CAPITULO 1✓

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Suspire cansada, me pase las manos por mi cabello frustrada.

Tenía demasiado trabajo, mire la hora en el reloj y marcaban casi las doce de la noche.

Apoye mis manos en mi rostro tapándolo por completo.

— Ya vayase a descansar señorita Denisse —. Su voz me hizo que alejara mis manos de golpe de mi rostro

— No puedo aún señor, tengo demasiado trabajo —. Sonreí

— Mañana lo acabas, por ahora vete a descansar —. Me devolvió el gesto

— Gracias señor —. Hable mientras me levantaba de mi asiento

— Que descanse señorita Wiese —. Torcí la boca al escuchar como me llamaba

Él sabía perfectamente que no me gustaba que me llamaran por mi apellido.

— Igualmente señor —. Sonreí por última vez y tome todas mis cosas, tome por ultimo mi abrigo y lo mire

Él se hizo aún lado, pude sentir como mi brazo rozo con su pecho, no le tome mucha importancia y comencé a caminar por el pasillo.

Podía sentir su mirada pesada por mi espalda, como recorría cada parte de mi ser.

Llegue al elevador y se abrieron las puertas, entre y marque el ultimo piso.

Mi mirada se conectó con la de él y me pude sentir indefensa al mirarlo.

Las puertas se cerraron y todo el aire contenido salio de mi cuerpo al sentirme más relajada.

Llegue al ultimo piso y observe todo a mi alrededor, todo estaba obscuro, mire al guardia de seguridad.

Le sonreí y él copio mi gesto, salí por completo de la empresa en que trabajaba.

Uno de los mejores buffet de todo el país, mi jefe era uno de los más reconocidos abogados del país.

Maximiliano Parodi, un hombre frío y calculador, que nunca en su vida había perdido un caso.

Unos ojos color avellana, una barbilla bien definida, un cabello color chocolate, de tés blanca y muy bien ejercitado.

Llevaba trabajando para el desde hace dos años, pero de unos meses para acá me sentía pequeña al verlo a los ojos.

Ya lo había cachado varias veces mirándome con deseo, y cuando menciona mi apellido, hablaba con picardía.

— ¿No hay taxis? —. Su voz me hizo sobresaltarme

Lo mire, estaba a escasos pasos detrás de mi.

— No, señor —. Mi voz fue casi un susurro

— Yo la llevo a su casa señorita Wiese —. Me di media vuelta y lo mire

Sus manos estaban dentro de sus bolsillos, y no apartaba su mirada de mi boca.

— No, gracias señor no quiero molestarlo —. Hable girandome de nuevo

Mire la calle sola y desierta, no había personas y mucho menos autos.

— Yo esperare a que pase un taxi —. Lo mire de reojo

Sentí como se movió con rapidez, sentí que mi espalda choco con su pecho.

Su pecho quemaba a mi piel a pesar de la ropa.

Me gire inmediatamente y su rostro quedo a escasos centrimetros de mi boca.

— Es una noche sola, oscura y desierta y si ven a una mujer indefensa como usted trataran de hacerle algo —. Su aliento choco con mi boca

Retrocedí, me detuve al sentir como mis pies bajaban de la banqueta.

— Vamos yo la llevo señorita Wiese —. Hizo un ademán con la mano para que lo siguiera

Dude en seguirlo, volví a mirar a la calle, era cierto se veía sola y podrían hacerme algo.

Suspire con temor y lo seguí en silencio hasta llegar a su auto.

Se detuvo frente a la puerta del copiloto, la abrió y me estiro su mano para que entrara.

Dude en corresponderla, relamí mis labios nerviosa.

— Tomala, no muerdo —. Lo mire

Acerque mi mano a la de él, frunci el ceño confundida.

Sentí como una corriente eléctrica paso por todo mi cuerpo al sentir su mano en la mía.

Entre al auto y él cerro la puerta, rodeo por detrás el auto hasta llegar al piloto.

Abrío la puerta y entro, prendió el auto y salió del estacionamiento.

Mis manos temblaban en mi regazo, miraba la calle tratando de no mirarlo a los ojos.

Podía sentir su mirada caliente recorrer todo mi rostro.

Llegamos a mi departamento y se estaciono frente a el.

— Llegamos — Aviso, lo mire y asentí con la cabeza

Abrí la puerta y antes de si quiera poder poner un pie afuera, se aferro a mi antebrazo.

— ¿Se va a ir sin agradecer señorita Wiese? —. Pregunto sin apartar su mirada de la mía

Mire su agarre en mi brazo, trague saliva nerviosa.

— Gra... Gracias por traerme señor Parodi —. Lo mire

— De nada señorita Wiese —. Me soltó

Le sonreí con timidez y salí por completo de su auto, camine con rapidez hasta entrar a mi departamento.

Pegue mi espalda a la puerta y entonces escuche como arranco.

LAS REGLAS DEL DESEO (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora