después de un segundo de silencio, siguieron en sus conversaciones, pero hubo una que llamó su atención rápidamente.

—Todos estos hombres y mujeres que vienen desde la CEUF son más salvajes de lo que uno pueda llegar a pensar —comentó una mujer de cabellera alborotada color marrón claro. Llevaba muchas prendas y un maquillaje exagerado, estaba rodeado de 3 ancianos que a leguas se notaba, babeaban por ella.

Se acercó a la mesa con su jarra de cerveza y pateando a uno de los ancianos colocó la bebida, rodándole un vaso a la dama.

—Me interesa saber más acerca de los otros que son como yo —le dijo sonriendo.

La mujer le sonrió con prepotencia de regreso.

—¿Qué me darás a cambio? —le preguntó la mujer. Que ahora podía notar, tenía un par de arrugas y los ojos color ceniza.

Donatella falseó una sonrisa y sacó su arma, disparándole a los otros dos ancianos que la rodeaban.

Todo el bar se alebrestó y empezaron a huir. Entonces el cantinero sacó una escopeta, pero ella sacó una pequeña bomba de plasma que al lanzarla hizo que todos los que estaban en la barra salieran volando por el techo.

—Tu vida. Te la dejaré con mucho gusto si la información es de mi agrado —le respondió.

La mujer tragó en seco.

♦ ♦ ♦

Rafael estaba mucho más tranquilo en esos días. Desde que Lu enfermó y Verónica la curó, mucha de la tensión acumulada se había dispersado. Todos estaban más cómodos y ya no existía tanta desconfianza.

Sabía que Lu no iba a confiar tan rápido en esas personas, pero él no tenía por qué dudar, todo lo que habían hecho era ayudar y dar apoyo. En ocasiones, como ahora, se encontraba con Verónica jugando con los niños, junto a Peni en su forma de niña. Eso lo tranquilizaba, pero le había pedido a Uno que no le sacara un ojo de encima.

Y ver a todos jugando y trabajando lo llevó a recordar sucesos pasados, unos que explicaban cómo fue que llegó a tener la batuta de aquella comunidad...

"Rafael dormía plácidamente hasta que fue despertado de golpe por unos saltos sobre su cama.

—Despierta, despierta, despierta —gritaban Elena y Pedro con euforia. —El padre Marcus nos espera y llegaremos tarde por tu culpa.

—Mjmmm —se quejó tapándose con la cobija.

Se la arrebataron.

Colonizadores: RetrospecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora