Una Promesa

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Una promesa fue creado por Stelmarya y publicado en AO3
el 14 de marzo de 2020.

Todos los creditos a ella, yo solo lo estoy traduciendo.

Todos los personajes utilizados pertenecen a George R.R. Martin.

Advertencias: muerte, venganza.

Daemon Targaryen se entera de la muerte de su hijastro a manos de su sobrino y hace una promesa. Un hijo por un hijo; Lucerys será vengado.

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Una promesa.

Daemon Targaryen no es alguien que se sorprenda fácilmente, y tampoco llora. Ha vivido y visto tantas cosas, tres esposas y cuatro hijos y tantas batallas; la vida no puede arrojarle nada nuevo. Y sin embargo, cuando el maestre le entrega la carta con rostro sombrío y un asentimiento solemne, tiene un presentimiento terrible. Y es cierto.

Luke ha muerto.

No comprende cómo sucedió; se suponía que su hijastro iría en una misión mucho más segura que la de Jace, se suponía que debía ir a Bastión de Tormentas para hablar con lord Baratheon y regresar. ¿Qué salió mal? Incluso se estaba llevando a Arrax, su joven dragón. Se suponía que no le iba a pasar nada, pero cuando Jace, de luto y furioso, menciona ese nombre, lo entiende todo.

Aemond Targaryen lo mató. Ese monstruo, ese maldito mocoso que les ha arruinado la vida, incluso desde el principio, no solo la suya sino también la de su esposa e hijos. Ni él ni nadie olvidaría ese fatídico día de la pelea entre Aemond y sus tres hijastros, cuando su infernal sobrino había golpeado a Jace y roto la nariz de Luke, y él a su vez le había quitado el ojo. Bien hecho, había pensado entonces, sin importarle que Aemond fuera su sobrino, el hijo de su hermano. ¿Quién se creía que era, reclamando a Vhagar como si fuera lo suficientemente digno, lastimando a los herederos del trono? La reina Alicent incluso tuvo la audacia de exigir el ojo de Lucerys como retribución. Su Rhaenyra todavía echa humo cuando alguien lo menciona.

Pero esto, esto es otra cosa completamente distinta. Ya no son niños protegidos por sus mayores, Viserys ya no está aquí para mediar entre su puta esposa y Rhaenyra, y todos han tenido que convertirse en hombres demasiado rápido. Pero Luke, dioses, solo llegó a su decimocuarto onomástico. Vuelve a leer la carta, manchada de gotas y caligrafía apresurada, ilegible a veces. Vhagar los derribó, atacándolos por detrás, según los presentes; el maldito cabrón de su sobrino había aplastado a Luke y Arrax como si no fuera nada, y decía que el cuerpo de su hijastro ya había aparecido en la playa debajo de Bastión de Tormentas, junto con la cabeza y el cuello de su dragón.

Luke ha muerto.

Se pone de pie de repente, aplastando la carta en su mano izquierda, frotándose la cara con la derecha. Esto va más allá de romper una espada de entrenamiento contra su cuello o romperle la nariz. Ese mocoso había atacado a Lucerys como un cobarde y el señor Baratheon no había hecho nada. Cobardes, todos. Imbéciles, cobardes, cabrones, pedazos de mierda. Dioses.

La rabia sube por su garganta y su visión se vuelve borrosa, la cara arde y aprieta los dientes. Se da cuenta de que algo húmedo le corre por las mejillas, unas lágrimas que lo toman desprevenido. ¿Cuándo fue la última vez que lloró? No puede recordar y está un poco avergonzado de ello, pero Lucerys se las merece. Luke, el segundo hijo de su esposa, valiente y fuerte y un guerrero hasta el final, cayendo solo y siendo aplastado por su propio dragón. Si alguien merece morir así es Aegon el Mayor, o ese maldito Aemond. Esos mocosos inútiles; su hermano debería haberles enseñado a dónde pertenecían desde que nacieron, sin importar lo que dijera esa idiota de Alicent. Rhaenyra va primero, ella y Jace, Luke, Joff, Aegon e incluso el pequeño Viserys. Esto ya no es rabia; este es un fuego de dragón abrasador que lo impulsa a buscar un pergamino y una pluma, tiene que hacer algo. Cualquier cosa.

Madre está realmente mal, se derrumbó en cuanto le contaron la noticia, narra Jace en su carta, porque aparentemente Rhaenyra no puede salir de sus dormitorios y mucho menos escribir. Joff jura que matará a Aemond y Borros, aunque no está muy seguro de cómo. Él simplemente sabe, como yo, Aegon y el pequeño Viserys, que debemos vengarnos por esto. Luke se lo merece. Hace quince días que está muerto y ya lo extraño. Aemond debe pagar.

Eso es lo que le da la idea. Empieza a escribir una carta a su esposa, diciéndole lo herido que está y lo mucho que siente la muerte de su hijastro, pero eso no significa nada. Perder a un hijo, incluso cuando no comparte su sangre, es casi como perder una parte de uno mismo. A Rhaenyra no le interesan las palabras falsas o las disculpas, y tampoco quiere ver una sola excusa. La idea ya es una semilla arraigada en su mente, recordando el incidente y las palabras de la reina Alicent al ver a su hijo ciego. Arruga el papel y usa uno nuevo, escribiendo palabras sencillas que sabe que animarán a su familia más que cualquier otra cosa.

Ojo por ojo, hijo por hijo. Lucerys sera vengado.

Su próxima carta está dirigida a Mysaria. No le importa que sean nietos de su hermano, no le importa que Helaena sufra el mismo dolor que su esposa. Quiere que lo sientan, que sangren como él y su familia están sangrando ahora. Luke vale más que cualquiera de esos monstruos que Aegon el Mayor llama niños, pero tendrán que ser suficientes, por ahora.

Diles que obliguen a esa puta a elegir, escribe con furiosos y largos trazos, casi perforando el pergamino. Jaehaerys o Maelor, no importa. Solo asegúrate de que uno de ellos muera.

No hay remordimiento en su mente. Además, está siendo misericordioso. Él podría haberle dicho que los matara a todos, los 'Seis Dedos' de Jaehaerys, la débil mental de Jaehaera y ese mocoso Maelor también, pero no. Esta vez será indulgente, va a dejar a dos de ellos con vida para que sientan el dolor que sienten ahora sus hijos, después de perder a un hermano. Con eso, la muerte de Lucerys será vengada, o al menos en parte. Aemond todavía está bailando con la cuenca vacía, seguramente presumiendo de haber matado a un chico de catorce años que había jurado a los dioses que no pelearía.

Será mío, piensa, firmando los mensajes y estirando las manos rígidas. Ya se siente mejor; ha dejado de llorar y la memoria de Luke es más fuerte que nunca en su mente. Era un obstáculo para el trono, más alto en la línea de sucesión que sus propios hijos de sangre, pero eso no significa que no le gustara el muchacho, con su fuerte constitución, nariz respingona y risa suave, poniendo al joven Viserys en sus hombros y dejar que Baela y Rhaena le despeinaran cada vez que lo veían. Te arrepentirás de haber tocado a Luke, querido sobrino. Tu cuenca vacía será lo más bonito que quede en tu cuerpo.

Y esa es una promesa.

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