Recuerdos.

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Liv había pasado el resto de días pensando que todo fue parte de su imaginación y que nada fue real. Fue el hecho de salir y ver tanta gente después tiempo, que la debe haber agobiado y deseado haberlo visto ahí en la tienda con ellas.
La semana había asado tranquila, ella trabajando y estudiando desde casa y Elizabeth en sus clases de medio día. A pesar de que trabajaba vendiendo cosas y no ganaba mucho la dejaba tranquila porque de esa manera podría comprarle cosas a Eli sin tener que pedirle a su mamá, antes lo hacía Samael y ella solo se dedica a su hija y a estudiar.
Samael estuvo en su vida desde que ella empezó la secundaria, se conocieron en primer año y se enamoraron, pensaban que sería algo de niño, algo que no duraría más de unos meses, pero la vida se encargo de que no fuese así.
En lo largo de su relación siempre tuvieron altos y bajos, discutían de forma inmadura y luego se arreglaban, eran como dos imanes, por mucho que tratarán de mantenerse lejos uno del otro, llegaba un momento en el que volvían a pegarse y no soltarse más.
Con el tiempo ellos pasaron muchas cosas, de estudiar juntos, a que Liv quedara embarazada a una edad muy temprana y terminando en que luego de cinco meses y medio la vida tuviera otros planes para esa vida mínima que llevaba en ella y se fuera arriba antes de tiempo. A pesar de que eso los dejó muy marcado, de alguna forma los hizo madurar en muchos sentidos y seguir avanzando como la joven pareja que eran.
Siguieron estudiando, creciendo como personas y pareja, siguieron pensando en que un futuro podrían seguir juntos y formar la familia que en algún momento se les arrebato de las manos.
Sus familias sabían cómo eran, más allá de discusiones mínimas y términos innecesarios nunca hicieron mayor problema a lo que tenía. Fueron felices a pesar de todo y se amaban, que era lo importante.
Cursando el último año de secundaria de ambos, pasó lo que ambos querían y deseaban en el fondo de sus corazones. Liv nuevamente se embarazó, el temor de que volviera a pasar lo mismo que la primera vez, pero esta vez yendo a médicos diferentes y pidiendo ayuda para que todo fuera bien.
Después de 9 meses exitosos nació una pequeña a la cual llamaron Elizabeth, era un ser diminuto pero en los brazos de sus padres, era el más grande tesoro que sus vidas les dio.
Era la pequeña que de alguna forma llegó a darles más vida, felicidad y color que necesitaban en sus rutinarias y monótonas vidas.
Siempre sintieron que Eli una niña especial, calmada de bebé y al crecer un poco loca y feliz, adoraban verla hacer sus travesuras, llorar por las pequeñas cosas que le pasaban.
Trataban de celebrar siempre todo en ella, hasta lo más mínimo, desde antes de que naciera hubieron fiestas de festejo por ella. Desde el baby shower, hasta fechas que en ocasiones no se daba mayor significado como pascua de resurrección, días mundial del niño, Navidad, cumpleaños y todo lo que pudieran celebrar y regalar, era para ella.
Aunque se le tratase de dar todo, ellos como padres eran conscientes de que debían controlar su infancia para que fuese sana para ella y libre de todo mal.
Cuando Elizabeth cumplió los 2 años y medio decidieron un día celebrar, a pesar de que nunca era algo más allá de salir al parque, por un helado o ir en auto a algún lado, trataban de hacerlo, salir juntos y ser una familia feliz.
Ese día Samael salió tarde sus clases de enseñanza mayor porque se quedó realizando tareas y trabajos. Le mando un SMS a Liv diciéndole que se prepararán porque ya iba saliendo de vuelta a la ciudad, ya que él estudiaba en una ciudad continua a la que vivían.
Liv tomó a Elizabeth y la vistió lo más linda posible pero abrigada ya que era época de invierno, no estaba lloviendo pero si había neblina y corría mucho viento. Le dijo que papá ya venía y que saldrían, ella con solo escuchar papá ya era feliz. Sabía que la llegada sería en un 45 minutos, más nunca se demoraba. Si había tráfico una hora. Eran las 16:00 horas había pasado ya 40 minutos desde el SMS. Liv estaba tranquila con Eli viendo la TV, esperando que en cualquier momento Samael llegara.
16:20. Debió haber tráfico pensó.
17:00 hrs, quizás pasó a alguna parte a comprar.
17:15, Liv decidió hablarle a la mamá de Samael para saber si él estaba allá, a lo mejor había pasado antes de ir por ellas.
17:16 hrs, su suegra le respondiendo diciendo que lo último que hablaron fue cuando él venía viajando a casa.
Liv decide llamarlo y salir de dudas.
Marcó una vez y no obtuvo respuesta.
Marcó dos veces y nada.
Decidió esperar un rato más.
18:00, Liv llama a su madre y le cuenta, ella de inmediato se preocupa y decide llamar a la mamá de Samael para saber algo.
18:15 escuchan las noticias de que horas antes había ocurrido un accidente en la carretera. En una curva un auto Volkswagen habían derrapando al doblar por lo resbaladizo que estaba el camino terminando por chocar contra un camión de carga.
Liv ya intranquila llama a su suegra y le dice que no sabe nada de Samael y le cuenta la noticia y la marca del auto... La misma que Samael.
Su madre, su suegra y suegro, deciden juntarse e ir a una estación de policías, explicar lo sucedido y preguntar si saben algo.
Liv en todo momento en casa, con Eli jugando sin saber o entender qué sucedía.
19:00 hrs, llamada que nunca esperaba escuchar en su vida.
Samael había tenido un accidente de autos, habían logrado trasladarlo a urgencias del hospital más cercano que era en su misma ciudad, todos saben que en esta ciudad, país, hasta los hospitales sufren de ese mal llamado negligencia que no son capaces ni de llamar a la familia de los pacientes.
Al llegar trataron de ayudarlo, pero después de hora y media dentro de la sala no lo lograron. La vida de Samael se había ido. En menos de unas hora la vida y alma de Liv se había quebrado y la de Eli, nadie sabía porque ella no entendía.
El tiempo vivido, los momentos felices que habían tenido juntos los dos y los tres se desvanecian. La cabeza de Liv no paraba de trabajar.
Mil pensamientos con un solo tema central.
Sus rodillas al caer al piso, Eli mirando a su mamá en el suelo riendo creyendo que iban a jugar se lanza a sus brazos.
Brazos pequeños rodeando el cuello de una madre triste y desolada. De una madre que años antes había soñado una familia junto a su pareja. Una madre que no entendía que cruel podría ser la vida.
Una pequeña Eli abrazando fuerte a su madre, mirándola, viendo en sus ojos caer lágrimas, un pequeño ser que no sabía que hacer en esos momentos y como ayudar y solo decir.
-mamá, ¿y papá?
Un abrazo infinitamente doloroso. Un sollozo y el tiempo se detuvo para ella y avanzó para los demás.
De eso habían pasado ya un año. Eli tenía ya 3 años y medio, Liv había sufrido una depresión severa que ella la llamó la zona oscura. Que era la que no la dejaba dormir ni comer. Sólo existir por su hija y atenderla hasta más no poder.
Liv a pesar del dolor que sentía jamás dejó de pensar en ella, su pequeña hija Eli. Hace unas semanas habían entrado a invierno en esa área del planeta tierra. Aún no llovía mucho afuera y también había dejado llover dentro de ella.
Por eso ese día en la tienda, cuando vio o alucino a Samael, pensó que nuevamente su zona oscura se está activando. Había pasado un año, quizás eso lo hizo verlo.
Trato de mantener su vida y cabeza tranquila, no alterar a su madre contándolo y prefirió avanzar nuevamente y seguir con su pequeña vida de la mano, que era Eli.


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Hola gente bella, les cuento, este es el segundo capítulo igual de cortito que el resto y rápido de leer como todo lo que llevo escrito. Espero les guste.
Todo es con mucho cariño y experiencias vividas.
Besos xoxo
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