Capítulo 3

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Por hoy ya no quiero ni pensar en Gustabo, ni en Matthew, ni en Julia, ni en Danielle, ni en puto nadie. Pensar en ellos no me llena precisamente de la tranquilidad que tanto ansío tener. De hecho, siempre he pensado que morirme me ayudaría a recuperar esa paz, pues me reuniría otra vez con ellos y no tendría que preocuparme por nada más.

Sin embargo, todavía hay dos cosas que me atan a este jodido mundo, mi puesto de trabajo y la repentina aparición de Gustabo en Los Santos. Si no fuera por ello, ya no tendría absolutamente nada que hacer aquí. Hace muchísimo tiempo que las ganas de vivir se me esfumaron y no tienen intención de volver. Tampoco es que las necesite.

Por lo que respecta a mi trabajo... Tampoco es que sea la divina papaya. Este maldito cargo me produce un cansancio abismal y unas ganas increíbles de mandarlo todo a la putísima mierda. Hay días en los que se hace más ameno, pero la mayoría de veces termino con la vena yugular tan hinchada, que no sé ni cómo no me ha dado un jamacuco.

Sí, quiero deshacerme de este asqueroso puesto, pero por otra parte sé que muchas otras veces resulta gratificante el hecho de ayudar a la gente. Para mí, es una maldita encrucijada. No obstante, no puedo renunciar. Lo único que puedo hacer es esperar a que me llegue la jubilación y punto pelota. O eso, o que estire la pata antes. Debo recalcar también que gracias a Volkov y a mis otros agentes, no he tenido la necesidad de morirme del asco.

Hablando de Volkov, él y yo hemos congeniado desde el primer día que pisó mi comisaría. Nunca pensé que me llevaría bien con alguien del CNP, dado que soy una persona que no precisa de la compañía de nadie. Y tampoco es que precise de la compañía de Volkov, pero sí que es cierto que con él es diferente. Supongo que es porque tanto él como yo tenemos carácteres muy similares y casi nunca chocamos en opiniones. Además, poco a poco se ha ido convirtiendo en mi mano derecha. Hay veces que no sé qué haría si él no estuviera.

También tengo a Michelle. Sin embargo, no es lo mismo que con Volkov. Michelle, al ser mi excuñada, se me hace raro estar con ella y más cuando me recuerda tanto a Julia. Apenas mantengo conversaciones con ella, pues nuestro horario y nuestro cargo en el CNP no nos hacen coincidir mucho, pero aun así, la aprecio. ¿Cómo no la voy a apreciar si gracias a ella conocí al amor de mi vida?

Al fin llego a la ubicación que Volkov me ha proporcionado y me encuentro con una casa bastante grande. Por la apariencia que tiene la vivienda por fuera, diría que las personas que habitan ahí deben tener pasta. De lo contrario, dudo que la compra o el alquiler puedan pagarlo, ya que debe costar un ojo de la cara.

Aparco el patrulla en frente del edificio y me bajo para dirigirme a la entrada. Desde la puerta, escucho voces y música, así que asumo que ahí dentro se están montando una fiesta de tres pares de cojones. Lo que no llego a entender es por qué llaman a la policía diciendo que alguien se ha colado y ha amenazado con una pistola a la gente que vive ahí, pero luego siguen con la fiesta como si no pasara nada. Aquí hay algo que huele bastante a mierda.

-¡POLICÍA! ¡ABRID LA PUTA PUERTA!- debido a que tienen la música a punto de romper las ventanas, tengo que gritar para que me oigan.

La música se detiene al instante, pero parece que las personas que están ahí no tienen intención de responder ni de obedecer. De hecho, escucho incluso risas, lo que a mí me da a entender que se están cachondeando de la situación. Y eso ya me da qué pensar. Desde luego, hay demasiada gente anormal en este asqueroso planeta.

-¡HE DICHO QUE ABRÁIS LA MALDITA PUERTA!- les vuelvo a decir -¡¿ESTÁIS SORDOS O QUÉ COÑO OS PASA?!

Yo no sé qué cojones entiende esta gente por "abrid la puta puerta". Creo que está muy claro lo que significa. De todas maneras, no me extraña. Hay personas que les gusta mucho hacerse los anormales y eso me agota la paciencia a más no poder.

Espina Clavada (Jack Conway y tú / Contada por Conway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora