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Llevaba solo todo el día. No había visto a beomgyu desde que desperté, el cuarto estaba cerrado y no se escuchaba ruido fuera de la habitación. Me levanté y caminé hacia las ventanas, habían orificios en las tablas así que podía ver un poco de lo que había afuera. La entrada de la casa se alcanzaba a distinguir, y frente a esta un lago enorme, pero no más, no había personas cerca. Revisé la otra ventana, soló podía divisar el profundo bosque, no había señal alguna que me indicara donde estaba. Las tablas estaban muy bien clavadas, era casi imposible quitarlas, podría golpearlas con la base de la lampara, pero no volvería a arriesgarme y conocer al beomgyu malo. No me gusta en lo absoluto.

Por lo menos me sentía tranquilo, nada malo me pasaría. Él no estaba cerca y yo estaba solo, comencé a jugar con la bombilla de la lampara, la apagaba y la prendía, apagaba y prendía, dejé de jugar con ella temiendo que se fundiera y quedara a obscuras. Estaba tan aburrido que no tardé más que pocos minutos en caer dormido.

Estaba sentado en un puente de madera, llevaba puesto el camisón largo, mis pies se mojaban en el agua del lago, estaba fría, pero hacía calor. Sentí como tomaba asiento detrás de mí abrazando mi cintura mientras recargaba su barbilla en mi cuello.

- Te amo, mi amor...

Ya no estaba en aquel lago, era de nuevo la cabaña, mi cuarto. Podía ver a toda mi familia cenando en el comedor, me levanté feliz por verlos, la puerta se cerró frente a mi cara, beomgyu estaba enfrente.

- ¿Acaso estabas intentando huir? - su mirada de nuevo era oscura, estaba furioso.

- No...yo no...

El me golpeó pero se sintió como un beso.

- ¡Mi amor, despierta! - abrí los ojos, estaba sudando y de nuevo estaba temblando.

- ¡No me toques!- chillé soltando lágrimas, su cara de nuevo mostraba tristeza.

- Cálmate, cálmate... fue una pesadilla - se acercó para intentar abrazarme.

- ¡No! ¡No me abraces!...

-¿Por qué?- bajó los brazos.

- Porque me haces sentir seguro, sin embargo de ti es de quien debo protegerme...

Vi bolsas detrás de él, eran cinco de color negro.

- Te compré ropa...- no pude más y me quebré, caí al suelo llorando desconsoladamente, no puedo quererlo pero tampoco puedo odiarlo.

Se puso de rodillas frente a mí, su ojos brillaban con el agua que luchaban por contener, y tragó en seco antes de hablar.

- No soporto verte así...- arrastró su mano por el suelo tomando la mía.

Su brazo pasó por debajo de mis piernas cargando mi peso, camino conmigo hasta la puerta la cual no estaba cerrada. Pude ver el cielo, no se donde demonios estemos pero en mi vida había visto tantas estrellas en un mismo lugar, fue hasta el lago retirando mis zapatos y los suyos, vi como su cuerpo iba entrando poco a poco en el agua hasta tocar mi espalda.

-Ahh, esta fría... - me quejé jalando mas su cuello para intentar salir, una sonrisa salió de sus labios.

- Sólo quédate conmigo.

Me bajó mojando mi cuerpo, el agua estaba fría muy fría, mis pezones se erizaron marcándose mas en la camisa mojada, hundí mas mi cuerpo para evitar que los viera, su mano fue a la bolsa de su camisa y sacó una cadena delgada de plata, tenía un dije de corazón.

- Estaba comprando tu ropa, y pase por la joyería, el precio era alto pero es algo que puedo hacer por alguien que vale tanto como tú...- colocó la cadena en mi cuello,- se ve realmente linda en ti...

Él miraba las estrellas, era tan hermoso que podía ser una de ellas. Sus brazos me envolvieron y recargó su cabeza en mi hombro.

- Ámame.

- Tal vez lo haga algún día...- susurré.

Kindappe • 𝗯𝗲𝗼𝗺𝗵𝘆𝘂𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora