02 Huir

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—¿Por qué últimamente estás metida en la cocina y no me has ido a quitar de la primera línea?

—Porque sé lo mucho que amas interactuar con la gente y porque Jules necesita ayuda ahora que Jim se fue. No te contrate solo porque te verías bonita al atender, sé que puedes con el trabajo.

—Crees que soy bonita ¿eh?

—Solo con el típico atractivo estadounidense. Ya sabes, rubia, ojo verde y alta. Luces como una Barbie, y las Barbies son bonitas.

—Solo dices eso para que mi ego no se infle y me vaya volando.

—Exacto. ¿Cómo nos las arreglaríamos Jules y yo aquí solas?

Ambas reímos.

—¿Disculpa?

Me congelo con el sonido de esa voz y Aurora amplía su sonrisa.

—Ayudando a Jules ¿verdad?

—Cállate y ve atender.

—Lo que digas… jefa —Eso último lo dice muy bajo para que solo yo lo pueda escuchar.

—Yo sabía que no estabas solo en la cocina para ayudarme —Jules se pone a mi lado con una sonrisa—. ¿Estás intentando esconderte de ese chico?

—¿Esconderme, yo? ¿Por qué haría eso? Claro que no.

—Responder con otra pregunta es una afirmación para mí, además, ambas sabemos que desde dónde se ordena, la cocina es lo más alejado.

—¿Lo es? No lo había notado —sé que Jules sabe que estoy respondiéndole con una mentira.

—Quiere unas enchiladas justo como las que le preparaste ayer —Sí, soy culpable por habérselas preparado con más esmero. Aurora me entrega la nota con la orden y veo que hoy es más comida que en la de días anteriores—. Así es —responde como si leyera mis pensamientos—, viene con sus amigos.

—¿Ya te dije que te odio? —Respondo.

—Hoy no. Y yo a ti te adoro —me lanza un beso y regresa a su lugar.

Jules y yo nos ponemos manos a la obra.

El hecho de que mi relación con Aurora sea tan buena no se debe a que trabajemos juntas, pues seguro que un jefe y empleada no se llevarían así de bien. Se debe a que también somos roomies y que además ella es mi única mejor amiga aquí en el país.

El mudarme a Santa Mónica fue para darme un respiro y darle un giro a mi vida, y es que vivía en una rutina tan marcada que me estaba estancando y asfixiando en ella, así que mis amigas tienen razón, no quiero volver a México porque no quiero volver a lo mismo y estarme recordando constantemente algo que no quiero volver a ser.

Tengo familia cerca de aquí, pero no quise mudarme con alguien de ellos porque necesitaba mi propio espacio y no quería que todos estuvieran sobre mí, así que busque dónde quedarme y encontré un departamento compartido. No era lo que quería, pero sin mucho dinero, me fue un buen inicio.

Un par de meses después, y  sin más dinero en mi cartera, pedí que un par de tíos confiaran en mí y me ayudaran con la inversión para mi camión de comida.

Hasta la raíz, que es como se llama, es una sensación en el lugar dónde decidí ubicarlo, y es que al estar en una zona visitada tanto por lugareños como por turistas, y el tratarse de comida autentica mexicana, ayudó a que fuera todo un éxito; por lo que seis meses después, pude pagarles la inversión a mis tíos.

Cuando estamos terminando de preparar la orden, Aurora llega con otra nota y regresa rápido a tomar una última del día, por lo tanto no puedo mandarla a ella para entregar el pedido y tampoco quiero correr de nuevo el riesgo con Jules; así que respirando profundo para armarme de valor, una vez que está todo listo lo pongo en un par de charolas, pido ayuda para abrir la puerta del camión y voy a entregarlo.

Estoy sumamente agradecida con el universo porque él está de espaldas y no puede ver mi llegada, lo que también mantiene a mis piernas fuera de su estado gelatinoso porque él está cerca.

Coloco las charolas con cuidado en su mesa y luego pregunto de quién es cada plato para entregarlo.

—Hola, morena.

—¿Se les ofrece algo más?

Sus amigos sonríen al darse cuenta que no le respondo el saludo, y no es porque quiera ser grosera con él, es porque necesito mantenerme entera y solo centrarme en mí y porque no quiero ni necesito interesarme románticamente en nadie en estos momentos.

—Por ahora estamos bien —responde chico 1, el primero de la vez pasada, y aunque sé que es una bobería, y como no los conozco o he escuchado sus nombres, en mi mente los he llamado chico 1 y chico 2, como si fueran las Cosas del Gato.

—Háganme saber si se les ofrece algo más adelante.

A penas doy un par de pasos cuando lo oigo decir a sus amigos: Me voy a casar con esa chica.

Siento que no puedo irme de ahí lo suficientemente rápido, por lo que cuando estoy de nuevo dentro del camión, y a salvo, suspiro de alivio y trato de recomponerme para seguir trabajando.

No me gusta sentirme de nuevo como una colegiala cada vez que está cerca de su crush, así que el que me tiemblen las piernas, mi ritmo cardiaco aumente y me derrita cada vez que escucho su voz; no me es para nada agradable. Y sé que ahora solo tengo un flechazo, un fuerte flechazo que me provoca todo eso, y es justo por esa misma razón que no quiero que se convierta en nada más.

Cupido y yo no somos los mejores amigos, y cada vez que siento que él y yo comenzamos a hacer las paces, me sorprende golpeándome cada vez más fuerte. Es por eso que ahora estoy en modo anti-hombres, lo cual, y hasta ahora, me ha funcionado.

Ayudo a terminar de preparar los pedidos y, luego, Jules y yo ponemos música y comenzamos con la limpieza de la cocina.

Falling in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora