Capítulo 7

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Enseño mi pasaporte, la señora que me atiende me indica que ya puedo ir subiendo y esperar en el lobby.

Esto es una maravilla a los ojos, tiene su nombre bien grande incrustado en la parte de afuera, el crucero se llama QUEEN VICTORIA, las letras son de color dorado y en estas paredes tan blancas resalta muchísimo este cartel.

El lujo, el buen gusto y la estética con la que está decorado este salón es más que evidente al ojo humano y es que estos detalles son únicos y estoy segura que sobrepasa la típica decoración de los cruceros contemporáneos.

Mi padre me contó que específicamente en este crucero sus salones y áreas públicas eran de las que más le habían gustado a la Reina Isabel debido a que esta fue una de las invitadas especiales en el año 1940, y por eso la reina hizo una muy buena donación y esa es la razón por la que el crucero se mantiene en tan buen estado.

Me siento en un gran sofá rojo que está justamente frente al mostrador, espero mi turno porque puedo apreciar que hay varias personas esperado como en una especie de cola.

-Desea algo para tomar Señorita? - una chica muy guapa me pregunta, parece que es camarera. La muchacha como respuesta a mi silencio me empieza a leer toda la carta. -Tenemos jugo, café, algo un poco más fuerte por si lo desea, refrescos enlatados, cerveza…….

-Tienen agua?

-Si.

-Creo que voy a preferir eso.

-Está bien, enseguida se la traigo. -Y la chica da media vuelta y se va, pero puedo darme cuenta que lleva uniforme, y sí, es un pantalón rojo vino y una camisa blanca, creo que mi desconocido del pañuelo definitivamente trabaja aquí.

El señor del mostrador me hace una seña, supongo que ya está libre y me puede atender.

-Buenas tardes Señorita….

-Dio, Vanessa Dio. -el señor mira la computadora que tiene al frente y parece buscar algo.

-Lo siento, pero no tengo registrada a ninguna Vanesa Dio aquí, déjeme revisar otra vez.

-No revise porque no lo va a encontrar, ahí de seguro aparece Vanessa Giollacosta con reservación para una suite junto a Alessandro Giollacosta.

-Sí, tiene toda la razón.

-Mire es que hubo una pequeña complicación, esa soy yo y él, bueno, la persona que se iba a casar conmigo. Este viaje de luna de miel es solo para mi así que si no es mucha molestia cámbieme la suite por una habitación más pequeña por favor. -le digo al señor, que, aunque se ve muy amable mi humor no me permite ser cortés y agradable.

-Cuanto lo siento Señorita Dio, disculpe mi imprudencia.

-No se preocupe, no ha pasado nada. - y le trato de dar al señor mi más sincera sonrisa entre lo que cabe porque sé que de verdad se siente apenado.

-Pero tenemos un problema, no se va a poder lo del cambio de la habitación, todas están reservadas y es un viaje con capacidad llena. No vamos a tener ningún pasajero nuevo en estos 10 días, salimos y volvemos a Malta con los mismo. –me dice el señor un poco más apenado que anteriormente.

-Está bien, gracias por la ayuda.

El señor me da la tarjeta que es la llave a mi habitación, doy una media vuelta y la chica de antes me espera con el agua en la bandeja.

-Aquí tiene señorita, cualquier duda o problema que tenga no dude en llamarme.

-Muchas gracias, tendré en cuenta tu oferta. - y recogiendo el pomo de agua las dos compartimos una mirada y nos despedimos con una media sonrisa.

10 Días para olvidarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora