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Era un pueblo difícil, a las afueras de una ciudad complicada, la gente era dura y muy firme, las sonrisas sobraban.

Negocios dudosos, asesinatos, drogas y alcohol eran cosas comunes. En resumen, la felicidad era algo poco ordinario de ver.

Había pocas formas de ganarse la vida, pocas de ellas eran legales, en una ciudad de bandidos tienes que robar, es la leí del más fuerte.
Eso Hisoka lo tenía claro, para ganar y conseguir lo que quieres tienes que ser fuerte.

-La gente tiene miedo de la las personas fuertes Hisoka, no es bueno ser fuerte- Un joven chico, con los ojos más azules que alguien pueda imaginar, con sus 6 años recién cumplidos, decía esas palabras.

- Que hay de malo en que me teman?♡- un Hisoka de 10 años contesta.

Estaban en un techo de una casa cualquiera un día de verano, observando el pueblo que les había visto crecer.

Estaban juntos, cómo siempre.

Las personas del pueblo, si tuvieran tiempo de observarlos, pensarían que son buenos amigos, hermanos.

Pero los niños en cuestión no opinaban eso de su relación, Hisoka no era alguien cariñoso ni muchísimo menos, de forma que el enunciava que el otro era su mascota, una mascota querida y respetada, pero una mascota.
Alec por lo contrario tenía una obsesión unilateral hacía el contrario. Después de todo ¿Que era él sin Hisoka?

El sol los abrazaba en esa tejado tranquilo, però la llegada de un vehículo los alertó a los dos. -Mira que interesante♡-

-Tienes hambre Hisoka?-

-Tú que crees?♡- Tres días, tres días que no comía nada, por culpa de las malas condiciones tenía una gran resistencia a el hambre, pero aun así siempre estaba presente.

-Yo no tengo hambre, y me da pereza ir- Alec no daba señales de querer moverse, Hisoka no iba a ceder, obviamente no dejaría que le ganarán.

La mejor cosa que se le ocurrió fue empujar a su compañero, Alec fue consciente que era empujado después de ya haber caído al suelo. Se levantó a toda velocidad para empujar a Hisoka, provocando que los dos cayeran, la cosa no quedo así, eran niños. Niños que nos sabían perder.

Después de estar más de una hora empujándose, golpeándose y persiguiéndose. Se dieron cuenta de que el carro con pan ya había marchado, la primera reacción de Alec fue empezar a reír, su risa tan dulce, tan espontánea. Incitó la inmediata risa de Hisoka.

La felicidad que sentían el uno con el otro era hermosa, se completaban a la perfección en una relación que no tenía ni pies ni cabeza, pero aun así eran felices, ningún querían una relación compleja, tan solo disfrutar de esos días.

-La gente que depende de los demás son débiles. La gente débil muere, pero la gente fuerte próspera ♡-

En un mundo donde ser fuerte lo es toda, la gente lucha constantemente por el poder, por la fama, por el dinero. La calma dejó de existir hacía mucho tiempo, las opciones eran claras, únicamente dos, te vuelves fuerte y vives o eres débil y mueres.


Teniendo esto en cabeza, Alec e Hisoka eran felices, una felicidad compleja y sin sentido.

¿Qué demonios tiene de feliz el tener que estar alerta todas horas del día? ¿Qué tiene de feliz que no puedas confiar en nadie? ¿Que tiene de feliz saber que estás solo? ¿Que tiene de Félix pasar hambre o frío? Son preguntas interesantes, que no tienen una fácil respuesta.

Un caminar muy estrafalario, directo y seguro, llenó de curvas. El caminar de Hisoka.

Un paso tranquilo lo llevaba a lo largo de las calles, estaba cerca de su objetivo.

La entrada de una casa, una puerta de madera medio podrida y un número < 3 > grabado en la puerta, es lo que ves cuando te acercas a la vivienda de Hisoka.

A él no parecía molestarle en lo absoluto, ni la puerta desecha, ni el olor que proviene de ella.

-Hola?♡- Con un toque aburrido abre ligeramente la puerta de entrada, centra su visión dentro de la estancia, deduce la figura de su padre en el suelo.

-Ya te has muerto?♡-

-Maldito niño del demonio- Un hombre habla desde el suelo, está borracho o drogado, puede que los dos -Porque no te mueres de una maldita vez?- murmurando esas palabras el hombre hace el esfuerzo por levantarse.

-No tengo pensado morirme tan temprano♡- Se escucha un chasquido hecho con la boca, un hombre pasa por el lado de Hisoka, alto y apuesto, aunque su rostro está dañando por el consumo y la mala vida, se siguen apreciando sus hermosos rasgos.
Sale de la estancia cerrando la puerta de un golpe y murmurando insultos.

El padre se ha marchado, Hisoka no lo admitiría en voz alta, pero ese hombre le daba pena, había arruinado su vida y la de su familia con malas decisiones.

-Hisoka, has vuelto?- la dulce voz de su madre lo recibe, Hisoka se siente instantáneamente reconfortado.

Él siente un respeto increíble por la mujer que le dio la vida, es gracias a ella que él no se ha marchado todavía. Ella es una mujer habilidosa y muy bella, ha enseñado a Hisoka toda clase de trucos, también le ha enseñado a sobrevivir en el mundo cruel donde viven.

Es un vínculo muy profundo el que los une. Un vínculo irrompible.

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¿Qué os ha parecido?

Me he tomado la libertad de inventarme el pasado de Hisoka, no se ha dicho nada de esa época, de forma que decidí inventármelo.


El Amor Nos Hacé Débiles Donde viven las historias. Descúbrelo ahora