Capítulo 5

193 6 2
                                    

Ojalá pudiera ver la cara que está poniendo ahora mismo esta muñequita al escucharme decir que quiero negociar con ella. Sin embargo, la puta máscara esa que lleva no me permite saborear el momento. Es tal la frustración de no poder hacerlo, que cierro mis manos en puños hasta que siento las uñas en mis palmas.

Ya me la estoy imaginando cuando la capture después de acabar con este puto atraco y le quite esa mierda de la cabeza. Quiero ver la expresión de temor reflejada en sus ojos rogando que no la encierre en el calabozo. Sería tan divertido y tan gratificante...

Me pregunto qué se estará escondiendo en su mente en estos instantes, pues lo único que percibo de ella es lo estática que está observándome, mientras sus piernas comienzan a temblar de manera ligera. Me encanta esa reacción que estoy provocando en ella.

De hecho, tan valiente que se ha puesto antes diciéndome que me callara... ¿Y ahora qué? ¿Temblando? ¡Já! A pesar de que tiene carácter, porque lo tiene, parece demasiado ladradora y poco mordedora. No creo que aguante más de diez segundos contra mí. A esta gatita hay que bajarle los humos como sea, y no parece que vaya por mal camino.

Hasta que al fin la veo caminar hasta tenerla frente a frente. Ya creía yo que era tan cobarde que no se atrevería ni a plantarme cara. Habría sido una decepción que se negara a negociar conmigo, ya que perdería la oportunidad de verla en acción. Menos mal que no ha sido así.

-Bueno, ya que tengo que negociar con usted, me gustaría saber cómo se llama- me dice en un tono bastante sereno para lo nerviosa que parecía estar hace unos instantes.

De todas formas, no entiendo el porqué de que quiera saber mi nombre. No creo que eso le sirva para nada, si cuando el atraco termine la voy a llevar derechita tras las rejas por unas cuantas horas, el tiempo necesario para que no se acuerde ni del suyo propio. Con lo cual, decirle mi nombre está fuera de lugar. Sin embargo, ya que parece no saber quién soy en esta puta ciudad de mierda, se lo diré.

-Yo soy el superintendente Jack Conway- le respondo -Llámame superintendente- por razones obvias, no quiero que me llame por mi nombre.

-De acuerdo, superintendente- dice ella asintiendo con la cabeza.

-Bien, muñeca- dado que no hay ningún problema en referente a los nombres, vamos a empezar de una puta vez con la negociación -¿Qué pides por el primer rehén?

-Por el primer rehén, quiero una huída limpia- hace una pausa -No quiero obstrucciones ni obstáculos de ningún tipo, con eso me refiero a pinchos, vallas y barricadas. Tampoco truquéis los coches. Todo limpio.

Joder, pues sí que pide cosas la niñata. Está claro que tonta, precisamente tonta, no es. En mi opinión, está pidiendo demasiado. No obstante, algo dentro de mí me dice que acepte. No sé muy bien por qué, pero esta mujer tiene algo que me hace seguirle el juego. ¿Hasta dónde será capaz de llegar?

-Hecho- le digo finalmente. No sé si he hecho bien o mal al acceder a lo que pide, pero de cualquier modo no dejaré que se me escape. Por muchos obstáculos que no le ponga, la seguiré hasta el final.

-Venga, que salga el primer rehén- dice uno de los acompañantes de la chica. De hecho, es el que me ha llamado Corbatitas anteriormente -Tú mismo, el de las cuerdas vocales rotas- señala al rehén vestido de negro con la boina, que enseguida se levanta del suelo y se dirige hacia la puerta.

-Sale el primer rehén, cacheadlo- les comunico a mis agentes a través de la radio.

Al mismo tiempo que el rehén sale, Torrente lo aleja de la puerta para cachearlo. Por otro lado, veo que Leónidas, a quien yo llamo Justin Bieber por el pelucón que me lleva, se acerca hasta mí.

Espina Clavada (Jack Conway y tú / Contada por Conway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora