Era él. Nuevamente lo estaba viendo. Ahora estaba vistiendo con jeans azules y una polera negra. No iba todo de negro. Quizás de esta manera si le recordaba más al como se vestía usualmente su Samael, él que Liv sentía que ya no estaba o no existía.
Pero Eli ahí estaba. En los brazos de ese joven achinado. Él sonreía al verla, podía verse hasta un brillo en sus ojos. Era difícil decir su era de emoción, tristeza o alguna otro sentimiento.
Era complicada la situación, semanas, meses anteriores, había visto a su hija llorar y preguntar por su padre. En otras ocasiones simplemente preguntaba por él y luego olvidaba. Todo lo que una pequeña mente de 3 años y medio lograba captar.
Ahora Liv veía a la misma niña, su niña, su hija Eli, riendo emocionada y gritar papá.
No entendía nada, cada vez entendía menos lo que sucedía.
Sabía que tenía que acercarse a él y arrebatarle a su hija pero también la imagen la conmovía. Había deseado tanto ver nuevamente esto. Ver a Samael y Eli abrazados y riendo.
Pero también sabía que era imposible lo que estaba sucediendo.
Entonces respiro profundamente, apretó por milésima vez sus puños, últimamente lo hacía mucho para calmar su mente y concentrarla o captar rápidamente su atención en otra cosa y así pensar con mejor claridad al relajar los puños.
Abrió los ojos y seguían ahí, Eli muy abrazada a ese hombre que creía que era su padre y Liv no sabía si ella estaba también en lo correcto o ambas estaban locas.
Camina hacia ellos, fría como un hielo toma los brazos pequeños de su hija y la atrae con determinación a su cuerpo y escucha otra vez la voz dulce de su hija:
-Mamá, es papá. Papá está aquí.
Está vez la fuerza que había adquirido con el paso del tiempo flaqueo, solo escuchar a su hija decir esas palabras la hizo caer.
Sus ojos volvieron vidriosos y a la vez defensivos, miró al pelinegro y secamente hasta el nivel de hacerle doler su garganta le hablo:
-dime por favor quien eres y quiero la verdad.
El hombre parado frente a ella sonríe amargamente, ahora lograba ver de forma más clara el sentimiento que entregaban sus ojos. Era pena y a la vez tranquilidad.
El corazón de Liv comenzó a latir muy rápido cuando escucho su voz.
-soy yo, Samael, realmente soy Liv.
-pero es imposible.
-sé que lo sientes imposible pero no lo es. Aquí estoy, tú eres el motivo por el cual estoy aquí. Tu y Lizzie.
Al escuchar el nombre de su hija con el apodo de Lizzie, supo que si, era verdad, realmente era Samael.
De toda su familia, ya sea sus padres y hermanos al igual que la familia de Samael ninguno le decía Lizzie. Ese era el apodo otorgado por su padre. Todos la llamaban por Eli. La pequeña Eli. Pero Samael en cambio le decía Lizzie, la gran e increíble Lizzie. Era la frase que más se le escuchaba decir cuando jugaban juntos o simplemente para recordarlo.
Las lágrimas ya no se detenían. Liv simplemente lloraba frente a él y su hija.
La pequeña miraba la escena sin entender mucho, tampoco es como que se le pudiera pedir que lo hiciera. Ella solo tenía claro que su papá al fin estaba con ellas y no tenía que volver a preguntar donde estaba.
-Liv, es difícil todo esto. No sé por dónde comenzar. No sabes cuanto tiempo llevo tratando de acercarme a ambas e incluso acercarme a mi familia pero tenía miedo a cómo reaccionaria o cómo lo tomarían.
-si, todo esto es difícil de entender y más de creer. Realmente quiero creerlo y sentir que todo este año que a pasado solo a sido un mal sueño.
-el tiempo para mi en un punto se detuvo pero me imagino cuanto haz sufrido tu, tu familia y la mía. De verdad solo quiero contarte todo lo que a pasado.
Liv a cada palabra que escuchaba más se convencía de que era él. Su voz. Su forma de expresarse. Hasta los movimientos corporales.
Samael jamás fue de hablar mucho, menos de sentimientos, ellos compartían momentos favorables y maravillosos de silencio, de películas o juegos. La comunicación era un factor clave cuando fuera necesario.
-Vamos a casa. Aún es tiempo de que mi mamá esté fuera en la hostal para que podamos conversar y me expliques todo esto de manera tranquila.
Una sonrisa se formó en la cara pálida y hermosa de Samael. Era una sonrisa que Liv extrañaba demasiado y si estaba loca, sabía que podía morir en paz porque al fin la había visto otra vez.
-A casa. No sabes cuanto extrañe escucharte decir eso.
De manera temerosa y nerviosa caminaron los tres, los dos jóvenes manteniendo una distancia adecuada y Eli en los brazos de su madre con un brazo hacia su padre. La sonrisa de la pequeña también era irremplazable.
Era momento en que Liv de verdad podía morir tranquila. Ver a las dos personas que más había amado de forma especial en su vida, nuevamente estaban junta y sonriendo, aunque fuera difícil de creer.
________________________________________________________________________________Segundo capítulo seguido arriba!
Espero que ambos les gusteeeen.
Con amor Ana Banana.
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Samael
FantasíaPara Liv a pasado más de un año avanzando. Alejándose de la zona oscura y dejando en un rincón de su memoria todos los recuerdos con Samael para que no volvieran a doler. No estaba sola, ella tenía su pilar: su hija Eli. Si el pasar del tiempo era...