08 Observar

1.2K 140 3
                                    

Con el paso de los días, Aurora y yo no volvimos a tocar el tema, aunque al fin hablarlo con alguien que no fueran Eli y Coral, me dio un respiro e hizo que me sintiera más liviana, como si me hubiese quitado un peso de encima, lo que también me permitió ser más observadora y volver a replantearme un montón de cosas.

En cuanto a Bear, que es como he decidido llamarlo a él por lo protector, amable y bondadoso que es, además de su complexión  y lo peludo que está y, es que si recuerdo todo lo que Aurora me dijo que veía en él por su barba y largo cabello, y que por eso siento que le queda perfecto el apodo; siguió viniendo, pero no se acercaba al camión, sino que alguno de sus amigos era quien ordenaba mientras él esperaba en la mesa. Jules, por fortuna, ya estaba trabajando y podía cubrirme mientras yo cubría a Aurora para que fuera ella quien les entregara su pedido.

También me di cuenta de otras cosas sobre él que me hicieron mirarlo de otra manera y preguntarme si no estaba siendo demasiado infantil al comportarme como lo hice y lo seguía haciendo con él, y es que pude notar lo amable que es, que en cada oportunidad que tiene siempre ayuda a los demás y nunca espera nada a cambio, y que además es protector con sus amigos, pero también me di cuenta de lo mal que parecía estarla pasando hasta hoy, pues en esta ocasión no solo vino a almorzar con sus 2 amigos, sino también con una chica que parecía de lo más cariñosa con él.

—Tomaré un descanso ¿Ambas pueden encargarse por un rato?

—Seguro —responde Jules— ¿Te encuentras bien?

—Sí, solo estoy cansada.

Me quito el mandil, tomo mi cartera y mi celular y salgo del camión.

Traía el cabello amarrado mientras cocinaba, y como ahora he salido, aprovecho para soltarlo y dejar que termine de secarse ya que esta mañana me bañé deprisa y no me dio tiempo de usar la secadora, por lo que amarrar mi cabello todavía estando húmedo, me estaba provocando dolor de cabeza.

Voy a comprarme un sándwich de pan pita y un té helado. Luego voy a una de las mesas para almorzar y aprovecho para hacer conferencia telefónica con mis amigas.

—Hola, extraña.

—Hola, Coral ¿Cómo estás?

—¿Tú cómo crees? Me caso en una semana.

—Nos casamos, querida —responde Eli.

—Eso suena a que lo hacen una con otra y no con sus parejas —respondo con una sonrisa— ¿Qué tal están con los preparativos? ¿Ya tienen todo listo?

—Por ahora parece que todo está en orden. El organizador ha sido una maravilla —Eli es quién vuelve a hablar—. A nuestros chicos les entregan sus trajes en dos días, el banquete ya está más que confirmado, ya fuimos a las pláticas prenupciales, nuestros padrinos ya tienen todo listo e iremos dos días antes a supervisar la decoración del salón para que todo quede perfecto.

—¿No le dejarían eso al organizador?

—No —dice Coral—. Especificamos que de eso nos encargaríamos nosotras. Por lo tanto, lo único que nos falta es que tú estés aquí. Tienes ya listo tu vestido, ¿verdad?

—Pasaré a recogerlo en un rato. La semana pasada me hice la prueba final y quedó perfecto. También ya tengo sus obsequios y estoy segura de que los van a amar.

—Nuestro mejor regalo es que puedas estar aquí con nosotras en ese día tan importante.

—Lo prometí, chicas, y ahí estaré ¿cuándo les he fallado?

—Nunca lo has hecho —responde Eli— y por eso te queremos.

—También las quiero, chicas. Las veré en unos días, solo las llamaba para comprobar cómo iba todo.

—¿Quieres que alguna vaya a recogerte a la frontera o que mandemos a alguien?

—No, yo me encargo, pero gracias, Coral. Si necesitan que lleve algo, avísenme. Llegaré un día antes justo a tiempo para su última noche de solteras.

—Estamos ansiosas por que ya estés aquí.

—Y no dudes en avisarnos si cambias de parecer y quieres que alguien vaya por ti.

—Gracias. Las veré pronto.

Terminamos la llamada y sigo almorzando mientras observo mí alrededor.

Al final pierdo la noción del tiempo, pero como me siento sudar demasiado, decido que es hora de retirarme y volver al camión, así que junto mi basura en una mano y tomo lo que resta de mi bebida  en la otra y me levanto, pero cómo no me he fijado si estaba despejado a mi alrededor, choco justo con la chica que estaba con Bear y sus amigos y derramo toda mi bebida en mi blusa.

—Discúlpame.

—No hay problema —respondo tras soltar una maldición en mi idioma natal—. Soy yo la torpe, perdona.

—¿Estás bien, morena?

No sé en qué momento se acercó o si ya estaba por aquí, pero el escuchar su voz y tenerlo cerca después de días, me encanta más de lo que debería.

—Estoy bien. Solo tengo que cambiarme —miro que la chica está completamente seca—.  De nuevo, perdona.

Comienzo a caminar rumbo al camión y él me alcanza.

—¿Tienes un cambio de ropa en tu camión?

—No, mandaré a una de mis chicas a comprarme una blusa —veo que hay fila frente al camión, así que no sé cuándo eso pueda ser posible—. No te preocupes.

Se desanuda la camisa que tiene atada a la cintura y me la ofrece.

—Usa ésta, si no te importa. Creo que pasará un buen rato hasta que puedas cambiarte —señala hacia el camión— y me sentiré más tranquilo si sé que ya estás seca, además, siento que hayas terminando derramando tu bebida y que ella ni siquiera se haya preocupado por si estabas bien.

—Quizá deberías elegir mejor a tus amigas.

—Es amiga de Mike, no mía —toma mi mano y coloca su camisa en ella—. Por favor, acéptala.  

Suspiro resignada.

—Te la devolveré en cuanto pueda. Gracias. Puedo… —estoy por hacerle una invitación cuando uno de sus amigos nos interrumpe con un grito.

—¡Az, tenemos que irnos!

—¿Estarás bien? —Asiento— De acuerdo. Te veo pronto, morena.

Deja un beso en la cima de mi cabeza y se va.

Falling in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora