Capítulo 20.2

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Las diminutas muñecas de HyeJin estaban vestidas con pequeños bikinis y ropa para verano, al parecer disfrutando el sol y una pequeña pecera que servía de playa, Minghao intentaba ignorarlas mientras que el teléfono sonaba en su mano en señal de espera. La consejera le había dado espacio suficiente y había salido de la oficina, sin embargo ella aún estaba afuera, podía escucharla y definitivamente la olía.

"Todo es sí" Escuchó la voz de Jeonghan desde afuera y giró a punto de llamarlo y salir, sin embargo alguien respondió el teléfono.

"¿Hyelin?" escuchó la voz de su padre a través del teléfono.

—Papá...

"¡Por fin llamas por tu propia cuenta!" gritó el hombre y Minghao tuvo que apartar un poco el teléfono de su rostro. "¿o vas a regañarme? Si quieres regañarme de nuevo voy a molestarme ¡Yo soy el papá! Yo tengo que regañarte a ti ¿crees que eres demasiado adulto? ¡Aun eres muy joven como para castigarme! ¡Tienes que esperar a que sea un anciano dependiente de ti para hacerlo!"

—No voy a regañarte.— Aclaró con un pequeño suspiro. —Solo quería saber cómo están tú y mamá. ¿Están bien?

"Tu madre sigue un poco molesta conmigo, al parecer ella cree que puedo retroceder el tiempo y evitar hablar con ese estúpido tipo"

Minghao soltó una pequeña risa, bien, quizás su madre no estuviera del todo molesta o no intentara demostrarlo, porque ella era así, siempre se mantenía calmada a pesar de sus emociones, pero su padre tenía algo especial para leerla, y a él, tanto a la alfa como a Minghao, de algún modo podía ver debajo de sus pieles y deducir lo que andaba mal o extraño, quizás por eso Minghao prefirió mantenerse callado y escuchar a su padre quejarse por varios minutos acerca de la alfa.

Recordó al padre de Woozi y de lo incomodo fue que lo leyeran con total facilidad únicamente por sus manos, las miró por un momento notando aquellos detalles que resaltaban; desde la dureza hasta los callos y las uñas levemente maltratadas gracias al trabajo. Nunca lo había notado hasta que aquel hombre lo mencionó, y de alguna manera le recordó a su propio padre. Las manos de su papá tampoco eran lindas y delicadas, quizás eran más ásperas que las de Minghao a pesar de que el hombre era mucho más pequeño y débil.

Sin duda su padre había trabajado por años, renegando y siendo absurdamente infantil, pero cuidándolo a él aun cuando regresaba a casa cansado y un poco adolorido. ¿Cuánto tiempo trabajó de esa manera? ¿al menos ya podía descansar? Minghao no se había esforzado por hablar con su padre desde su reencuentro, por lo que no tenía idea de cómo era su vida ahora.

"...Termine, puedes decirme lo que pasa." Dijo su padre despues de una larga historia de su madre y tías. Minghao exhaló mirando el techo. "aunque me gustaría creer que llamas porque quieres sé que no lo harías sin una razón. Eres como tu madre."

Asintió.

—¿sabes porque me fui de casa?— Preguntó sin rodeos.

"Tenia algo que ver con superación personal y tu amigo Jun" Respondió el hombre con simpleza. "Tu madre me dijo que te fuiste sin avisar porque sabías que te diríamos que no."

Bajó la cabeza y dio un largo suspiro. Su madre no solía mentir, ella prefería ocultar solo un poco de la verdad, en especial a su padre. Así que no era mentira, Minghao se fue porque sabía que tendría un "no" como respuesta, pero eso pasó despues de que él hablara con su madre y ella le diera directamente el "no" al que tanto temía, se fue sin avisar en medio de la noche despues de que ella se negara, y ni siquiera consultó la opinión de su padre.

Minghao ya no culpaba a su madre de ello, porque si alguien le preguntara a Minghao lo mismo que él le preguntó a su madre también le daría un "no" como respuesta, y posiblemente lo vigilaría hasta asegurarse que aquella persona no fuera un idiota y se aferrara a esa idea.

El omega real [Seventeen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora