La verdad de Ana II

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Ese mismo día, el avión aterrizaba en uno de los aeropuertos de la capital de china, había sido un largo y agotador viaje.

Las dos mujeres decidieron tomar un taxi para poder llegar a la residencia de María, donde Ana se hospedaría en un hotel muy cerca del lugar. Tenían planeado dormir al menos por unas horas y recuperar fuerzas, faltaba muy poco para que el sol salga, ya que se encontraban en plena madrugada.

A la mañana siguiente y a muy tempranas horas, Ana llegaba a casa de María para poder comunicarse con el abogado. Quedaron en encontrarse en un pequeño café que se encontraba a sólo unos cuantos minutos en auto.

_Tendrás que ir tú sola por ahora - comentó María tomando su abrigo.

_¿Pero como podré comunicarme con él? Te recuerdo que no sé hablar chino, para eso te pedí ayuda.

_Lo sé, pero también recuerda que vine aquí por unos asuntos personales. Este día no podré ayudarte mucho por que estaré ocupada - tomó una pequeña mochila que colgó en su espalda - no te preocupes, Chang me dijo que llevará a una chica que también habla español, no tendrás algún problema.

_Está bien - comentó no muy convencida - ¿pero al menos me acompañas a pedir un taxi? No quisiera irme a otro lugar.

_Claro, vayamos de una vez por que se me hace muy tarde - iban de camino a la salida.

_¿Que es lo que tienes que hacer?

_Me reuniré con mi hermanos, nuestro abogado leerá el testamento que dejó mi madre - cerraba la puerta - espero que no se arme un verdadero lío.

_¿Por que lo dices?

_Digamos que...No nos llevamos bien, espero que mi madre haya tomado una buena decisión.

Minutos después, Ana entraba curiosa al pequeño café, buscando con la mirada al abogado Chang que seguramente ya debe de estar esperando.

_¿Ana Guerra? - escuchó a su lado, una chica de su misma estatura la miraba curiosa. La castaña asintió - el abogado la está esperando.

Al fondo del establecimiento, el abogado Chang se puso de pie al reconocerla y saludó cortésmente con una reverencia, Ana respondiendo igual.

_很高興認識你,請坐 - sonrió.

Ana lo miró dudosa.

_Él dijo que es un gusto poder conocerla, que por favor, tome asiento - tradujo la señorita que se encontraba al lado.

(Para no traducir constantemente, escribiré todo en español)

Luego de ponerlo al tanto de la situación de Mimi, Ana esperaba expectante la opinión del abogado que leía seriamente todos los documentos que Miguel  le había entregado como última ayuda de su parte.

_Tal parece que su anterior abogado tenía razón. No existe ni una prueba que apunte que haya sido un asesinato planeado - comentó algo confuso - me extraña que haya sido una condena inmediata, y más aún de veinte años. ¿Han intentado apelar?

_Mi amigo dice que no lo aceptaban, solo rechazaban cada documento que enviaba a la Fiscalía, y luego le advirtieron que dejara de hacerlo o perjudicaría su trabajo.

_En definitiva - veía los documentos - hay algo extraño detrás de todo esto - dejó los papeles - digame, ¿usted o su novia, tienen algún enemigo? Quizás que esté dentro del entorno de personas de altos rangos.

_No - negó - no que yo sepa.

_¿Y conoce al juez?

_Tampoco, jamás lo habia visto.

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