01 Primer encuentro

2.7K 159 0
                                    

—Qué bueno que aún tenemos un par de horas de sobra —dice Eli—. Porque no podíamos irnos de aquí sin probar algo de tu local.

—Sería el colmo haber viajado hasta aquí y no haber venido —Coral mira de reojo a Eli cuando dice eso. 

—Tampoco es que hubiesen venido con mucho tiempo disponible —les reprocho por su repentino viaje al país—. No sé quién de las dos pensó que era buena idea dejar la compra de los vestidos para unas semanas antes de su boda. Mario y César deben estar muy enojados con ustedes. Por cierto ¿A quién de las dos se le ocurrió hacer una boda doble?

—Eso fue cosa de los chicos —responde Eli—. Dijeron que así nos ahorraban una pelea entre las dos por ver quién te conseguía primero como dama de honor.

—Me siento alagada de que los chicos consideren que ustedes se hubieran peleado por mí. 

—¿Dudas que lo haríamos? —Responde Coral. Yo me encojo de hombros.

—Si no hubiesen hecho boda doble, yo hubiese ido a las dos bodas.

—¿Con lo reacia que estás por regresar a la ciudad, aunque sea de visita? —Eli me mira con desafío— Yo lo dudaba mucho. Por eso no quisimos arriesgarnos y tomamos el consejo de nuestros chicos.

—Ellos son muy inteligentes —omito a propósito darles una respuesta a lo anterior.

Desvío la mirada de mis amigas y observó cómo Jules, la chica que trabaja para mí, va a entregar un pedido a una mesa cercana.

»Ellos llegaron después que nosotras —frunzo el ceño al reconocer a los 3 chicos, y es que cómo no reconocerlos si con uno de ellos tengo un flechazo desde la primera vez que lo vi—. Y nuestro pedido es muy sencillo como para ya haberlo traído.

—Ya está saliendo la jefa que hay en ti —dice Coral con un tono de burla—. ¿No pueden hacer pedido por adelantado o algo así?

—No. Tienes que pedir directamente en el camión y luego puedes tomar mesa mientras preparan tu orden. Lo único que puedes hacer es elegir si recoges tú el pedido o alguien lo lleva a tu mesa —me pongo de pie y miro a las chicas—. Ahora vuelvo.

—Estás de descanso —se queja Eli.

—Aún en descanso sigo siendo la jefa. 

No espero ningún otro comentario antes de irme. 

Miro en dirección a la mesa de los chicos, ellos parecen confundidos con lo que les han entregado. 

—No recuerdo haber pedido esto. A menos de que ahora los tacos al pastor los bañen en salsa.

En cuanto alcanzo a escuchar eso, me desvío de mi camino para ir a su mesa. 

—¿Está algo mal con su pedido? —Me coloco en un costado y observo la comida. Tienen justo lo que mis amigas y yo hemos ordenado.

—Parece que nos han entregado algo incorrecto —responde uno de ellos. Tiene cabello corto, barba, ojos color miel, algo de músculo y, por cómo está sentado, asumo que es muy alto.

—¿Puedo saber qué pidieron? Así les traigo lo correcto.

—No te preocupes, morena, yo me encargo de esto. 

El hombre que me ha respondido se pone de pie y comienza a tomar los platos. Él sí que es alto, tanto que tengo que inclinar un poco la cabeza para poder verlo directo a los ojos. Unos de los ojos más preciosos que he visto porque tiene heterocromia, además, está lleno de tatuajes, tiene cabello largo, también tiene barba y una voz gruesa moja bragas.

Todo eso lo hace totalmente mi tipo y ese es el porqué de mi flechazo, lo que, por supuesto, hizo que a mi cerebro le valiera que yo esté en modo anti-hombres para fijarme en él.

—Si eso quieres, entonces solo te pediré que no regreses la orden al camión. A ustedes les han entregado la que nos corresponde, así que va a la mesa de allá —hago una seña a dónde están sentadas mis amigas, ambas muy atentas mirando en nuestra dirección.

El tercer hombre, que hasta ahora se ha mantenido callado, ayuda a tomar el resto del pedido y acompaña a su amigo.

Yo giro y voy directo al camión.

Eso de entregar pedidos incorrectos no es la primera vez que le pasa a Jules, por eso siempre procuro mantenerla solo cocinando, que es en lo que realmente es buena.

—¿Qué pasa, jefa? ¿Está algo mal con su pedido? —Me pregunta Aurora en cuanto me ve llegar. Ella es quién está en primera línea tomando y entregando las órdenes.

—¿Por qué fue Jules a entregarla? ¿Y por qué no le dijeron exactamente que era para mis amigas y para mí?

—¿Lo volvió a hacer? —Pregunta Jim, quién es el otro encargado de cocinar y quien lamentablemente dejará el trabajo en unos días.

—Lo hizo. Entregó el pedido a otras personas. Como sea, ya me encargué de eso y hablaré con ustedes más tarde —veo que el chico que dijo que se encargaría viene ya para acá— ¿Ves al chico que viene? —Le pregunto rápido a Aurora y ella asiente —A él y a sus amigos les entregaron mi orden, así que dale un postre de cortesía para ellos por la equivocación y no le digas que yo soy la jefa —eso la hace levantar una ceja por la curiosidad—. Te lo explicaré después —alcanza a asentir cuando el chico se coloca a mi lado.

Sentirlo así de cerca provoca una reacción en mi cuerpo y mi corazón que no había experimentado desde hace mucho, y es que ésta es la primera vez que estamos uno junto al otro.

—Te dije que me encargaría, morena.

—No estoy aquí por ti o tus amigos. Vine a ordenar algo más. 

Miro a Aurora en busca de ayuda. Ella se atraganta con su risa, da media vuelta y saca tres cervezas del frigo-bar.

—Aquí tienes —me las entrega y yo saco un billete de mi pantalón para entregárselo. 

—Gracias.

Intento ya no mirar al chico, así que doy media vuelta y voy directo al lado de mis amigas. Mi único fallo en eso es que respiro justo al dejar su lado y noto lo rico que huele.

—¿Estás bien? —Me pregunta Eli— Vienes temblando.

—Estoy bien, solo ignórenlo y beban conmigo —les entrego una cerveza a cada quien y me siento frente a ellas— ¿Ya saben qué es lo que quieren hacer antes de irse?

—¿Aparte de comer? —Dice Coral— Porque te estábamos esperando y no hemos probado bocado.

—Sí, aparte de eso —comenzamos a comer, aunque primero yo casi me bebo media cerveza de un trago. Ellas solo me miran raro y no preguntan nada.

—Pues queremos ir a un mall o a alguna de esas tiendas de un dólar ¿Hay alguna cerca?

—Hay una a unos diez minutos de aquí y tienen de todo, así que espero aún que tengan espacio en sus maletas.

Falling in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora