Capítulo nueve.

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09. ¿Cómo encontrarlas ahora?

(Narrado por Link de Ocarina of Time)

¿Sabes? Yo...siempre estuve buscando una respuesta al por qué en este mundo hay sobrenaturalidad.

«Porque así es». Siempre me contestaron así, realmente no tomé importancia sobre ello. Como niño chico, que, siempre llevaba conmigo a Epona, no creí que ese tipo de respuestas estuviesen tal mal. Todo tenía un porqué.

De niño, siempre me imaginé en historias de ser un héroe, pero un día realmente me convertí en un héroe o «el elegido».

«¿Qué haré?». Eso me decía a cada día, hora, minuto, segundo de la vida. ¡Solamente era un niño! Un crío que a veces trabaja en el rancho u otra parte.

Pensé en todas las historias que creaba mi mente de ser el héroe. No sabía que era tan pesado hasta que lo experimenté. Un crío que nunca buscó explicación de lo que le dijeran, simplemente, lo aceptó sin decir nada.

Ese era yo. No podía decir nada, porque sin querer, yo deseaba ser quien salvará al mundo, y eso...fue lo que sucedió.

Por eso nunca me quejé. Además de que no ganaría nada haciéndolo.

Aunque gracias a ello, la conocí. Una chica que vivía encerrada, lamentándose por la sangre que corría por sus venas. Ella era la princesa. Quien nunca me acompañó, sólo me daba órdenes —y me acompañaba, pero eso no lo sabía pues utilizaba otra identidad—, para hacer lo que en mi destino ya estaba escrito con tinta indeleble.

«Un gran héroe al lado de su doncella», era lo que me repetía.

Tuve toda una aventura, conseguir piedras, abrir un templo, ver cómo la princesa huía de su castillo, encontrar Dioses, matar a Ganondorf.

Logramos salvar a todos, dejamos de ser adultos para volver a ser niños. Fue como si todo fuera un sueño, y me molestó. Nadie supo que el mundo estuvo en peligro, nadie supo quién lo salvó.

Se mantuvo así en secreto.

No me molesté más, porque podía visitarla, no había día después del trabajo en el rancho que no fuera a visitarla, la mayor parte de mis días los pasé en ese castillo, mientras las aventuras y tiempo juntos avanzaban, decidimos llamarle una «relación», donde cualquiera pensaría: «sólo son niños, no saben qué es el amor.», nuestra mente ya era de mayores, sabíamos qué hacíamos, sin embargo, no dejaba de ser un secreto.

Un día pasó algo peculiar: no pude ir a verla. Ese día me quede con mi mejor amiga, lo que más me gustaba era lo cómodo que me sentía a su lado.

Intenté ir a verla el día siguiente, pero el puente del castillo se encontraba cerrado, día después tampoco abrió... Jamás abrió desde entonces. Entré en pánico, «¿dónde estás? ¿Qué te pasó? ¿Estás bien?» Me repetía a mí mismo las veces que fuese necesario para poder dormir al menos un poco.

Me sentía compungido, tenía insomnio, el apetito no me llegaba. Caí enfermo a falta de nutrientes en mi cuerpo y porque éste tampoco descansaba. Saria me cuidó, mientras me buscaba conversación para darme un poco de amnesia a los pensamientos, me habló de un «Agujero negro», que se encontraba semi escondido lejos de éste bosque, que al parecer, nadie se percataba de su presencia.

Un día tocaron la puerta, Saria no se encontraba, así que tuve que disponerme a abrirla.

Una chica que no conocía estaba ahí parada, buscando a alguien alto. Ella sí me conocía, y he de decir que su vestido estaba bastante sucio. Al verla me acordaba a la princesa. Me preguntaba sobre ella, cosa que fue difícil explicarle. Se fue, y me dirigí a acostarme.

Triple vida en una sola. [Zelink]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora