Capítulo 25

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Domingo 30 de junio del 2006, 10:43.

Los rayos de sol dieron contras los parpados de Andrea. Haciendo que los abriera los ojos poco a poco. Al principio la luz la molestaba, luego se fue acostumbrando a ella.

Una incomodidad en la entrepierna la hizo recordar la actividad de la noche, que instintivamente la hizo sonreír.

Había un peso en su cadera, y las piernas de River y las suyas estaban entrelazadas.

Miro a River. Estaba increíblemente guapo. Los rayos del sol le daban de lleno haciendo que su pálida piel se viera más suave de lo que ya era.

Estaba tumbado boca abajo, abrazando de la cintura a Andrea. Tenía los labios entre abiertos e hinchados. Sus blancas pestañas, se posaban sobre sus mejillas pecosas. Su pelo estaba despeinado, pero de una manera que solo a él le podía quedar bien. Su pelo no era tan rojo como se veía siempre. Había algunos mechones que eran muy naranjas, y otros que eran muy rojos. Haciendo que la mezcla de ambos sea la tonalidad perfecta.

Sin poder resistirse, Andrea enrollo un mechón de su pelo. Dejo caer otra vez el mechón. Ahora lo que hizo fue enterrar sus largos dedos en las hebras de su pelo, haciendo que River se removiera en su lugar soltando un suspiro y que el agarre que estaba ejerciendo en la cadera de Andrea se volviese más fuerte. Andrea repitió esta acción una y otra vez. Hasta que River se removió y empezó al abrir los ojos.

Soltó una risita ronca.

—Pareces una seta. —Se refería a su pelo. Cuando Andrea se levantaba su pelo pasaba de ser lacio y encrespado a pelo seta.

—Muy gracioso. —Dijo sarcástica, tirando de su pelo. Este se quejó, —Venga, vamos a desayunar.—Dijo Andrea levantándose de la cama. River apretó su agarre y tiro de ella otra vez hacia la cama.

—Aún no. —Dijo enterrando la cabeza en su cuello, y dándola algunos besos en aquella piel tan sensible. River se fue colocando encima de ella. Se siguieron besando. Andrea abrió las piernas para dejarle espacio.

—Andrea has visto... —Andrea empujó a River. Bea acababa de entrar y les acababa de arruinar su momento, —¡Por dios! ¡Espero que hayáis usado protección! 

—¡Mierda, Bea! ¡Por supuesto que la hemos usado! —gritó River de vuelta.

—¡Qué poco respeto tenéis! —chilló Bea poniéndose una mano en el corazón.

Andrea enarcó las cejas, indignada.

—No eres la más indicada para hablar, —recalcó Andrea, —ya que Jonathan y tú, no hacéis un agujero a la pared de puro milagro. —señalo la pared. Las mejillas de Bea se encendieron.

—¡Por dios Andrea! ¡Qué asco!  —gritó River, el simple hecho de pensar que Bea y Jonathan... <<Ugh, asqueroso>> le dio un escalofrío.

—¡Lo mismo digo! —contraataco Bea.

—¡¿Y si dejamos de gritar?! —chilló, —¡Luego nos decís a los españoles! ¡Pero vosotros nos quedáis cortos! 

Andrea se levantó y se fue a la cocina con Bea. River se fue corriendo a la ducha, a intentar liberar su excitación, ya que se notaba demasiado.

Después de una charla muy larga por parte de Bea, y de la importancia de usar preservativo. River se fue a su casa, no sin antes una larga despedida de besos hacia Andrea. Bea lo tuvo que echar. Andrea limpió su cuarto y cambió las sábanas. Se aseo y sobre la 13:30, Jonathan fue a buscarla para irse a comer con él y con Derek.

Pasaron un rato estupendo. Hablaron sobre muchas cosas, y también la invitaron a un pub, donde esta noche había una fiesta. Andrea sin dudarlo les dijo que .

Éramos pocos y parió la abuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora