—Es una mala idea.
—¡Shhhh!, claro que no.
—Jair, a nadie le gustan las fiestas donde ellos son los protagonistas.
—Haberlo dicho antes —jugueteó con la solapa de su chaqueta—. No sabía que te llamas nadie.
—¡Ya sabes lo que intento decir, sabiondo! —mascullé, mirando hacia la puerta, por si se abría—. ¿Por qué nos escondemos? Le puedes ordenar a todo este piso que se vaya y así tendremos vía libre.
—Porque eso le quita la diversión —dice como si fuese evidente—. ¿Quién te nombró el Grich del aburrimiento?
—El que te nombró el Shrek del mal rato.
Eso le hizo gracia, pero no soltó ni una risita.
—Si me ven en estas me perderán todo el respeto —me lamenté, verificando la hora en mi reloj de muñeca.
—No va tardar mucho.
—Lo mismo dijiste cuando...
Cerré mi boca y fui a ubicarme donde quedaría la puerta abierta, a su lado contrario. Jair se sentó en la silla del escritorio, arruinando el factor sorpresa. Le hice señas para que se uniera a mí, pero no obedeció y la puerta fue abierta.
—Feliz cumpleaños, Miel.
Merlía se quedó de pie, ahora dándome la espalda. Me adelanté unos pasos y presioné su cintura con mis dedos, provocando que gritara y saltara en el lugar con estrépito. Jair se empezó a carcajear y yo le seguí. Mer es muy fácil de impresionar.
—Que susto, idiotas —murmura ella y lanzó su mirada a Jair, que se sigue riendo—. ¿Pero qué clase de sorpresa de cumpleaños es esa?
—Esta no es tu sorpresa —aclara él, despeinado para el como llegó—. Solo jugaba con Adara.
—¿A costillas mías?
—Te haremos una fiesta, es para que finjas que te encanta y necesitábamos verificar qué tan buena actriz eres.
—Y lo eres —secundé, presionando mi espalda en la puerta—. Bueno, mas o menos.
—Ah no, pues gracias. —Sátira, gruñe—. Que detalle.
—¿Estás lista?
Mer me miró encima de su hombro y le sonreí con confianza, que allí no pasaría nada que ella no quisiera.
—¿Qué tan lista debo estar?
—Lo lista que puedas —dijo Jair al ponerse en pie. La tomó de la mano, le dio vuelta y cubrió sus ojos con las manos—. Haz los honores, Limón.
Le di gusto y abrí la puerta, asomándome un momento para verificar. Mostré mi pulgar arriba y salí antes para darles espacio. Jair guió a Merlía hasta el medio de las oficinas del área de Recursos Humanos, rodeados de los empleados de la misma, algunos del departamento de marketing y Peny, a la única que le cae bien mi amiga de mi piso. No porque Mer no se dé a querer, sino porque los de Recursos Humanos tienen mala racha, creen que directamente ser cercano a ellos los hará perder el empleo. Y después de las cuatro despedidas masivas de los últimos días a la pobre su fama la precede.
Pero Jair quiso revertir esas ideas y planeó una celebración por su cumpleaños obviando el que a Mer no le complace que le celebren su nacimiento. Su cara lo decía. La incomodidad de ser el centro para una situación innecesaria. El tener que soportar que te abrace gente con la que no hablas. El que el sabor del pastel no sea de tu gusto. Unas exageraciones y otras malas costumbres.
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Naim, Eres tú
RomansaHabiendo ya entendido que aquella persona de la que está enamorada no lo está de ella, Adara Limale pretende olvidar el asunto; de alguna manera. Y mientras eso sucede lentamente, aparecerá con decisión, fuerza y resistencia un hombre que tiene much...