Prólogo

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-¡Haced perímetro!- les ordeno a mis agentes por radio.

Este atraco es lo más surrealista que me ha pasado en toda mi puta vida. ¿Alguien que tenga las neuronas bien puestas sería capaz de explicarme por qué tenemos que negociar por unas malditas vacas?

Sí, así tal cual. Los atracadores han utilizado como rehenes unas vacas. No es coña. Ojalá lo fuera, pero por desgracia no lo es. En vez de llevar personas, han llevado vacas. Así de anormales son algunas personas en esta ciudad.

-Superintendente- dios mío, ¿no pararán de molestarme en todo el día?

-¡¿Qué?!- le espeto a Torrente, uno de los oficiales.

-Perdón por molestarle, pero ha saltado un aviso de que ha habido un allanamiento de morada en su casa- mis ojos lo observan con incredulidad, ya que dudo bastante que alguien haya entrado por la cara a mi casa.

Sin embargo, al enseñarme su móvil con el mensaje del aviso y la ubicación, se me cae el mundo encima. Como eso sea cierto... ¡Julia y los niños están ahí ahora mismo! Tengo que pirarme cuanto antes de este atraco de mierda y llegar a tiempo.

-Encárgate tú de la negociación- le digo a Torrente.

-10-4- afirma Torrente.

Sin pensármelo dos veces, me subo en mi zeta y me dirijo lo más rápido que puedo hasta mi casa, rezando para que no les haya pasado nada a mi mujer y a mis hijos. Por otra parte, la sola idea de que les hayan podido hacer daño me retuerce el cuerpo a más no poder.

Tras unos pocos minutos, la fachada de mi casa se hace visible ante mí. Así que, piso todavía más el acelerador para llegar lo antes posible y termino aparcando el coche patrulla en la puerta, la cual está totalmente derribada y rota.

Antes de entrar, saco mi pistola y apunto con ella al interior. Poco a poco voy avanzando y comprobando si hay alguien o no hay nadie. Y en efecto, no hay absolutamente nadie en la planta de abajo. Así que, subo las escaleras con mucha precaución para llegar a la planta de arriba, donde está la habitación que comparto con Julia y las habitaciones de Matthew y Danielle, así como un par de cuartos de baño.

En los baños no hay nadie y en las habitaciones de mis hijos tampoco. Sólo me falta mirar en mi habitación. En el momento en que entro, la ansiedad controla mis emociones al ver alrededor de la cama rastros de sangre, por lo que avanzo rápidamente hacia allí.

-¡NO!- grito sin importarme ya si hay alguien escondido en mi casa o no -¡JULIA! ¡DANIELLE!

Encima de la cama yacen los cuerpos sin vida de mi mujer y mi hija, los cuales se encuentran en un estado deplorable y muy masacrados. Julia tiene heridas de apuñalamiento en todo el estómago y moratones alrededor del cuello, mientras que Danielle presenta un disparo en medio de la frente.

-¡JULIA!- arrojo la pistola al suelo y me acerco apresuradamente hacia ella para acojerla entre uno de mis brazos mientras las lágrimas caen a las sábanas de la cama -¡DANIELLE!- con mi otro brazo, acojo a mi hija -¡ME CAGO EN MI PUTA MADRE!

Por un momento pienso en quiénes habrán sido los hijos de puta que han entrado en mi casa para llevarse lo más preciado que tengo en esta maldita vida.

¿Y Matthew? ¿Dónde está? Mi hijo no estaba en ningún sitio cuando he registrado la casa, ni aquí tampoco. ¿Habrá escapado? ¿Se lo habrán llevado? Mil veces prefiero la primera opción. En ese caso, debo buscarlo. Y en caso de que se lo hayan llevado, también. Tengo que encontrarlo esté donde esté.

Espina Clavada (Jack Conway y tú / Contada por Conway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora