Somewhere over the rainbow
Way up high
And the dreams that you dreamed of
Once in a lullaby
Somewhere over the rainbow
Bluebirds fly
And the dremas that dreamed of
Dreams really do come true
No podía dejar de recordar y, tal vez, solo tal vez, creer en ese arcoiris. En que podría estar encima de uno, encima de todo.
Pero ninguno de los bellos colores que adornan aquel arco está en el vestido de madrina. Que cosa mas espantosa. Habría preferido usar el rosa chillón, el amarillo pollito, el azul de Baby Shower, todo menos este verde pistacho. ¿Con qué zapatos se combina?
Eso no me importó. Usé unos tenis y los llevaría hasta la iglesia porque el sufrimiento doble, si se puede evitar, se evita.
—Luce muy linda, señorita Adara.
Dominic, el portero esplendoroso, de cabello platinado y lentes pasta gruesa de mi edificio era un regalo caído del cielo para todo aquel que entra y sale de él. Para mí significa que hay una persona que se preocupa si llego o no a salvo. No lo vi en la madrugada que llegué pero puedo jurar que está apostillado en su puesto desde la siete y que su halago, pese a ser mentira, en él es sincero.
—Estoy horrenda —dije en una risa—, pero gracias. ¿No ha visto usted un...?
Cerré mi boca para amortiguar el gritito.
—¿Un...? —Dominic sonrió, esperando por mí.
Froté mi frente con los dedos y le hice un gesto de que lo olvidara.
Ya está aquí.
Las puertas se abrieron de modo automático. Me aferré al bolso y miré a ambos lados de la calle para cruzar.
Naim ha sido puntual y va en un conjunto casual elegante tal como le indiqué. Pantalones blancos de buen corte, acoplado a su cuerpo realzando ciertas partes y aminorando el impacto de otras. Camisa lila arremangada junto a un saco beige de motitas negras, abierto, sin corbata. Para más rabia y complacencia, unos suecos casuales grises. Y lentes de sol.
—¿Vamos a buen tiempo? —preguntó, abriendo la puerta del copiloto.
—Vamos a buen tiempo.
Estando dentro de un auto así con Naim conduciendo puede que me enamore de él.
Del auto.
Obvio.
***
Esto no va a ser fácil. Siempre fui consciente de mi propia fragilidad, de lo extenuante que es actuar feliz, de cómo estoy socavando en mis sentires. Siempre supe que podría tolerarlo no porque tengo una grandiosa fuerza de voluntad, es porque amo a mis amigos.
Ellos son mi sino.
—Tengo que entrar primero para las fotos del cortejo. ¿Te importa esperar a que entren el resto de los invitados?
Naim asintió, quitando el seguro.
—¿Seguro no quieres que entre contigo?
—No quiero que me hagan preguntas innecesarias respecto a ti por ahora —me incliné a verle y sonreí—. Gracias. No será mucho tiempo.
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Naim, Eres tú
RomanceHabiendo ya entendido que aquella persona de la que está enamorada no lo está de ella, Adara Limale pretende olvidar el asunto; de alguna manera. Y mientras eso sucede lentamente, aparecerá con decisión, fuerza y resistencia un hombre que tiene much...