Capítulo 25

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El agua caliente recorría todo mi cuerpo. La ducha me estaba sentado muy bien, me estaba ayudando a relajar mi cuerpo y mi mente.

Escuché la sirena de fondo, solo podía indicar que en menos de 30 minutos llegaríamos a puerto.
Me sentía un poco mejor, sabía que era efecto de la ducha, pero ya con eso  era más que suficiente.

Tenía todo arreglado, apenas había podido dormir, así que aproveché mi insomnio y preparé las maletas. Ya quería bajarme del crucero, ya quería llegar a puerto, la espera se tornaba desesperante.
Un papel blanco sobresalía en el terciopelado piso de la tan lujosa habitación, era una nota, sin destinatario, pero era más que obvio el saber de quién provenía.

Hay cosas que llevan tiempo y otras que el tiempo se lleva. Recuerda lo que dicen los fotógrafos, levanta la cara y sonríe.

Leí la nota, la leí tanto que sentía como la vista se me nublaba entre lágrimas y el agotamiento por no poder dormir bien la noche anterior. La cerré y el agarré muy fuerte, esa nota iba a ser ese día mi ancla, mi soporte, mi atril.

Bajé del crucero, para mi suerte no vi a nadie, a nadie conocido. No quería despedirme de los amigos que había hecho en esos 10 días, porque despedirse significaba no volver a verlos. No quería ver una última vez a Fabio, no podía y creo que el beso fue justamente lo que necesitábamos, pero no más.

Así que agradecí esa soledad momentánea, aun con la nota en la mano, sin poder soltarla, bajé del crucero y pisé tierra firme después de tantos días rodeada de agua. No había ido en mi coche, así que no tenía transporte, me resultó extraño no ver a nadie esperándome, pero tampoco era algo que quería, seguía prefiriendo la soledad y así tratar de volver a la normalidad poco a poco.

Cogí un taxi que me llevo hasta mi casa, estaba a oscuras, abrí y se sintió fría, como si hubiera perdido el calor con el que la dejé, se sentía vacía, como si nadie hubiera estado ahí por 10 días.

Cerré la puerta y dejé las maletas en la entrada, subí a mi habitación y cuando llegué al último escalón me di cuenta que la luz de mi cuarto si estaba encendida. No sé si sabía ya quién me esperaba o si había perdido todo tipo de miedo, lo importante es que abrí sin temor a lo que me pudiera encontrar y ahí, con su cabello rubio sol y sus ojos azul mar estaba Alessandro, más demacrado que nunca, con barba ya de varios días, parecía que por él habían pasado años y no precisamente 10 días.

No pensé nunca como sería ese rencuentro, no quise pensar en que le podría llegar a decir cuando lo tuviera de frente, siempre quise esperar y así sorprenderme yo misma. Y así fue, me sorprendí a mí y a Alessandro cuando mi mano golpeo de forma contundente, tras un ruido seco en su cara. Yo nunca espere darle tal golpe en la cara, él, por su lado, parece que si lo esperaba y tan solo dejó que su cabeza siguiera por parte de la inercia el movimiento para luego así incorporarse y mirarme a la cara.

-Estuve esperando 10 días para hacer eso. -le dije.

-Lo sé. - dijo con la voz ronca, como si estuviera a punto de romperse.

-Qué haces aquí? - sabía a lo que había venido, pero aún así, quería escucharlo de su boca.

-Quiero hablar. – dijo Alessandro casi en un susurro.

-Pero que lástima, yo no te quiero escuchar. -dudé en si debía seguir y dejar que mis emociones me controlaran, pero me dejé fluir.-Sabes, los primeros días estaba desesperada, necesitaba una respuesta, necesitaba una explicación a lo que me habías hecho. Pero ya es tarde, en estos 10 días he pensado mucho y me he dado cuenta que no quiero una explicación.- quería que me viera fuerte, segura y decidida, pero en el fondo, se estaba totalmente derrumbada.

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⏰ Última actualización: May 04, 2022 ⏰

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