03 Flores

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Odio levantarme temprano, y más si el sol aún no ha salido y tengo que hacerlo sola.

Aurora pensó que era buena idea irse de fiesta anoche y regresar hasta hace una hora, y no la juzgo o la envidio, la mujer bien merecido se tiene hoy como descanso, lo malo para mí es que coincidió en que nos quedamos sin reservas y ya hacen falta bastantes cosas para el carro de comida, por lo tanto, hoy fue día de ir de compras.

Afortunadamente Aurora tiene una camioneta y no un carro, así que sin problema puedo acomodar todo lo que se necesita, además de unas cosas que encontré para mis amigas y sus prometidos y que llevaré conmigo en unas pocas semanas en mi viaje a sus bodas.

Me estaciono lo más cerca que puedo del camión y comienzo con la descarga.

Estoy como en mi cuarto viaje cuando choco con alguien y voy a dar al piso, o bueno, a punto de estrellarme contra él, pues unos fuertes brazos lo impiden y solo es un frasco de chiles en vinagre el que resulta afectado.

—Si nuestros nietos preguntan alguna vez cómo comenzó nuestra historia, diremos que literalmente caíste en mis brazos. Eso será más romántico que decir que tú pretendes que no existo.

La temperatura de mi cuerpo pasa de helada a caliente en el par de segundos que me toma reconocer su voz.

—Si te fijaras por dónde caminas, no tendría por qué haber estado a punto de caer.

—No camino, vengo a correr aquí todas las mañanas. Y fuiste tú quien no miró por dónde iba, pero lo comprendo, vas más centrada en el peso que llevas que por dónde vas —me quita el peso de los brazos.

Ni siquiera noté que aún me sostenía hasta que pierdo el calor de sus brazos.

—No tienes que hacer eso. Soy capaz de hacerlo por mí misma.

—Nunca dije que no pudieras. ¿Llevas o traes? —Hace un gesto a la camioneta.

—Llevo.

Regreso a tomar otro par de bolsas, aunque menos pesadas, y luego me pongo a su lado para ir al camión.

En silencio me ayuda a llevar el resto de las cosas.

—Gracias por la ayuda.

—Es un placer, morena. ¿Me necesitas para algo más?

Podría responder a eso de muchas maneras. En cambio, digo:

—No. Estaré bien.

—Entonces te veré en un rato.

—¿Vendrás a comer? —Odio un poco que mi pregunta suene esperanzada.

—Dalo por hecho —me guiña un ojo y lo veo alejarse.

Voy a encerrarme al camión y comienzo a poner todo sobre la barra donde se despacha para comenzar a preparar cosas.

Hoy es día de tamales, y como no los preparé en la noche para que estén antes del amanecer, aprovecharé ahora que ya estoy aquí y que así estén justo a tiempo para cuando se abra.

Trabajo en ello durante un rato, y cuando estoy poniendo el último tamal dentro de la vaporera, Jules me llama diciéndome que se siente enferma del estómago, así que no podrá venir a trabajar, lo que me deja sola y con todo el trabajo.

Mientras los tamales se cuecen, preparo todo lo demás para la venta, como el chile para las enchiladas, las aguas de sabores, la masa para las quesadillas y los sopes, las salsas para los tacos, y también pico verdura y marino carne.

Cuando llega la hora de abrir, mi espalda duele y ni siquiera me ha dado tiempo de comer algo.

Tras un rato, cuando estoy tomando una orden, de repente alguien coloca un ramo de gerberas frente a mí.

Falling in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora