¿Es así? ¿Se siente de esta manera? ¿Esa es la verdadera felicidad?
Porque Naim era el reflejo de todo aquello que deseaba mostrar, pero el nervio y mi corazón martilleando mis tímpanos, golpeando en mi caja toráxica y recordándome que sigo viva, que no voy a morir de taquicardia, eran en lo que me podía concentrar mientras le veía asimilar mis palabras.
El sí que le había dado.
He tenido el tiempo suficiente para pensarlo. En realidad no lo necesitaba. Todo cuanto quiero, está en frente y mi mano no es suficiente, mis dos manos no son suficientes para tomarlo entero porque ese hombre era demasiado que, no tengo duda, me merezco. Y quiero ser merecedora de esa tenacidad, esas ganas de luchar por mí, esa entereza para plantarse frente a mis negativas, a mis reservas, a mis sentimientos y poder abrazar esto tan hermoso que tengo, y todo para mí. Para mí solita.
La ternura se filtró en mi sistema. En partes de mi cuerpo y corazón a las que no tenía acceso nadie. Pero Naim no era Nadie. Y con él podía sentirme de esa manera y no ser rechazada.
Supongo que ese era uno de mis miedos. El querer dar cariño, dar amor y no ser correspondida ni siquiera por aquellos que debieron quererme desde que nací. El otro, el de ser rechazada.
Pero esa mirada no engaña. Yo sé bien lo que esconde. Tal vez siempre lo supe, solo que no estaba despierta para verlo con mis propios ojos, pero Larry lo vio en Naim en unas cuantas horas.
Necesité repetir las palabras, para ver si así él salía del asombro y diera rienda suelta a su habitual elocuencia, humor y calidez.
—Naim, eres tú. ¿Me oyes? Y me quiero casar contigo.
Por un momento creí que oía mal.
Que estaba bufando.
Pero se reía. Con fuerza. Carcajadas atolondradas que le hicieron doblar en dos, aun sentado y no parecían tener fin. Casi tuve la necesidad de reír junto a él, pero se quedó quieto y lo tuve encima mío con demasiada rapidez para reaccionar. No le logré devolver el beso.
—¿Estás segura? —dijo, encima de mis labios. Compartiendo mas que su propio aliento.
—¿Cómo me preguntas eso? —solté, confundida. Le avisé—. Todo esto es tu culpa.
Sonríe y se estira en toda su altura.
—Lo sé. No debería jactarme de ello, ¿verdad?
—Puedes, si quieres.
Porque verlo así de feliz no lo puedo comparar. Su sonrisa cegaba como las luces de un estadio de fútbol.
—Adara —suspiró en mi nombre. Como si con solo pronunciarlo, diera gracias.
—Naim —respiré también y sonreí por todo aquello que se despertaba solo cuando él está cerca. Me puse en pie y besé su mejilla—. ¿En qué piensas?
—En que no permitiré que te arrepientas.
Negué. Qué absurdo, absurdo, absurdo es que crea que existe tal posibilidad.
—Nunca.
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Hola Holaaaaa
Lo siento por la ausencia y por el CORTO capítulo. Les aseguro que hay un motivo y que el siguiente, además de ser mas extenso, tendrá varias... ¿sorpresas? Algo similar a eso. Qué les puedo decir, a veces lo que para mí es una sorpresa para ustedes puede no serlo.
Llevo algunos días con cero ganas de escribir y muchas mas que leer, por lo tanto, es posible que el siguiente capítulo vuelva a tardar en publicarse como éste. Lo sé, a mi tampoco me encanta esto pero es lo que hace no tener Internet siempre y tener cosas qué hacer.
Gracias por leer.
Liana
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Naim, Eres tú
RomanceHabiendo ya entendido que aquella persona de la que está enamorada no lo está de ella, Adara Limale pretende olvidar el asunto; de alguna manera. Y mientras eso sucede lentamente, aparecerá con decisión, fuerza y resistencia un hombre que tiene much...