La Reina Rota

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La reina rota fue creado por Essie_Cat y publicado en AO3 el 23 de septiembre de 2020.

Todos los creditos a ella, yo solo lo estoy traduciendo.

Todos los personajes utilizados pertenecen a George R.R. Martin.

Advertencia: muerte del personaje principal, infidelidad.

Que Aegon sufra por todo lo que ha hecho, todo lo que le ha quitado. Que su cuerpo destrozado le dé dolor cada día que le queda. Que él arda como ella. Que muera gritando.

Rhaenyra Targaryen pierde cuatro hijos y una hija, un dragón, un marido y una corona.

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Dos Aegons la ven morir. Su hijo, aterrorizado. Su hermano, triunfante.

—Querido hermano —le dice la reina al usurpador, jugando a la majestad—. Tenía la esperanza de que estuvieras muerto.

Desaparecido el tiempo suficiente para que se hubiera atrevido a pensar que se había ido para siempre. Huyendo del castillo que había reclamado, abandonando el trono que le robó. Y ahora, después de todo este tiempo, está aquí.

Esta isla es de ella. Es de su hijo por derecho. Aegon, Príncipe de Rocadragón, legítimo heredero del Trono de Hierro.

Amor mío, no puedo salvarte.

—Después de ti —le dice el usurpador a la reina—. Tú eres la mayor.

Fuegosolar el dragon dorado, esa bestia orgullosa y arruinada, se mueve a las órdenes de su hermano.

Con su último aliento, grita maldiciones a las llamas.

¡Aegon!

Que sufra por todo lo que ha hecho, todo lo que le ha quitado. Que su cuerpo destrozado le dé dolor cada día que le queda. Que él arda como ella. Que muera gritando.

IIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Desde lo alto del Fuerte de Maegor, ella es testigo de cómo Syrax hace llover fuego y sangre sobre la ciudad. La diosa amarilla que la llevó al cielo cuando tenía siete años. El gusano infiel que arrojó a su hijo a la muerte. La criatura a la que está unida, que comparte lo que queda de su alma destrozada.

Cuando su dragón cae, lo siente.

Físico, visceral, como si una parte de ella hubiera sido arrancada, como si su pecho estuviera abierto y sangrando ante ella. Recuerda a su pequeña niña que murió dentro de ella, el agujero donde debería haber estado su corazón, y su pecho vacío le duele a ambos.

—Aegon —murmura. El niño la mira con los ojos en blanco a la que se ha acostumbrado y ha llegado a temer.

—Ven aquí, niño, ven a mí —le susurra ella, como si él estuviera siempre lejos de sus manos en estos días. Ella lo atrae aún más hacia ella, aparta su sedoso cabello de sus ojos, de un blanco plateado como el de su padre—. Todo esto será tuyo algún día. Serás un rey tan bueno, mi amor. El mejor que jamás haya existido. El más grande rey que Poniente jamás haya conocido.

No dice nada mientras la ciudad arde ante ellos. Últimamente está tranquilo. Él se rió una vez, piensa ella; en sus confusos recuerdos, recuerda cómo sonreír.

—Todos ellos arderán —le dice ella, con un aliento caliente y húmedo en su oído. Una promesa, una oración—. No somos tan fáciles de derrotar.

Otro dragón. Ella debe tener otro. Debe volar de nuevo, o todo se perderá.

IIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Ella no lo vio salir de su salón. Debería haberlo abrazado más, abrazado más fuerte.

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