Ya desde el parque no sucedía y de eso ya era un mes. Liv al fin estaba tranquila, tomo por definitiva que fue su mente por la fecha y el tiempo transcurrido del accidente. Eli seguía en su pequeño mundo de niña, feliz y tranquila. Una que otra vez recordaba a papá y luego con su inocente mente olvidaba al rato y volvía a jugar.
Liv comenzaba a mantener la calma otra vez en esas situaciones, volvió a sentir que estaba lejana la zona y que podría seguir su vida y avanzar.
Era viernes, cada 15 días la madre Samael iba por Elizabeth para llevarla a casa y pasar tiempo con junto a su nieta.
Liv pensó que sería buena idea salir, nunca salía sola por miedo a cómo su mente reaccionaria en situaciones con gente o si sentiría agobiada por algo.
Decidió hacerlo e ir al parque, quedaba cerca y era un lugar lindo el cual sabía que siempre le traería buenos recuerdos y el incidente del mes anterior no la hostigaría más porque ya todo pensamiento negativo estaba lejos de su cabeza.
Hacia frío, corría mucho viento y eso significaba que nuevamente no llovería, a veces o ms bien en reiteradas ocasiones extrañaba la lluvia, el sonido cayendo en el techo de la casa la calmaba para dormir y cuando no era eso, era su gata Brida ronroneando cerca o la mano tibia de su hija Eli.
Mientras caminaba se preguntaba qué estaría haciendo, a veces Liv iba con Eli a casa de la madre de Samael, la quería, era como su segunda madre y siempre sentía que iba a ser así. Pero por una extraña razón ese día quiso quedarse y salir sola a caminar.
Llegando al parque su mente estaba en calma y distraída. Miraba cómo bailan los frondosos y grandes árboles a su al rededor, observaba la gente pasar, escucha una que otra risa o grito a lo lejos de otras personas jugar o hacer lo que sea que estaban haciendo.
Llegaría hasta el final y se devolvería al tiro para ir a casa a tomar un café con su madre.
Llegando al término del parque, lo que lograba ver su vista claramente, había un banco, el cual anteriormente no recordaba a haber visto ni junto a Eli, ni en los paseos familiar que realizaba con Samael.
Pensó que habían trabajado hace poco en eso y a lo mejor en otras partes del parque habrían otros nuevos.
Logró enfocar mejor la vista y vio alguien sentado ahí, solo, mirando al frente, por un momento sin comprender quién estaría tan sólo sentado, mirando hacia atrás a las demás personas a lo lejos, recordó lo perfectamente sola que ella caminaba por todo el parque y se rio por lo estúpido que había sido su pensamiento y se calmo.
Al acercarse de a poco lograba ver que estaba vestido de negro, nuevamente ese color tan peculiar que le recordaba que Samael no le gustaba.
Samael, ese fue el pensamiento que por un momento le hizo detener el paso. Tomó aire y lo boto. Apretó sus puños muy fuertes y los volvió a soltar. Cerró sus ojos, pensó por un momento lo lejos que había llegado en el parque, lo lejos de haber logrado salir sola después de un año, lo lejos que estaba de esa zona y... Abrió sus ojos.
Y ahí estaba él, ese joven vestido de negro, idéntico a Samael. La estaba mirando y por una extraño motivo su corazón dejó de latir o eso creyó ella.
Sus ojos, sus ojos eran exactamente como los vio esa vez en la tienda, eran iguales a los que ella recordaba el día del accidente, cuando se despidió de él desde la cama, dándole un beso y diciéndole que lo amaba.
Liv pensó que era hora de regresar a casa. Había pasado su límite, había salido sola, caminado hasta ese lugar sola pero por de alguna forma creía que por esto lo había hecho y aún así, sentía que debía devolverse.
Un pie atrás, él se levanta.
Ella se detiene y su corazón comienza da play a sus latidos y se hizo notar.
Se quedó inmóvil, sin saber que hacer, pensar, decir. Su mente al fin se detuvo. Después de un año en donde lo que más veía o escuchaba en su cabeza era pensamientos continuos sobre negatividad, recuerdos junto a él y su hija. Sentimientos de tristeza y luego de esperanza al saber que mejoraba. Después de un año, su mente estaba en blanco mientras sus ojos a pesar de tener un paisaje increíblemente hermoso con ese clima de invierno, estaban enfocados en él. En Samael.
Sin saber que sucedía ni en qué momento pasó, lo tenía a menos de un paso. Sus ojos se parpadearon, por un momento pensó que caerían lágrimas pero no, era solo su vista enfocándose al ver que estaba así de cerca.
Él iba hablar cuando ella lo hace antes inconscientemente. Las palabras fueron más rápidas que su cerebro.
-Samael.
Fue lo único que salió de ella. Lo único que, después de bastante rato de haber salido a caminar, había escuchado.
De su boca salió vapor, de pronto, al notar eso sintió frío, sabiendo que el clima acompañaba eso, no lo había sentido hasta que llegó ahí y habló.
Él, por su parte, al escucharla hablar sonrió y habló.
-tú eres el motivo por el que estoy aquí.
Ella no entendía nada, sentía que en cualquier momento caería o despertaría.
Otro paso más adelante de él, fue una reacción maquinaría de Liv para retroceder uno más.
Él volvió a sonreír y está vez se escucho una pequeña risita lo cual a ella la confundió pero no fue capaz de hablar.
-sé que es confuso y sé que si te explico ahora te volverás loca pero necesito que me des tiempo.
Liv no entendía nada. Escuchaba claramente, eso lo hacía muy bien, el tema era que cada palabra que oía no procesaba bien o simplemente no quería creerlo. Sabía que ya era una locura el creer o imaginar que estaba ahí Samael pero lo estaba viendo claramente y no sabía que más pensar o decir. Liv cerró sus ojos lo más fuerte que pudo, necesitaba calmarse y tratar de entender lo que estaba viendo y viviendo.
Al abrirlos, habló:
-No sé qué está pasando ni que es lo que estoy haciendo solo sé cada palabra que escucho de ti ahora, me es imposible creer. Es más, me es imposible creer que estés aquí.
-Liv, amor, lo sé…
-no, no quiero escuchar eso, no quiero escucharte decir “amor”.
-¿qué es esto? ¿Una broma de mal gusto? Es imposible que tú estés aquí. Es imposible que yo ahora este hablando contigo.
-Lo sé, créeme que lo sé. Pero necesito tiempo para explicar y que me creas y también un lugar más tranquilo.
Liv cada segundo y minuto que pasaba sentía que se estaba volviendo loca o que vomitaria o ambas. Nada era real, su mente le decía eso, que cada detalle que estaban sus ojos viendo ahora era producto de su imaginación. Que cada palabra y esa voz tan conocida era producto de cada vivencia mala que le a tocado y que quizás con el tiempo le a afectado más de lo que creyó.
Entonces, decide irse, no podía ya estar ahí. No podía seguir escuchando o creyendo que lo hacía, palabras del hombre que en algún momento de su corta vida amó.
Porque sí, ella lo veía, era él, Samael, su pareja y padre de su hija.
Pero su mente aún le recalcaba lo más importante: Samael estaba muerto.
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Otro capítulo arriba 🖤 igual de cortito y preciso, espero que. Les gusteeee!
Muchos besos y abrazos!
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Samael
FantasyPara Liv a pasado más de un año avanzando. Alejándose de la zona oscura y dejando en un rincón de su memoria todos los recuerdos con Samael para que no volvieran a doler. No estaba sola, ella tenía su pilar: su hija Eli. Si el pasar del tiempo era...