Capítulo 1

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—Señorita. — Susurró la azafata. — Señorita, despierte ya hemos llegado. — Volvió a susurrar. Al ver que Andrea no se despertaba de su pesado y ronco sueño, opto por gritar. —¡SEÑORITA!

Andrea dio un brinco en su asiento.

 —¡Joder! — Grito en un idioma que para la azafata era completamente desconocido. 

La azafata ya hastiada de la española que la había tocado puso su mejor sonrisa. Andrea se quitó el antifaz. Entrecerró los ojos ya que la luz del avión la molestaba.

—Disculpe señorita, pero ya hemos llegado. — Andrea la miro. Vio su sonrisa falsa plantada en la cara de la inglesa rubia que la había tocado.

—Oh sí, perdone. — Dijo Andrea. — Ahora mismo bajo. — La rubia asintió, y se fue resoplando.

 Andrea cogió su mochila negra, y guardó el antifaz ahí. Bajo del avión, era la última y ahora tendría que esperar a coger sus maletas. Aunque esperaba que está vez tuviera más suerte y no se la perdieran. Porque cuando viajo a Alemania con su familia, las maletas de Andrea acabaron en Seúl, Corea del Sur.

Llevaba un rato esperando a que sus maletas salieran. Hasta que al final las vio. Las distinguió perfectamente ya que tenía un llavero donde había una A morada, que le regalo su padre cuando tenía 10 años. Aún la conservaba. Mientras recordaba a sus padres; Jorge y Carlos, vio que una señora mayor, con el pelo corto rubio teñido. La cogía mientras hablaba por teléfono. Andrea se acercó rápidamente hacia la señora.

—Disculpe señora, pero creo que se ha equivocado. — Dijo intentando coger su maleta. Rápidamente la señora se la aparto, y con mala cara la miro de arriba abajo.

—Un momento Ashley. — La señora rubia colgó el teléfono. Tenía un notable acento inglés. —Niña, la que te has equivocado eres tú. —Espetó de mala manera a Andrea. Y ella como es muy española no dejo que la pisaran los pies.

—No, no, la que se ha equivocado ha sido usted. — Cogió la maleta y se la llevo hacia ella.

—Que no niña, que la maleta es mía. — Forcejeo llevándosela otra vez hacia su lado. 

<<Sin duda es una Karen>> pensó Andrea. 

Su papá, Jorge, ya le había hablado de este tipo de señoras.

—Que no. —Tiro otra vez Andrea, ya un poco molesta por la situación.

—Que sí. — Volvió a tirar la señora.

—Que no. — Exclamó. Tirando fuerte. Hizo que la señora rubia se tambalease. La rubia hizo un aspaviento, llevándose la mano al corazón.

—¡Seguridad! — Gritó. 

Andrea la miro mal. ¿Qué estaba haciendo? Si desde un principio la señora la hubiera tratado con respeto ella también la hubiera tratado así. Pero no fue el caso.

—¿Qué pasa señora? — Dijo uno de seguridad. Era más bajito que Andrea. Aunque eso no es muy difícil ya que ella es muy alta. Era regordete, y con los ojos azules.

—Esta niña de aquí. — Señalo a Andrea de mala manera. — Quiere robar mi equipaje. 

—Disculpe, pero esta. —Señaló la maleta. — Es mía. 

—Pero, ¿Qué dices niña? 

—Que sí, mira. —Respondió Andrea hastiada de la situación. Señalo el llavero. Y la señora rubia soltó.

—Ay va.  

—Lo ve. — La señora la miro, y frunció el ceño. El de seguridad solo miraba la situación. De repente el teléfono de la señora empezó a sonar. Sin mirar cogió el Nokia y se lo puso en la oreja.

Éramos pocos y parió la abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora