Capítulo 4

351 18 0
                                    


Narra Damiano: 


- ¿¡Cora puedes oírme!? - volví a exclamar un tanto histérico mientras la sujetaba entre mis brazos.

Joder... Estaba literalmente ardiendo y de repente, empezó a temblar como una hoja. Me estaba asustando cada vez más y sentía por momentos que podía perder los nervios en cualquier momento. 

- ¡Cora ya tengo el...! - oí que decía una voz procedente del piso de arriba. 

¿Quién cojones era ese y qué hacía en casa de Coraline?

Estaba al pie de la escalera y llevaba solo unos vaqueros azules ajustados. Lo miré de una forma un tanto escéptica ya que no entendía nada de lo que estaba pasando al igual que él diría yo.

- ¿Quién eres tú? - me preguntó con una risita maliciosa-. ¡Dios mío, Cora! ¿¡Qué ostias le ha pasado!? ¿¡Por qué está así!? ¿Y qué coño haces sujetándola de esa manera, eh?

Inmediatamente empezó a bajar las escaleras casi dando zancadas y le puso las manos encima a mi mejor amiga. Luego empezó a acariciarle la frente y el pelo... Cada vez me daba más asco y eso que ni lo conocía. O eso creía vamos. 

- Será mejor que la entres y la dejes en el sofá aunque sea. Estará mejor ahí - saltó de pronto volviendo a levantarse. 

Quise decirle de todo pero en vez de eso decidí callarme y contener todo lo que estaba sintiendo en ese momento. De verdad, qué cretino el niñato este...

- ¿Qué tal si la entras ya de una vez antes de que empeore? - saltó de pronto el niñato desde el sofá. 

Le lancé una mirada un tanto asesina desde la entrada de la puerta. Luego miré a Coraline y en verdad, por una parte el niñato tenía razón: sería mejor que entrara con ella ya si no quería que la cosa fuera a peor. 

Agarré con fuerza a mi mejor amiga para evitar que cayera al suelo de bruces y procedí a poner un pie en el pasillo. Tronaba y llovía más que antes además de que hacía todavía más frío que hace unas horas. 

- Brrr - noté que murmuraba Cora temblando más que antes. 

La miré y le besé la frente. 

- Tranquila... Estoy aquí... -  dije en voz baja para que el niñato no pudiera oírme. 

Acto seguido, entré con ella en brazos al salón y la dejé tumbada en el sofá de cuero negro que había justo en medio de la sala. 

- Será mejor que le pongamos esa manta por encima para que entre en calor un poco - saltó el niñato mientras la dejaba con cuidado en el sofá. 

- ¿Y qué te crees que iba a hacer ahora? - le respondí impulsivamente y en tono bastante borde. 

- Eh eh eh tío... Relájate un poco anda - contestó otra vez con su risita maliciosa-. Cualquiera diría que te caigo mal y eso que ni me conoces... 

- Tampoco es que esté interesado en conocerte

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- Tampoco es que esté interesado en conocerte... - salté en voz baja mientras tapaba a Cora con la manta. 

- ¿Has dicho algo...? 

Mierda. Creo que me había oído... Era increíble lo fino que podía resultar el oído del niñato. 

- ¿Has pensado en ir a un psicólogo? Porque creo que oyes campanas y no sabes dónde... 

- Mira tío no sé quién coño eres ni por qué te ha dado por hablarme en ese tono pero déjalo ya, ¿vale? 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- Mira tío no sé quién coño eres ni por qué te ha dado por hablarme en ese tono pero déjalo ya, ¿vale? 

Joder con el niñato este engreído. No me haré cargo de mis actos si le llego a pegar una hostia en un momento u otro porque ya me estaba tocando los cojones. 

- ¿Pero tú quién te has creído que eres  niñato de mierda, eh? - salté de pronto dándole un empujón. 

- ¿¡Pero de qué vas gilipollas!? - me devolvió el empujón así por la cara. 

Llegamos a las manos pero en ese instante no podía pensar en otra cosa. Si por algo me he caracterizado desde siempre es por tener muy poca paciencia con la gente y cuando alguien me sacaba de mis casillas tenía que descargar todo lo que tenía dentro con ese alguien. Además, he de confesar que los niñatos engreídos nunca me habían caído bien y con este había hecho una excepción en cuanto al límite de mi paciencia se refiere. 

Seguimos empujándonos el uno al otro e incluso llegamos a soltar algún que otro puñetazo. ¿El motivo? En mi caso, que no me gustaba nada que este tío estuviera en casa de mi mejor amiga sin motivo aparente y lo que es más, sin camiseta y  solo con unos putos vaqueros puestos. 

De pronto, Coraline hizo una serie de muecas como en señal de si fuera a despertarse. El niñato y yo nos quedamos mirándonos a los ojos por un par de segundos. 

- Será mejor que te vayas... - empezó a decirme.

- El que tendría que irse eres tú, niñato - le contesté volviendo a lanzarle una mirada asesina.  

- ¿Ah sí? ¿Y por qué, eh? - pronunció en un tono amenazante. 

- ¡Porque no pintas nada aquí hostia! ¡Vete antes de que te de una hostia que no veas las ganas que me están dando! 

- ¿Perdona? ¡Soy amigo de Coraline imbécil! 

- ¡Y yo soy su mejor amigo gilipollas! 

-Cof, cof, cof... - Cora empezó a toser. 

No era una tos como otra cualquiera. Esta sonaba peor. La cosa no pintaba muy bien. O eso diría yo. 

- Oh, no... - salté sentándome al lado de mi mejor amiga-. Esto no me gusta nada... 

- Creo que ha cogido una gripe bastante fuerte. Tiene toda la pinta... 

- Pásame el termómetro un momento - salté sin apartar la vista de ella. 

- Oye, puedo ponérselo yo, ¿vale? No quieras ahora hacerte el héroe delante de ella... 

Mi móvil empezó a vibrar. Genial. Tan oportuna como siempre... 


~ Because of you~ (Damiano David)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora