Capítulo 7

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____ Watson Black... De ahora en adelante jamás se me va a olvidar ese nombre. No sólo porque la haya interceptado en mi oficina y la esté escoltando hacia los calabozos, sino porque su carácter ha captado mi total atención. De hecho, debo decir que es muy parecido al mío en algunos aspectos. Sin embargo, hay una clara diferencia, y es que yo puedo llegar a ser mucho más despiadado que ella. Es más, esta nenita va a aprender a respetarme. De eso estoy completamente seguro.

Por otra parte, también me gusta que sea así conmigo. No sé por qué, pero así es. No termino de comprender qué la diferencia de otras mujeres, pero me encanta que sea así de arisca, que me hable mal, que me grite, porque eso me da más ganas de ponerla en su lugar y hacer que me respete.

¡¿Pero qué coño me pasa en la maldita cabeza, joder?! ¡Yo no soy de pensar así de alguien que no sea Julia! De hecho, Julia y ____ son muy distintas y además Julia es mi esposa. Aunque esté muerta, sigue siendo mi esposa. ¡No puedo dejar que otra mujer ocupe su lugar, por Dios!

En fin, ahora debo concentrarme en otras cosas, como por ejemplo encerrar a esta muñequita en el calabozo por un bien tiempo, el que me dé a mí la gana. Pasamos por la puerta que da a los calabozos y al que veo es a Horacio en la primera celda.

-¡____!- le dice a ella acercándose a la verja.

-¡CÁLLATE!- le grito yo.

Al pasar por la segunda celda, veo al inútil del follacabras, que enseguida se acerca hasta la verja imitando al de la cresta.

-¡____!- ya sabía yo que Segismundo también la llamaría.

-¡QUE TE CALLES TÚ TAMBIÉN, COÑO!- le grito al igual que a Horacio.

Finalmente llegamos hasta la tercera celda, la cual está vacía. Así que, ya tiene alguien que la ocupe. Abro la verja y la acompaño hasta el final para evitar que se escape, aunque dudo mucho que lo haga. Le quito las esposas y la dejo ahí quieta mientras salgo del calabozo y cierro con llave.

-Te voy a dejar aquí alrededor de dos horas- le informo -Mientras tanto, reflexiona y cuando te saque, quiero que me soples todo lo que sepas. De lo contrario, te irás a la federal antes de que tu margen de cuarenta y ocho horas para pagar la multa termine. ¿Te ha quedado claro, muñeca?- ella asiente con la cabeza -Bien.

Tras echarle una última mirada a la nenita, desaparezco de su campo de visión y camino hacia la puerta de los calabozos para salir. Por supuesto, esta puerta la cierro con llave también, no vaya a ser que por casualidades de la vida, estos tres se escapen de sus celdas. Obviamente no va a ser el caso, pero siempre es mejor prevenir que curar.

Al salir de la zona de los calabozos, subo de nuevo las escaleras para volver a mi oficina, sentarme en mi silla y reflexionar. Necesito pensar muy bien en todo este asunto de los anormales y de la chica porque hay algo que no me termina de cuadrar. Algo en su mirada me dice que no me ha dicho toda la verdad, y creo saber el qué. Me juego el maldito cuello a que ella intenta proteger a los otros tres. Es lo que mejor encaja.

Pero... ¿por qué quiere protegerlos? ¿Será que estos tres capullos la están amenazando o chantajeando de alguna forma? No, no creo que sea nada relacionado con eso, pues teniendo en cuenta que los conozco como si los hubiera parido, no me convence que hayan sido tan inteligentes como para aprovecharse así de alguien. Es más, diría que aquí la más inteligente de ellos es ____. Debo admitir que la muñequita tiene las neuronas muy bien puestas, al contrario que los otros tres.

Tengo que averiguar lo más pronto posible qué se trae entre manos al tratar de encubrirlos porque en estos instantes no soy capaz de atar cabos. Sin embargo, creo que debo tomarme un pequeño descanso antes de hacer nada porque desde que llegué al maldito atraco, no he parado ni un segundo. Por lo tanto, saco mi paquete de cigarros y me enciendo uno mientras en mi mente sólo ronda una cosa, o mejor dicho, una persona.

Espina Clavada (Jack Conway y tú / Contada por Conway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora