Su Otra Familia.

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Habían pasado dos semanas exactas desde que Liv había visto y hablado por última vez de Samael. De esa conversación con su madre que ya no lo nombraba y trataba de no acordarse de él.
Ese viernes llovía, era tiempo que no tenían ese clima en la ciudad, con harto viento y tan frío. Los climas así le gustaban a Liv, a pesar de no salir al patio.
Ese viernes su mamá había salido de la ciudad por el fin de semana y sólo se había quedado con Eli a disfrutar de la lluvia en casa.
Mientras Eli jugaba con sus cosas en la habitación de arriba, Liv cocinaba algo sencillo y rico para ambas. A la vez, se preparaba un café caliente para mantener las fuerzas del día y quitar el frío de sus huesos.
Admiraba a su hija, en cuestiones de energía ella tenía la batería al 100 hasta antes de dormir.
Liv decide encender la TV para poner las noticias o simplemente escuchar bulla en la parte baja de la casa, mientras terminaba con todo para llamar a su hija a comer.
Estaba muy concentrada en las tareas hogareña cuando siente el ruido del timbre de la puerta de entrada, sabía que las posibilidades de que fuera la mamá de Samael eran pocas pero podría ser ella. Así que dejando todo con cuidado en la cocina de que Eli bajará y no le pasará un accidente, se pone sus pantuflas rápidamente para abrir la puerta de entrada.
El ponerse las pantuflas es cualquier acción innecesaria en una casa normal, pero este no era el caso, debido a que la casa en la que vivía Liv, con Eli y su madre, era una casa demasiado grande y antigua. En un costado de la casa había un departamento con segundo piso, en el cual consistía de dos habitaciones. En la planta baja al costado de las escaleras se encontraba el living donde estaba centrada la televisión y sus respectivos sillones. Al costado saliente de la escalera, bajo un pequeño umbral de cemento estaba la cocina y comedor y al lado de este se ubicaba el baño y la puerta de salida al patio. En el patio estaba ubicada un gigante patio con dos árboles frondosos que para cada temporada daba aguacates y otor pequeño que daba limones. El patio era tan amplio que podría perfectamente hacerse en el fondo otro pequeño departamento.
Terminando el patio hacia la parte de la calle se encontraba un portón gigante el cual era la entrada de vehículos, que ahora solamente ocupaba su madre. Y al otro lado del patio, formando un cuadrado gigante, se encontraban ms habitaciones, al rededor de 6 y en la primera se ubicaba la madre de Liv.
La casa era grande y antigua ya que a la madre de Liv y a su padre (a pesar de que ya no vivían juntos desde mucho antes de que ella naciera) les gustaban las casas así y con la ayuda de él decidieron ir a vivir ahí como forma de arriendo debido a que la madre de Liv no tenía una casa propia pero no era algo que les complicará ya que ella tenía una hostal la cual las ayudaba a subsistir y vivir tranquilamente.
Al ser una casa tan grande la madre de Liv siempre recibía a su familia sin ningún problema y por el mismo motivo no le puso ningún pero cuando Liv le contó la idea de tener un perro y un gato.
Cuando llevaban casi 4 años años de noviazgo con Samael y con Eli de meses,  se cambiaron a esa casa y por temas de estudios y trabajo de Samael, él terminó viviendo con ellas al poco tiempo.
La madre y el padre de Liv antes de irse a esa gran casa y al ver el departamento de manera para llamar más la atención de Liv con la idea de una casa nueva, le dijeron que podían en algún futuro vivir los tres juntos en ese departamento.
Y así fue, por un buen tiempo hasta que sucedió lo del accidente.
Entonces las pantuflas y el correr fue una buena idea para Liv al momento de ir a la puerta de entrada que estaba ubicada por el otro lado del patio. Con sus manos en la cabeza para no mojarse tanto llega a la entrada y abre la puerta.
Está vez, había acertado, era la mamá de Samael, con una sonrisa y unas bolsas en la mano y junto a ella estaba el padre y el hermano de Samael.
Encantada y feliz Liv los hace entrar y les cuenta que estaba cocinando mientras Eli jugaba arriba.
-querida, llamamos a tu madre porque nos habías contado que ella saldría este fin de semana y le preguntamos si podíamos venir a quedarnos contigo para que no estuvieran solas y ellas feliz accedió.
Liv no lo podía creer.
Ella adoraba a la mamá de Samael, era como su segunda madre igual que el padre y el hermano. Eran su otra familia y siempre tendrían el apoyo de ellos a pesar de cualquier cosa y ella lo tenía claro.
Entonces, la idea le encantaba y feliz los invita a pasar.
-Me parece súper buena idea. Llamaré entonces a mi mamá para que sepa que ya están aquí e iré arriba a buscar a Eli para que los venga a saludar. Estará feliz de pasar un fin de semana con ustedes.
Liv corre a buscar a Eli y enérgicamente le dice:
-Pequeña vida, vinieron tus abuelos y tu tío y pasarán el fin de semana con nosotras.
-¿Yaya, tata y tío?
-si mi amor, ¿te parece bien?
-shiii
Y ambas pequeñas niñas, porque no hay otra forma de describir a Liv porque a pesar de tener 23 años se comportaba de igual forma como una niña, bajaron felices de no pasar el fin de semana sola.
De una gran manera esto la ayudaba. No estarían sola y Liv no tendría tiempo para pensar en lo vivido con Samael en parque.
Y ahí estaba nuevamente el pensamiento, no lo había tenido hasta que los vio pero recordó que sería tres días tranquilos y sin preocupaciones y decidió tratar de olvidar.
Pero se preguntaba por cuanto tiempo podría hacerlo.
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Otro mini capítulo arriba 🖤
Espero les guuuuuste!
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