capítulo 18

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Al entrar en ese departamento no vio nada sospechoso a primera vista. Era una casa normal. Un poco desareglada como cualquier casa, en la cocina había víveres y era evidente que alguien vivía ahí. Habían dos habitaciones. Por como estaban amuebladas era evidente que eran de dos personas diferentes

~familiares? Casados? Amigos? Cómplices?~ se preguntó.

Desareglando lo menos posible comenzó a husmear. Era difícil buscar sin saber que debía buscar pero al encontrar una computadora pensó que tal vez encontraría algo. La computadora tenía una password para ingresar y aprovechó la situación para usar algo que había creado ella misma y que siempre tenia desde semanas esperando la oportunidad perfecta para utilizarla.
De uno de los bolsillos de su cinturón sacó un pendrive que contenía un virus creado por ella. Lo conectó a la computadora logrando acceder a ella y lo mejor de ese virus es que cuando se utilizaba las coordenadas eran enviadas a su carpeta personal de la bati-computadora. Tenía pocas esperanzas de que su familia las encontrará ya que nadie sabía de ese pendrive además de ella pero aún así pensó que en esa situación controlarian cualquier posible pista.
En la computadora no encontró nada relevante y basándose en sus anteriores experiencias eso significaba que quien vivía ahí escondía algo más grande que capturó la atención del mercenario. Siguió buscando en la segunda habitación pero esta vez buscando puertas escondida o algo por el estilo. Revisó el armario, la cama, las paredes pero nada daba a entender que hubiera algo escondido

~tal vez solo quiere mantenerme ocupada~ se quedó parada en el medio de la sala continuando a mirar su alrededor hasta que se fijó en algo.

Desde la ventana la luz del sol reflejaba en algo debajo del sofá. Pensó que podría ser solo un clavo salido o caído pero de todos modos controló. Metió la mano debajo del mueble buscando a ciegas hasta tocar algo. Lo agarró y lo sacó

~una billetera~ pensó desilusionada.

Lo que reflejaba la luz era el cierre metalico pero era una común billetera. La abrió para descubrir quien vivía ahí. En la licencia de maejar estaba la foto de un chico rubio y ojos verdes, el nombre de ese chico era Joseph Wilson

-me mandaste a controlar a tu hijo?!- reclamó en voz alta sabiendo que Deathstroke la escuchaba

~debe ser la casa de su ex-esposa~ pensó enojada pero en ese momento escuchó la llave entrar en la cerradura.

Rápidamente lanzó la billetera debajo del sofá y salió por la ventana, ahora solo esperaba que no se dieran cuenta de que alguien estuvo ahí. Con su moto regresó a la guarida intencionada a reclamarle a Slade pero por alguna razón que no entendía al llegar frente a la habitación adonde sabía que lo encontraría se detuvo. No entró, no lo logró porqué la verdad es que a pesar de su rebeldía a cualquier situación que la pusiera incomoda, estaba asustada y no solo por la vida de sus amigos y de su familia, ahora queria ser egoísta. Temía por su propia vida más de por la de sus queridos y no le gustaba como se sentía pero no podía evitarlo y eso la hacía sentirse culpable.

Esa noche fue la noche peor que tuvo en años. La pesadilla que creía haver dejado atras regresó sin previo avisó

Cuando abrió los ojos reconoció el lugar en el que por tres años había vivido. Ese infierno enmascarado de hogar. La base de la liga de los asesinos y mirándose a si misma se dió cuenta de tener puesta la uniforme de los asesinos. No entendía lo que pasaba, porqué estaba ahí o como llegó pero de un momento a otro alrededor suyo aparecieron decenas de asesinos luchando contra otros hombres pero era como si ella fuera invisible a los ojos de los demas

~yo...ya vi esta escena~ se dió cuenta pero sin lograr recordar cuando asistió a todo eso.

Miró su alrededor y vió a Deathstroke ir hacia lo más alto del palacio desde donde, desde un principio, Ra's Al Ghul fundó su liga. Eso le hizo recordar cuando estaba. Sin dudarlo corrió hacía donde sabía que encontraría a su hermano. Pensó que tal vez esta vez podría salvarlo, no dejarlo morir por su culpa. Cuando estuvo a pocos metros de alcanzar la habitación en la que sabía estaría, una niña de pelo oscuro, sucia de sangre, llena de heridas y con sed de venganza salió de esa habitación con la katana en la mano corriendo hacía donde estaba Deathstroke. Cuando pasó a su lado, ignorandola completamente, Rachel se detuvo en seco porqué sabía lo que le hiba a pasar a esa niña en pocos minutos y que el siguiente año sería un infierno en Tierra para ella. Ahogada entre pesadillas y miedos incontrolables.
Recordaba que su hermano había muerto antes de que ella saliera de esa habitación, era tarde para salvarlo pero tal vez podía salvarse a si misma. Decidió no controlar si por alguna razón se había equivocado y Jason seguía entre la vida y la muerte. Corrió tras los rastros de sangre de la niña quien no se había detenido. Viendo la cantidad de sangre que perdía se preguntó como pudo seguir corriendo y luchando, era demasiada.
Alcanzó por fin ese maltido pasillo adonde había logrado alcanzar a Deathstroke pero al voltear en el angulo de este, se encontró frente a frente con el mercenario y sintió el dolor agudo en su pecho. Miró hacía el origen de su dolor, dolor que era un recuerdo demasiado vivido en su mente, y encontró el cuchillo de Slade atrabezando su pecho. Su mirada fue encima del hombro del mercenario y se vió a si misma, en el piso...sin vida, en un charco de sangre. Al verse su dolor aumentó y otra herida se abrió en su abdomen. Conocía bien esa sensación, era la herida con la que Deathstroke la había matado

-pudiste salvarlo- le habló al hombre sin soltar su daga

-...q-que?- preguntó sin entender

-si tan solo lo hubieses escuchado desde el principio las cosas hubieran sido diferente- el hombre empujó aún más su daga en el pecho de la chica quien gritó de dolor agarrando la muñeca del mercenario tratando de apartarlo de ella pero solo obtuvo un gran dolor.

Se despertó sobresaltada, con la respiración agitada y no lograba calmarse. Se levantó esperando poderse calmar pero seguía sin poder respirar, trató de mantenerse de pie pero no pudo y se sentó en el piso tratando en todas las formas que podía de calmarse pero no lo lograba y sabía que no lo lograria sin ayuda asi que no le quedaba más nada que hacer si no esperar. Ya había sufrido antes de ataques de pánico, cuando regresó de la muerte era así todas las noches pero en ese entonces tenía a su hermano ahí para ella, mas ahora estaba sola y nadie iría por ella está vez.

Robin-una historia que continuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora