Capítulo 1

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Siempre habia querido vivir en Nueva York, me daba ilusión el despertarme aquí cada mañana en un departamento diseñado a mi gusto en alguna parte de esta ciudad. Son las 9 de la mañana y como siempre, he pasado otra noche mala desde aquel dia de mi vida, o mejor dicho aquellos, ojalá se pudiera desenterrar a los muertos y darles ese puñetazo que siempre has querido dar. Vuelvo a la realidad y me encuentro como siempre en una cama enorme y vacía que nunca he compartido con nadie, miro al cielo y me gusta el día que hace, con gran esfuerzo salgo por fin de la cama y me arreglo para irme a trabajar.
A las diez ya estoy preparada, nunca he sido de esas que tardan eternidades en acabar, al bajar las escaleras me encuentro con Molly, que ya me ha preparado el desayuno, creo que ella es una de las pocas personas a las que les saco una sonrisa sincera porque tengo un gran aprecio por ella.

-Buenos días señorita Carter- me dice

-Buenos días Molly, tan puntual como siempre.

Molly es una mujer de 45 años que ha trabajado para mí desde mi independencia, es una persona leal y a la que tengo toda la confianza del mundo, siempre me mira con esa cara de ángel porque dice que le recuerdo a su hija que murió hace años y yo aprecio eso, aunque no creo que su hija hubiera hecho lo que yo hago.

-Te he preparado unos huevos revueltos con bacon, y el zumo de naranja que tanto te gusta.

-Gracias Molly, gracias por todo-le digo mirándole profundamente.

-De nada pequeña, ya sabes que yo lo haría todo por ti.

-Lo sé Molly, de verdad que lo sé.- Antes de que me ponga a llorar, cosa que nunca hago, cambio de tema. -¿Quieres tomarte un café conmigo?- le sugiero, pero se que lla sabe no me gusta ni el olor del café, entonces me responde.

-Sé que no aguantas ni el olor del café, te conozco muy bien-. No puedo evitar reirme.

A las diez y media he acabado de desayunar y ya voy restrasada media hora, odio la impuntualidad. Estoy impaciente en el salón como siempre esperando a Keresha, mi asistente personal, que siempre llega tarde, no puedo negar que siempre he querido despedirla pero luego me llora y no aguanto ver llorar a una mujer ni el sufrimiento en ellas, Keresha llega a las 11 menos cuarto y a juzgar por mi cara, ella automaticamente sabe que estoy muy enfadada, pero no pienso decirle nada más, ella seguro ya conoce mis palabras de memoria. Y con una sonrisa inocente que me transmite un perdóname me dice:

-Eli, Eli, ya estoy aquí- descaradamente me dice ella. Oh Dios mío, algún dia la mataré, cuando cojo aire para reñirla, interviene Molly interrumpiéndome: -¿Quiere algo de la calle señorita Carter?- salgo de mis pensamientos hacia Keresha y miro a Molly. -No, gracias.- le respondo. -Entonces nos vemos más tarde señorita, por cierto esta usted preciosa hoy.

-Como siempre.- espeta Keresha detras de mí y para mi asombro comiendose mi desayuno. Me sonríes falsamente y yo pongo mis ojos en blanco. Me despido de Molly.

Llevo un vestido de tono rojo oscuro que realza mis marcadas y trabajadas curvas y unos zapatos negros de Louboutin, con planta roja, mi maletin negro de Ralph Laurent, y mi abrigo de color leche de Burberry.
Mi melena marron hace resaltar el tono oscuro de mi piel y el color miel de mis ojos grandes.
Al llegar a la calle el viento me destroza el flequillo, odio el invierno y todo lo que implica, pero Keresha seguro tendra solucion para eso, Alfred nos abre la puerta del edificio.

-Buenos días señorita Carter.
Contengo mi respiración me paro y le miro fijamente, Keresha sabe lo que me pasa y le mira con cara de pena, con toda la frialdad del mundo le digo: -¿Por qué no esta mi coche listo?- Dios, odio a los hombres incompetentes, y continúo: -Estas fallando mucho Alfred, mejor dicho, sigues fallando mucho, el mayor retraso de este mundo es por vosotros hombres, si una mujer estuviera aqui, seguro que mi coche estaría en frente de mí, y mi flequillo mucho mejor. - Me mira boquiabierto mientras busca rapidamente su walkie talkie para comunicarse con el aparcacoches (otro inútil, claro está), le sudan las manos mientras yo le miro fijamente e intimidantemente, el tartamudea al hablar con su compañero y de repente aparece el otro con mi coche, le miro, le miro y le miro, él baja la mirada, en la chapa de su chaqueta puedo leer un diminuto JOHN, es un chico joven que nervioso, no para de pedirme perdón, -¡Cállate ya!-le digo calmadamente pero de la manera que yo solo lo se hacer, con fuerza le quito las llaves y camino hacia mi Audi R8 Spider negro, siento sus ojos en mi espalda mirando mi culo, me doy la vuelta y ellos bajan las cabezas, pienso: -hombres. Nuca me ha gustado tener chofer, prefiero conducir yo misma mis propios coches. Arranco con fuerza el motor y me pongo en marcha, me encanta que se queden mirando la matrícula de mi coche: RED. Dice mucho de mí.

REDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora