Capítulo uno

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01. Ordon.

En Neburia siempre se está tranquilo, aún después de todo lo ocurrido... Nadie tuvo problemas difíciles, claro, estuvo quien se quiso volver humano, quien perdió su esfera, el bebé que perdió su sonaja, y más. Pero gracias a Link todo se pudo solucionar... Gracias a él la princesa Zelda fue capaz de despertar de aquel letargo la cual estaba destinada.

Ella entendió gracias a Impa cuál era su destino. Un recuerdo que no era capaz de olvidar, era el gesto y actitud de Link cuando éste tuvo que separarse de Fay. Zelda estaba más que agradecida por salvarla... ¿Salvarla a ella? ¿Era ella tan importante? Bueno, dejémosle en que salvaba al pueblo y a ella.

Ella era la princesa Zelda, quien esperaba a que Link volviera, pues después de matar al Heraldo de la muerte, no se quedó con ella, decidió irse en buscar de más aventuras.

Una vez el joven le comentó a la princesa que encontró algo que le enviaba a un lugar un tanto peculiar, aunque la princesa sólo recordaba que él remarcó que aquella zona estaba llena de "crepúsculo".

Después de emprender nuevamente su viaje, la princesa no le volvió a ver. En sus ratos libres, ella tocaba la lira y caminaba por el templo esperando su regreso.

—Han pasado 3 semanas —dijo Zelda en un suspiro.

La princesa estaba triste debido a la ausencia del joven Link. Su mejor amiga, Impa, ya no se encontraba en ahora aquel lúgubre lugar, debido a la ausencia y soledad que sentía la chica, decidió ir dentro del templo Hylia, donde pensó contemplar la espada puesta en su lugar.

—Fay... ¿Sabes dónde está Link? —preguntó más para sí misma que para la aludida.

Al escuchar el eco de su voz, la chica suspiró prolongadamente sabiendo que no obtendría respuesta y siguió caminando por el lugar. Ella deseaba que Link estuviera a su lado, pero por obviedad no iba a decirle nada. No estaba en lugar para reclamar. Además, cada quién decidía su sendero o aventura nueva.

—Padre... —susurró para ella misma. Después de irse a sentar a un escaloncillo.

La chica recordó a Gaépora, el director de la academia, su padre. Cada recuerdo que intentó soslayar al sentirse sola, le llenó la mente. Se había quedado ahí por amor...pero esa no siempre será la mejor opción.

En un impulso al sentir su sangre desplazarse con más rapidez por la adrenalina de la situación, saltó del lugar, se estiró al de repente estar acalambrada. ¿Cuánto duró sentada allí? No dudó mucho, pues aún contenía en ella una rabia bastante notoria. Corrió fuera del templo llevando sus dedos índice y pulgar a la boca, emitiendo un silbido llamando a su pájaro.

Nadie llegó. Era lo obvio, estando bajo las nubes su pájaro no podría llegar.

Dejó de sentir aquella adrenalina, pasando a perder todas sus fuerzas por buscar algo emotivo. Se cansó psicológicamente, ¿cómo iba a subir? Supuso que le preguntaría al rubio si había posibilidad de ir a visitarles; claro, lo haría cuando se dignara a aparecer. Además era la cuidadora de ese templo e irse no era la mejor opción... Sólo quería ir a visitarlos por un momento.

Caminando por los senderos, la Hylia miró una estatua de... ¿Un pájaro? Ésta relucía y era bastante grande...pero parecía que una leve ala del pájaro estaba un poco empolvada. Estando dubitativa, jaló su manga del vestido blanco, lo mancharía, pero qué más daba. Limpió aquella efímera zona con polvo.

Retrocedió rápidamente, pegando un grito del susto que se metió cuando la estatua comenzó a resplandecer con un brillo naranja. Miró espantada aquel suceso un tanto...inesperado. Alzó la cabeza observando detenidamente hasta dónde llegaban aquellos destellos; sobrepasaban las nubes y eso de alguna manera logró encender una llama impávida.

Triple vida en una sola. [Zelink]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora