CAPITULO 7✓

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— ¡Suéltame! —. Abrí los ojos de golpe

Sonrió y se aparto de mi cuerpo, abrí por completo la puerta y lo ví.

Estaba parado en medio del pasillo, su mirada recorrió todo mi cuerpo y después miro a Leonardo.

— ¿Por que se ha tardado tanto señorita Wiese? —. Preguntó tomando cordura

— Él señor Libardi ha tenido una duda y se la he explicado —. Respondí saliendo por completo de la oficina de Leonardo

— Gracias Denisse —. Me gire un poco y ví como en el rostro de Leonardo estaba dibujada una sonrisa de satisfacción

— Por nada señor Libardi —. Fingí una sonrisa

Mire de nuevo a Maximiliano, él cuál no apartaba la mirada de los dos.

Trague saliva nerviosa, él se dio la vuelta y comenzó a caminar, camine bajo la atenta mirada de todos los empleados.

Lo seguí por detrás, llegamos a la puerta de su oficina, la abrió y se hizo aún lado dejándome pasar primero.

Escuche que cerro la puerta, quise caminar a mi escritorio, pero tomó con fuerza mi antebrazo, azotandome contra la puerta.

— ¿Qué? ¿Pero que te pasa? —. Pregunte mirándolo a los ojos

— ¿Por que te tardaste tanto? —. Su mirada estaba llena de rabia

— Ya te lo dije, él señor Libardi tenía una duda, eso fue todo —. Trate de alejarme de él

— Mientes, ví cómo él te miraba —. Lo mire confundida

¿Me esta celando? —. Esa pregunta inundo mis pensamientos

— No, claro que no —. Explique

No me dejo hablar, sus labios chocaron con brusquedad.

Tomo con fuerza mi cintura, tomandome por detrás del cuello, aferrándose a el.

Su lengua entró en mi boca, buscando a la mía con desesperación, cerré los ojos siguiendo el beso, era salvaje, me costaba seguirle el ritmo.

Gemí en su boca, al sentir como su erección rozo con mi vientre, camino conmigo sin dejar de besarme.

Guiándome al escritorio, pegó su cuerpo al mío, sentí como mis glúteos tocaron la esquina del escritorio.

Él se separo de mi boca, y con brusquedad quitó mi blusa sacando mis pechos de mi brasier, mordiéndolos con fuerza.

— ¡Ahh! —. Gemí sentándome en el escritorio

Me recostó en el escritorio, tirando todo lo que estaba a su alcance.

Se deshizo de mi falda, y bajo su pantalón, mostrando su enorme erección esperando por mi.

Sonreí al verlo tan erecto, me estremecí al sentir como su lengua pasaba por mi abdomen.

Como jugaba con mis pechos y me torturaba con el erotismo, enterré mis dedos en su cabello, para que siguiera.

— ¡Ahhhh! —. Gemí con fuerza al sentir como entro con fuerza

Comenzó a moverse con brusquedad, pegando más su cuerpo al mío, sus manos apretaban mis pezones, jugaba con ellos.

Su boca viajo a mi cuello, mordiéndolo.

— ¿Lo sientes? —. Susurro cerca de mi oído

— Sientes como tu cuerpo se apodera del placer, como tus paredes vaginales se aferran a mi —. Mordió el lóbulo de mi oreja

— ¿Dime si lo sientes? —. Dejo de moverse hasta que le respondiera

— Si... —. Hable con dificultad

Volvió a moverse con fuerza, siguió penetrandome con fuerza.

— ¡Ahhh! —. Gemí alto al sentir como masajeo mi clítoris

Y cuando comenzó una serie de rápidas embestías arquee mi espalda llegando al placer.

— ¡Ahhhh! —. Gemí

Sentí como un líquido caliente paso por mi entrepierna, mi pecho subía y bajaba, abrí los ojos y lo mire.

Su mirada estaba perdida en mi, eso me hizo sentir incómoda, saco su pene y se hizo aún lado acomodando su ropa.

Camine a pasos lentos al baño, toque mi pecho, no sabía lo que me había pasado al verlo.

Limpie mi vagina y arregle mi ropa, mire mi reflejo en el tocador, había un brillo singular en mis ojos.

Algo había cambiado en mi, algo que solo él provocaba.

LAS REGLAS DEL DESEO (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora