3 de diciembre, 2006.
Había pasado más de una semana y Andrea no sabía nada de River. No cogía sus llamadas, había ido a su casa varias veces y nunca abrió la puerta.
Se había pasado los días y las noches llorando. Le había contado todo a Bea y a Jonathan, con pelos y señales. Les había repetido como conoció a Diego y como acabo todo, les había explicado que no eran novios, y que nunca lo habían sido. Que Darío empezó a salir con su "mejor amiga".
—Andrea, tienes que dejar de llorar, te vas a poner mala. —dijo una preocupada Rachel.
Un sollozo abandono su garganta.
—No puedo, no puedo parar de llorar. —su voz se quebró, —no puedo parar de llorar sabiendo que ya no quiere saber nada de mí.
Andrea estaba acurrucada a la almohada, en ella había un rastro de lagrimas. Llevaba con el pijama 4 días seguidos, y el pelo lo tenía muy sucio.
Rachel se sentó en la cama y se quito los zapatos, para después acurrucarse al lado de Andrea y abrazarla mientras lloraba.
River
Derek miraba a River. Nunca había estado tan destrozado de como estaba ahora. Tenía una barba de un par de días. Llevaba más de una semana como un alma divagando por la casa. Ya no hacia fotos, y faltaba días sí y al otro también al trabajo.
Ding-dong.
—Ese debe ser Jonathan. —murmuro Derek dirigiéndose hacia la puerta.
—¿Cómo está? —susurró desde la puerta aquel escoces preocupado.
—Destrozado.
—¿Cómo está ella, Jonathan? —preguntó ahora River.
Jonathan se dirigió hasta el salón y se sentó junto a él.
—Mentiría si te dijera que está bien, porque no es así.
River tenía la vista clavada en el suelo, sus ojos se aguaron.
—Deberías hablar con ella, está destrozada.
—¿Y cómo crees que estoy yo, Jonathan? —su voz se quebró. —¿Cómo coño crees que me siento?
—Andrea nos ha contado todo, él no es su novio...
—Ya lo sé, ¡Ya lo sé! ¡Joder! Bea me lo explicó todo, pero no estoy así por eso. —se señaló, —estoy así porque no tuvo la confianza de contármelo, porque cuando Rebeca vino y dijo esa semejante tontería yo se lo explique, se lo explique, quien era y el porque de lo que fuimos. Pero ella en ningún momento hizo nada, y eso duele. Me duele mucho.
Ninguno de los dos pudo decir nada. River, tenía razón, pero tampoco se lo podían decir. Ellos dos debían hablar.
—Insisto, tienes que hablar con ella.
Las lagrimas ya escurrían por sus ojos, y no se avergonzaba de ello, porque el dolor que sentía era real y la única forma en la que conseguía desahogarse era llorando, o yendo al gimnasio y pegar golpes a un saco, pero el pánico de encontrarse allí a Andrea le frenaba.
Andrea
Rachel había obligado a Andrea a darse un baño, cambiarse e intentar hablar con River otra vez y ahí estaba Andrea subiendo las escaleras del piso de River. Sus ojeras eran notables, sus ojos estaban rojos e hinchados y el dolor de su cuerpo era insoportable.
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Éramos pocos y parió la abuela
RomanceAndrea es una chica común que vive en un barrio común de España. Pero está harta de estar allí. Una mala pasada de un chico y de sus "amigas" la hacen querer ir lejos de su barrio donde ha estado viviendo toda la vida para irse hasta la cuidad de s...